POLÉMICA EN COLOMBIA

Los expertos niegan la autenticidad de la espada que las FARC dicen haber «rescatado» en el Caribe colombiano

El episodio recuerda el hurto del simbólico sable en 1974

MAURICIO BERNAL
BARCELONA

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La espada de Simón Bolívar la robaron cuatro guerrilleros que tras intimidar a los vigilantes entraron, el 17 de febrero de 1974, domingo, en la antigua quinta del Libertador, para entonces museo, en Bogotá, y tras romper la urna, escribir en todas las paredes«M-19»y regar panfletos por todas partes, huyeron a bordo de un flamante –en aquella época lo eran– Renault 12. Lo que ocurrió durante los siguientes 17 años es parte de la leyenda: que la espada pasó por la casa de cuanto intelectual colombiano simpatizaba con los rebeldes; que en 1980 fue trasladada a Cuba, donde la custodió varios meses Fidel Castro; que a finales de los 80 se la dieron a Pablo Escobar, para sellar un pacto de no agresión; que formó parte de los juguetes del hijo del capo.

Lo único cierto es que el M-19 la devolvió a comienzos de 1991: el gesto cumbre de su disolución. La espada permaneció en la Quinta de Bolívar el tiempo justo que duró la ceremonia, y fue inmediatamente trasladada a una bóveda de seguridad del Banco de la República; de donde no se ha sacado en 20 años.

El M-19 ya no existe, pero existen las FARC. Y dicen que han vuelto a robar la espada. O una espada, al menos. Porque hay varias. La semana pasada, el comandante Iván Márquez, uno de los siete integrantes del sanedrín al mando de la guerrilla (el Secretariado), se convirtió en noticia gracias al vídeo que circuló por internet en el que sujetaba con ambas manos el sable del general.«Esta es la espada de batalla, la espada de combate del Libertador Simón Bolívar, la que lo acompañó en los últimos días de su solitaria muerte, en la que todo huele a traición». Eso dice. Regordete, con boina, frente a una mesa en la que descansa una misteriosa urna de bronce y al lado de la estatua de un Simón Bolívar más bien pequeño. Un Bolivítar. «Fue rescatadade las entrañas de una catacumba colonial, a orillas del mar, cerca de Santa Marta, donde permaneció enterrada, escondida por décadas tras gruesas paredes de adobe, para que no la encontraran nunca».

Ningún historiador en Colombia apostaría la punta de un dedo por la espada de las FARC, entre otras cosas porque ninguna colección, pública o privada, de objetos del Libertador ha denunciado la pérdida o robo de su patrimonio.«Hay lugares–explica Daniel Castro, director de la Casa Museo de la Quinta de Bolívar–que conservan espadas que le pertenecieron a él, y algunas que se cree que le pertenecieron a él, y de ningún escenario sobre los cuales tenemos control hay información de que una espada haya sido sustraída. Es muy fácil salir y decir: ‘Yo tengo un mondadientes de Bolívar’, pero una cosa es decirlo y otra muy diferente es demostrarlo. Lo que yo opino es que esto no tiene ningún fundamento».

Inventario de espadas: que se sepa, hay dos originales. Probadamente originales. Una es la que robaron en 1974 los cuatro guerrilleros del M-19 y la otra es la conocida como la Espada del Perú, un obsequio que la Municipalidad de Lima hizo en 1825 al general y que más tarde el Gobierno peruano regaló al venezolano (y que Hugo Chávez, ahora, ha hecho trasladar al palacio presidencial). De las dos hay réplicas exhibidas en la Quinta de Bolívar, pero en cualquier caso no es en Bogotá donde dicen las FARC que han«rescatado»la suya. Según Márquez, lo hicieron en Santa Marta.

Un año especial

Allí, en el Caribe colombiano, pasó Bolívar sus últimos días. La Quinta de San Pedro Alejandrino donde murió, en 1830, también funciona actualmente como museo, y alberga otra réplica de la Espada del Perú (el Gobierno venezolano ha hecho y regalado varias). Y, por supuesto, sigue en su lugar. Así que, ¿qué sujeta Iván Márquez ante las cámaras?«No hay que olvidar–desliza Castro–que estamos en el año del Bicentenario»: quiere decir que Colombia celebra 200 años del grito de independencia, que es un año en el que los símbolos son más elocuentes que de costumbre y que la espada de Bolívar es un símbolo. Y como tal, como símbolo, se hace servir:«Vamos a erguirnos, a levantarnos todos, que el gran héroe ha regresado–proclama Márquez ante las cámaras, enjundioso, sujetando con orgullo el arma–. Su espada brillará en la primera línea de fuego, batallando, abriendo los caminos de la esperanza, de la independencia definitiva, de la victoria del proyecto político y social del Libertador». Junto a una urna misteriosa y una espada que o es falsa o es directamente de papel.