Aniversario de un acontecimiento histórico

Artífices de una rebelión

De los 12 integrantes del comité golpista, cinco son altos cargos públicos y privados

D. P.
MOSCÚ

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El golpe del 19 de agosto y la posterior desaparición de la Unión Soviética, anunciada por el último líder de la URSS Mijaíl Gorbachov el 25 de diciembre de 1991, supuso borrón y cuenta nueva para más de 350 millones de habitantes del extinto imperio comunista. Tanto los que estaban en las altas esferas del poder como el hombre de la calle tuvieron que hacer un giro para adaptarse a la nueva realidad.

De los 12 integrantes del Comité Estatal de Emergencia (GKChP) golpista, uno se suicidó al fracasar el complot, seis fallecieron de muerte natural y cinco siguen activos en diversos cargos del sector privado y estatal. Uno de los amotinados que aún permanece en activo es el expresidente del Soviet Supremo o Parlamento soviético, Anatoli Lukiánov. Fue diputado de la Duma rusa (Cámara baja) hasta el 2003. Actualmente trabaja en la cátedra de derecho de la Universidad Estatal de Moscú.

A sus 81 años, Lukiánov es un silencioso anciano moscovita que dedica su tiempo libre a escribir versos.«No hubo un golpe, solo fue un desesperado y mal organizado intento de salvar la URSS por parte de unos dirigentes soviéticos», señaló en una reciente entrevista. Lukiánov, que era compañero de estudios de Gorbachov, desempeñó un papel clave en el golpe de Estado que intentó acabar con las reformas liberales. Junto a otros golpistas, Lukiánov había permanecido encarcelado hasta febrero de 1992, cuando salió de prisión por problemas de salud.

Época negra

«No estoy de acuerdo con que había traicionado a Gorbachov en agosto de 1991, cuando introduje el estado de emergencia en el territorio de la URSS. Había sido el propio Gorbachov quien traicionó los ideales que compartimos durante muchos años», dice Lukiánov.

El veterano comunista también se niega a reconocer que el golpe que debilitó a Gorbachov y dio una autoridad sin precedentes al entonces presidente ruso, Boris Yeltsin, fue el detonante de la desintegración de la URSS.«Los 20 años que han pasado han sido una de las épocas más negras de la historia de Rusia. La mayor parte de recursos naturales están en manos de un grupo muy limitado de oligarcas, mientras una gran parte de la población sobrevive», opina.

Vasili Starodubtsev, otro integrante de GKChP y antiguo líder de la Unión Agraria de la URSS, llegó a ejercer entre 1995 y 2003 como gobernador de la región de Tula y ahora es diputado comunista en la Duma rusa. Oleg Baklánov, exalto cargo del Partido Comunista de la URSS, trabaja como asesor de varios programas vinculados con la agencia espacial rusa, Roscosmos. Su«compañero de golpe», Alexandr Tiziakov, que dirigía las empresas estatales soviéticas, se pasó al sector privado.

Mientras, a algunas personas el fracasado golpe les llegó como una verdadera salvación.«Me cambió la vida de la noche a la mañana», cuenta el empresario moscovita, Alexei Sokolov, de 40 años, en su flamante y lujoso apartamento de uno de los nuevos rascacielos de Moscú.«Cuando ocurrió el motín, un juzgado moscovita estaba a punto de condenarme a ocho años de prisión», continúa Sokolov, propietario de varias tiendas y dedicado a importar muebles y técnica sanitaria a Rusia.

Tras hacer la mili obligatoria en 1990, se arriesgó a tirarse a la nueva economía liberal convirtiéndose en vendedor dematrioshkas(muñecas de madera) y otros recuerdos en el rastrillo de la calle moscovita Arbat. Los turistas le pagaban en dólares y un día los agentes especiales le capturaron con un billete. Tenr billetes extranjeros era, hasta entonces, un crimen grave. Sin embargo, el juez le absolvió al amparo de los cambios políticos.