La intrahistoria de la despedida

Jaume y Dolors, las caras tras el ‘adiós’ de L’Oncle Jack: “Lo vendemos para comprar nuestra libertad”

Tras treinta y tres años de vida, la pareja se da un último año para despedir este museo-bar dedicado al Jack Daniel's

El matrimonio ha construido un espacio emblemático para la música en directo con años de esfuerzo y un carisma rebosante

Àlex Rebollo

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Ya hemos escrito esta historia, ahora vamos a relajarnos y a montar una despedida y unos conciertos de puta madre para despedirnos de todo el mundo”, explica Jaume que, junto a su mujer, Dolors, ha decidido poner punto y final al icónico local L’Oncle Jack de L’Hospitalet de Llobregat, meca para los amantes del Jack Daniels y de la música en directo de pequeño formato. “Me parecía muy duro cerrar un local como este, que ha sido tan personal, sin más”, dice Jaume.

Jaume y Dolors, los dueños de L’Oncle, anunciaron el pasado martes que cerrarán este 2023, aunque ya matizaron que lo harán “sin prisas”. Ambos han querido anunciar con antelación el final del proyecto para, mientras sigan abiertos, poder despedirse de su clientela y de los músicos que durante años han visto tocar desde el otro lado de la barra y con los que esperan volver a contar estos meses.

Además, comentan que tienen el objetivo de encontrar una gerencia que siga con su apuesta por la música en directo. “Si no lo logramos también lo traspasaremos, aunque ojalá se lo pueda quedar alguien que apueste por la música”, indica Jaume.

“Hemos disfrutado mucho, pero es tiempo de cambios y de plantearnos otro futuro. De tener fines de semana libres, poder ir a conciertos y de que nos pongan las copas a nosotros y no al revés”, explica el matrimonio, contento por poder dejar el negocio antes de ir cojos por el bar poniendo copas y cuando ambos todavía se sienten jóvenes y con energía -Jaume cumplirá ahora 60 años y Dolor 58-.

Un museo para jubilarse

L’Oncle Jack es emblemático porque, además del carisma que emanan Dolors y Jaume, es un museo dedicado al Jack Daniel’s y en el que docenas de botellas históricas, cheques originales o, incluso, armas llenan las paredes y vitrinas del pequeño local -ubicado en el centro de L’Hospitalet-.

“Detrás de esta colección siempre ha habido la idea de que estábamos haciendo una inversión de la que sacar una rentabilidad en algún momento. Como subastadores en el mundo del whisky hemos visto que la revaloricación del producto siempre ha sido muy alta”. Así, Jaume confiesa que la idea de este año que se han puesto de margen para el traspaso del local es también para ir vendiendo la colección “porque es la parte que hemos invertido como retiro para luego vivir tranquilamente de esto”. “Hemos comprado nuestra libertad”, añade Dolors.

Jaume, dueño de L'Oncle Jack, sirve un chupito de Jack Daniels con su surtidor.

Jaume, dueño de L'Oncle Jack, sirve un chupito de Jack Daniels con su surtidor. / Àngel García

"Hemos comprado nuestra libertad"

Aunque el matrimonio, que ahora vive en Arbúcies, incide en que no venderá todos los objetos y que conservará algunos de los más preciados, como unos carteles originales de ‘Se busca’ de los bandoleros del ‘Far West’ Jesse James, Frank James y Cole Younger, un objeto de coleccionista con el que se hicieron en una de las múltiples subastas estadounidendes en las que han participado durante años.

De casa familiar al negocio de una vida

Para Jaume, L’Oncle Jack es más que el negocio de su vida, ya que lo es ahora un bar-museo fue antes la casa en la que se crio. “Reconvertimos la parte de abajo en un bar en el 89, cuando montamos una granja en la que trabajábamos a todas horas”, recuerda la pareja. En ese entonces, los padres de Jaume seguían viviendo en el inmueble, instalados en el piso superior del edificio.

Fue en 1996 cuando decidieron darle una vuelta al negocio y reconvertirlo en bar de copas. Fue entonces cuando Jaume llamó a los representantes de Jack Daniel’s y les comentó su plan: hacer de L’Oncle Jack el primer museo de Jack Daniel’s abierto al público en Europa. “Los delegados de Forman comentaban que sería muy difícil que nos ganásemos la vida con un local temático y yo ya les decía que cuanto más temático más gente tendré que participe”, defiende Jaume.

Aunque en los noventa ya contaban con una pequeña colección del universo Jack Daniel’s, su capacidad para conseguir piezas se incrementó cuando a finales de la década contactaron con Toni, un chico que les abrió al mercado de las subastas por internet y que les permitió conseguir más botellas y contactos.

"Nos decían que era muy difícil que nos ganásemos la vida con un bar-museo"

Así, recuerdan como en las primeras subastas que ganaban en Estados Unidos los vendedores les “boicoteaban” porque no querían arriesgarse a que la botella se rompiera en el trayecto hacia L’Hospitalet. Por suerte, conocieron a un coleccionista estadounidense a través del que canalizar las subastas que ganaban: “Se las pasábamos y él nos hacía el envío”. “Antes este movimiento era más inocente, pero ahora hay verdaderos inversionistas”, dice Jaume.

18 años de conciertos

Las más de tres décadas de vida de L’Oncle Jack abalan el proyecto de Jaume, quien hace dieciocho años empezó también a apostar por la música en directo. L’Oncle heredó hacia 2004 cuatro los conciertos que entonces acogía el Bare Nostrum. En ese momento, Jaume recuerda que los conciertos de pequeño formato se hacían siempre sin entrada. Es decir, que se ganaba dinero únicamente en función de lo que se consumía.

Dolors y Jaume, dueños de L'Oncle Jack de L'Hospitalet.

Dolors y Jaume, dueños de L'Oncle Jack de L'Hospitalet. / Àngel García

Dani Flaco, poeta y cantautor de L’Hospitalet, rememora como, pocos años después, Jaume apostó, de su mano, por un cambio en el modelo y empezó a cobrar entrada aunque el suyo fuera un local para pequeños formatos: “Gracias a él, el modelo empezó a dar una rentabilidad para salas y artistas”. En estos 18 años de música en vivo han pasado cientos de artistas, la mayoría emergentes, pero también grandes nombres como Leiva, Fito, Pancho Varona o Pedro Guerra.

"Con 120 conciertos anuales que hacemos nadie se imagina todo el tiempo que tienes que dedicar: aves, hoteles, pases, cuánto necesito que consuma la gente, buscar sponsors… y luego que no te falle la gente", advierte Jaume. El dueño de L'Oncle recuerda que la primera vez que trajeron a Pedro Guerra no les consumía nadie: "La gente estaba acostumbrada a verlo en teatros. El primer día, local lleno y vendimos cinco coca-colas, dos cervezas y dos aguas".

"Perdimos dinero aquellas noches, pero hay que saber perder con elegancia"

Habían programado dos pases con Pedro Guerra y en los dos terminaron perdiendo dinero, aunque en el segundo concierto, explican Dolors y Jaume, Pedro hizo lo imposible por animar a la gente a que consumiera. "No se movió ni cristo", comenta Jaume entre risas. "Volvemos a hablar y me dice Pedro: 'Jaume, nunca más pagarás un caché'. que de aquí en adelante cuando viniese a L’Oncle, él se quedaría la entrada y yo lo que vendiese, pero que nunca tendría una pérdida más con él. Y así ha sido, hemos hecho tres conciertos más con él y nunca hemos vuelto a pagar caché", relata.

"Perdimos pasta, pero después de tener a Pedro Guerra, las llamadas de las agencias de representantes fueron alucinantes. Nos trajeron a todo el mundo. Perdimos dinero aquellas noches, pero hay que saber perder con elegancia", dice Jaume.

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