REBROTE DE COVID-19

Vecinos de La Torrassa: "Aquí hay mucha gente y poco espacio"

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Beatriz Pérez

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"Hay algo que no funciona". Lo dice Joaquín, de 81 años, que está sentado en la plaza Espanyola de L'Hospitalet de Llobregat. El vecindario de este barrio, La Torrassa, donde surgió el brote de coronavirus que ya afecta a 300 personas en el municipio, ve insuficiente el incremento de la vigilancia policial y del número de agentes cívicos, medidas tomadas por el ayuntamiento los días pasados, vayan a tener efecto. "Las terrazas siguen a tope", se queja Luisa, de 65 años. "Aquí hay mucha gente y poco espacio. Todo el mundo viene a esta plaza: es el sitio de queda".

Ahora habrá que ver si el llamamiento de esta tarde de la Conselleria de Salut al vecindario de La Torrassa, La Florida y Collbnlanc para que se quede en casa es respetado por la mayoría. De momento, a partir de mañana, la hostelería verá reducido su aforo al 50%, por órdenes de la Generalitat. Y, además, en los últimos días, los Mossos d'Esquadra han intensificado los controles en la plaza Espanyola para evitar aglomeraciones. Sigue habiendo gente, pero no tanta. Otros agentes de paisano están entrando en los bares para certificar que se cumplen las medidas de seguridad.

Dos agentes cívicos que patrullan los alrededores de la zona aseguran que, desde el viernes pasado (cuando se informó del brote), notan una "mejora" en el comportamiento de la ciudadanía. "Hace más uso de la mascarilla. Pero, por la tarde, esto suele estar lleno…", certifica también uno de ellos que pide mantenerse en el anonimato. "Sabíamos que habría un rebrote porque esto era como una discoteca desde que acabó el estado de alarma. Había hasta gente fumando en sisha", denuncia por su parte Ludna, marroquí de 41 años.

El vecindario culpa a las aglomeraciones y, en concreto, señala a la plaza Espanyola y la vida social que acoge como el origen de un brote de covid-19 que amenaza ya con traspasar las fronteras de L'Hospitalet y expandirse a Barcelona. Lo ha advertido esta misma tarde la alcaldesa Núria Marin: "Somos una ciudad rodeada de ciudades. Lo que vaya bien para L'Hospitalet va bien para el área metropolitana y al revés. Queremos contribuir a la seguridad sanitaria de la población", ha asegurado. Por eso el consistorio ha intensificado la vigilancia en los alrededores de la plaza Espanyola.

"Veo a los vecinos más concienciados, usando más mascarillas y geles desinfectantes. También más preocupados. La policía está pasando todo el tiempo", comenta Adriana, colombiana de 44 años y dueña del centro de estética Latin Nails. La población latinoamericana, sobre todo la nacida en República Dominicana, es muy numerosa en La Torrassa, donde regenta muchos negocios como peluquerías y bares. "Siempre va a haber aglomeraciones de gente", dice Óscar, dominicano de 49 años. "Pero la gente tiene que concienciarse de que debe llevar mascarilla. Alguna la lleva colgando del brazo", se queja.

Además de la mayor o menor responsabilidad individual, existe otra realidad: la de aquellas personas con un nivel socioeconómico bajo que no puede mantener una correcta cuarentena en caso de contagiarse. Es el caso de Juliana, peruana de 36 años con dos hijas. "Nosotras no podríamos hacer un correcto aislamiento si nos contagiáramos porque el piso es muy pequeño. Vivo con mi marido, mis hijas y la propietaria de la vivienda. Es un piso con dos dormitorios y un cuarto de baño", explica.

La familia debe tres meses de alquiler porque la crisis sanitaria, que se ha convertido en económico, la afectó fuertemente. "Yo cuidaba a una abuela. Mi hija trabajaba en un bar. Y mi marido hacía arreglos", explica Juliana. Ahora todos buscan trabajo, algo difícil porque, además, no tienen papeles. "Ahora solo podemos tratar de cuidarnos. Es difícil porque, a partir de las seis de la tarde, la plaza Espanyola se llena", critica también Juliana.

Miedo de expansión a Badal

En el barrio barcelonés de Badal, en Sants-Montjuïc, prestan atención a lo que ocurre en La Torrassa. Solo una calle, la Riera Blanca, separa a L'Hospitalet de la capital catalana. Y no muy lejos se encuentra el Real Club de Polo de Barcelona, que también cerró sus restaurantes por el covid-19. Badal es, hoy por hoy, un barrio cercado por el coronavirus. "Yo no estoy nada preocupado. Pero hoy, entre mis clientes, sí que he notado inquietud por el brote de L'Hospitalet. Y en los bares la gente está preocupada por si se contagia a Barcelona", cuenta Oriol, de 31 años y dueño de un estanco en Badal.

A 200 metros se encuentra el bar Latorre regentado por una familia de chinos. "Me da miedo un posible rebrote, por eso no piso L'Hospitalet. Voy de mi casa al trabajo y al revés", dice Yanjun, de 34 años. Esta mujer comenta que mucha gente del municipio vecino viene a trabajar a Badal. "En China la gente es mucho más seria", asegura.

Hay otras personas que no se preocupan tanto. "Esto está pasando en todas partes. No puedes ponerle murallas al virus", comenta Pedro, de 34 años, desde la terraza de un bar en Badal. Es del barrio de La Torrassa. "En el metro hay mucho contagio", asegura junto a él Michael, de 25. Said, de 40, cree que los rebrotes son "algo normal que tiene que pasar". "Al menos los hospitales han ganado tiempo", comentan los tres mientras fuman y se beben una cerveza.