Perfil local

La niña que viajó de Cádiz a L'Hospitalet y que retrata la memoria andaluza en la ciudad

La antropóloga Juana Ibáñez, desde los 11 años en Catalunya, estrena documental sobre el arraigo de la cultura andaluza en la gran urbe

En los años ochenta, un tercio de la población total de L'Hospitalet de Llobregat procedía de la migración andaluza

La antropóloga de L'Hospitalet Juana Ibáñez.

La antropóloga de L'Hospitalet Juana Ibáñez. / Zowy Voeten

Àlex Rebollo

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La antropóloga Juana Ibáñez (Cádiz, 1955) es la perfecta metáfora de la Andalucía que ha crecido en L'Hospitalet de Llobregat. Nacida en Cádiz, se trasladó a Catalunya con sus padres y sus dos hermanos a mediados de los sesenta, con 11 años, y se instalaron en el barrio de Santa Eulàlia, donde ha vivido siempre. Este 7 de julio, tras media vida estudiando a esta comunidad a la que también pertenece, Ibáñez estrena documental en el Teatre Joventut sobre la cultura andaluza en L’Hospitalet, el cual recupera la memoria de vecinos de origen andaluz de la segunda ciudad más poblada de Catalunya.

La pieza audiovisual nace de un encargo del consistorio al Centre d’Estudis de L’Hospitalet (CELH), entidad de la cual Ibáñez es socia desde su fundación y en la que a lo largo de los años antropólogos, historiadores o periodistas han estudiado los fenómenos migratorios que se han dado en la ciudad, siempre desde “una voluntad antirracista, antixenófoba y con un pensamiento progresista y democrático”, asegura su presidente, Manuel Domínguez.

Precisamente, Ibáñez critica con fervor el tópico que se instaló en los setenta de que la cultura flamenca y andaluza es reaccionaria y que está estrechamente vinculada al nacionalismo español, y explica que uno de los motivos que propició la migración del campo andaluz y de otras comunidades fue político, dado que en los pueblos “todo el mundo se conoce” y era una forma de evitar la represión franquista.

Buscar un futuro para los hijos como leitmotiv

La también antropóloga Clara Carme Parramon explica en un artículo para la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) que L’Hospitalet es “un ámbito territorial idóneo para los estudios relacionados con el fenómeno migratorio”, debido a la evolución que supuso en el crecimiento demográfico del municipio, pasando de unos 5.000 habitantes a principios del siglo XX a los 70.000 en 1950 y a rozar los 300.000 en la década de los ochenta, convirtiéndose en la segunda ciudad con más habitantes de Catalunya, sólo por detrás de Barcelona, y en una de las más densas de toda Europa, carga que conserva.

En los años ochenta, un tercio de la población total de L'Hospitalet procedía de Andalucía

Entre los llegados de otras comunidades autónomas, destaca el número de andaluces que se instalaron L’Hospitalet, una ciudad idónea por su cercanía a Barcelona, a los núcleos industriales y a su gran extensión entonces sin urbanizar. El presidente del CELH, Manuel Domínguez, comenta que en la década de 1980 un tercio de la población de L’Hospitalet “procedía de la migración andaluza. De hecho, según datos de 2016 del portal estadístico del Ayuntamiento de L’Hospitalet, la presencia de vecinos de origen andaluz seguía primando por encima de otras comunidades autónomas. Mientras que de Andalucía procedían 25.318 personas, de Castilla y León, la segunda de donde más veían, había 7.144.

Tanto Ibáñez como Domínguez remarcan que entre los motivos que llevaron a la gente a trasladarse a zonas más industrializadas, además de los políticos y del mayor número de oportunidades laborales, había el de buscar un futuro mejor para los hijos.

La antropóloga de L'Hospitalet Juana Ibáñez.

La antropóloga de L'Hospitalet Juana Ibáñez. / Zowy Voete

Las condiciones de vida de la población migrada a L’Hospitalet fue muy precaria durante años. Ibáñez explica que se dieron todo tipo de infraviviendas, desde las cuevas a las barracas o pisos pequeños: “Vivía mucha gente en espacio muy reducido, trabajaban mucho, muchos dejaban parte de su familia en el pueblo y tenían que enviar dinero”, relata Ibáñez, quien empezó a descubrir su vocación cuando de pequeña llegaron a sus manos libros de la antropóloga estadounidense Margaret Mead.

La ciudad con más entidades andaluzas

A Ibáñez siempre le ha gustado el flamenco. Todavía recuerda cuando de joven acudía a los espectáculos de cante jondo, a ver los certámenes de guitarra y a los matinales que celebraban las diferentes peñas andaluzas de la ciudad. “Desde la antropología también es interesante estudiar el flamenco, que es una cultura en sí mismo”, afirma. La antropóloga explica como L’Hospitalet fue la urbe metropolitana donde más entidades andaluzas se crearon, con mucha diferencia respecto a otras como Cornellà de Llobregat o Santa Coloma de Gramenet.

L’Hospitalet fue la urbe metropolitana donde más entidades andaluzas se crearon

Dado que la mayoría de migrantes andaluces y de otras regiones residían en barrios periféricos, caracterizados por la falta de infraestructuras y de equipamientos, las peñas en las que se reunían sirvieron como primer vehículo para los movimientos vecinales. Ibáñez, quien durante años militó en el Moviment Comunista, conoce bien esta faceta. Tanto ella como Manuel Domínguez explican como los mayores procesos de integración se vivieron en el antifranquismo y en las luchas vecinales, dos ejes en los que coincidían tanto catalanes como andaluces.

“Si tú, que vienes de 800 km, ves este espacio y sabes que como te la has jugada y has luchado ahora hay un parque, que lo has hecho tu, pues esta es la mayor integración. Hay un parque en Bellvitge porque los vecinos iban a plantar árboles. Es una integración física con el territorio”, remarca Domínguez, quien recuerda también como esos migrantes se encargaron de construir barrios enteros como El Gornal.

"Vosotros sois catalanes, andaluza soy yo"

El presidente del CEL comenta que actualmente en l’Hospitalet ya tan solo hay un 11% de población de origen andaluz, dado que muchos de los migrados ya han fallecido y algunos de sus hijos y nietos se han marchado a vivir fuera. De los dos hijos que tiene Juana Ibáñez, uno todavía vive en el barrio de Santa Eulàlia, pero el otro ahora vive en Mallorca.

Ibáñez explica como en las entrevistas que ha realizado a lo largo de su carrera académica, los primeros migrantes andaluces temían que los hijos no tomaran su relevo después de lo que “les había costado tanto construir, esas peñas y festivales, que trataban como una segunda vivienda”. Muchas de las entidades ya han desaparecido, aunque todavía quedan representantes como la peña Antonio Mairena o la Cofradía 15+1, con un marcado carácter popular y en la que las imágenes salen de un garaje y no de una iglesia.

“Las generaciones actuales, en general, ya no se reconocen como andaluces y sería un error grave hacerlo, porque no lo son. A mis hijos siempre les he dicho: 'Vosotros sois catalanes, andaluza soy yo', y mis hijos se sienten catalanes los dos”, concluye Juana Ibáñez.

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