REVELACIONES
El lado oscuro de Jackie Kennedy, un icono del siglo XX
La edición de una serie de entrevistas con Jacqueline Kennedy tras la muerte de JFK presenta a una primera dama de lengua viperina, alejada de su imagen idealizada
John Kennedy y Jacqueline Kennedy fueron para Estados Unidos un sueño cumplido: el de Camelot. Culta, glamurosa, casada con el presidente más idealizado y símbolo después de la dignidad ante el dolor y el vacío con que el magnicidio dejó marcado al país, ella fue el icono de un reino que, como la historia ha demostrado, era más fantasía que realidad.
Ese retrato idealizado no fue, posiblemente, responsabilidad suya, pero lo seguro es que ahora, con la edición de un libro con discos que recogen una serie de ocho horas y media de entrevistas que concedió a principios de 1964, solo unos meses después de enviudar, se desvela una mujer muy distinta al icono.
No extraña que su hija Caroline, en el prólogo, clarifique que su madre se encontraba en«las etapas de extremo dolor»cuando mantuvo los siete encuentros con el historiador y ayudante de JFK Arthur Schlesinger. O que sus nietas se hayan mostrado«horrorizadas»por declaraciones de su abuela que la inclinan hacia lo retrógrado.«Creo que las mujeres nunca deberían entrar en política-dice en un momento de las entrevistas-.No estamos capacitadas».
Las entrevistas presentan a una mujer con una lengua viperina. A Charles de Gaulle lo descalifica como«un ególatra».A Indira Gandhi la insulta como«una mujer amargada, agresiva y horrible».Y a Martin Luther King lo llama«falso», alegando que el FBI había comprobado que organizaba citas con mujeres pese a ser reverendo. Ni palabra de los conocidos escarceos amorosos de JFK.
Aunque tiene palabras de alabanza para alguien como el escritor André Malraux («el hombre más fascinante con el que conversado») la lista de agravios es larga. Habla con desprecio homófobo de la cuñada del presidente de Vietnam del Sur y de una antigua congresista:«No me extrañaría que fueran lesbianas».
En boca de su marido pone descalificativos. Según ella, JFK dijo una vez de Lyndon B. Johnson, el hombre que le sustituyó:«Dios mío, ¿te imaginas qué le pasaría al país si Lyndon fuera presidente?».Y aunque no se atrevió a denigrar a Roosevelt como un charlatán, sí dijo que«hizo muchas cosas solo por efectismo».
Mundo aparte es su marido -«leal, sensible, valiente...»-. Y el dolor de la viudedad cobra sentido especial al recordar lo que le dijo ella durante la crisis de los misiles (1962):«Si pasa algo todos vamos a quedarnos contigo. Solo quiero estar contigo, quiero morir contigo, y los niños también, antes que vivir sin ti».
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