BIOGRAFÍA DEL LÍDER SUECO 23 AÑOS DESPUÉS DE SU MISTERIOSO ASESINATO

Ramon Miravitllas bucea en la carismática figura de Olof Palme y su oscura muerte

Biógrafo  Ramon Miravitllas, con un ejemplar de su libro, ayer en Barcelona.

Biógrafo Ramon Miravitllas, con un ejemplar de su libro, ayer en Barcelona.

JOSEP SAURÍ
BARCELONA

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Pero ¿quién mató a Olof Palme? La pregunta que da título al último libro del periodista Ramon Miravitllas (Ripoll, 1949) sigue sin respuesta, cuando el sábado se cumplirán 23 años de un extraño magnicidio que conmovió al mundo.

El radicalmente pacifista y solidario líder sueco"era la mosca cojonera, el Pepito Grillo, el cobrador del frac de los derechos humanos en el mundo. Y al final, a él también pasaron a cobrarle",apunta Miravitllas. En¿Pero quién mató a Olof Palme?(La Patumaire Edicions) da la palabra a sus familiares, amigos y colaboradores, así como a destacados correligionarios (Felipe González firma el prólogo), pero también a sus detractores, y no elude las sombras de su figura. Aunque tome partido por las luces.

"Palme edificó en su país el Estado del bienestar que ahora se desmonta. Y aplicó los ideales igualitarios de la socialdemocracia a la po- lítica internacional. En un mundo muy distinto al de hoy, marcado por la línea este-oeste, apostó por una visión norte-sur, por cambiar el final de la película en la que siempre pagan los pequeños y los pobres",destaca Miravitllas, quien no duda en compararlo con Barack Obama, si no ideológicamente, sí por"la excitante expectativa de cambio universal"generada por ambos.

Ramillete de teorías

Además de retratar a un visionario"incómodo en vida y tras su muerte, referente para la izquierda mundial mientras muchos en su país le ningunean",¿Pero quién mató a Palme?revisa con detalle el ramillete de teorías más o menos conspirativas, más o menos delirantes, en torno al magnicidio aún impune. Son tan numerosas como lo eran los enemigos del líder sueco: de la CIA, el KGB y el Mosad a los servicios secretos del Chile de Pinochet y la Suráfrica delapartheid, pasando por independentistas kurdos y ultraizquierdistas alemanes, así como intereses vinculados a la industria armamentística y la extrema derecha locales.

Pero quizá lo que llame más poderosamente la atención sea el desastre, por infinita torpeza o por mala fe, de la investigación de la policía sueca. Incapaz de encontrar el arma homicida --que sigue sin aparecer-- ni las balas --halladas por unos transeúntes días después--, dejó montones de pistas sin investigar y al final, tras varios bandazos, se encomendó a la teoría del loco solitario: Christer Petterson, absuelto en su día por un defecto procesal y fallecido años después en extrañas circunstancias.

Miravitllas cree que"muy probablemente"Petterson apretó el gatillo. Pero ¿hubo alguien detrás? El libro se cierra con las emocionadas palabras del entonces secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar:"Yo hice que Palme presidiera la comisión para la prohibición de la venta de armas a Irán e Irak durante la guerra. Cuando le reeligieron primer ministro le dije: 'Sé que ahora tendrás compromisos que no te permitirán seguir, por tanto te relevo'. Pero me respondió: 'No quiero dejarlo'. Yo no se lo tenía que haber permitido nunca. Nunca".