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Fede Sardà: "Luz de Gas es una sala, un club y un teatro donde hacemos cultura"

Sala Luz de Gas, heredera de un cine de 1943

Lucas Bun, un extraño poder en Luz de Gas

Fede Sardà

Fede Sardà / Zowy Voeten

Anna R. Alòs

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Primero fue informático, alternó sus noches libres ejerciendo de disckjockey en diversas salas y fiestas, y la primera etapa profesional de Fede Sardá como director de local fue en el Tropical de Castelldefels, muy cerca de Barcelona, entonces propiedad de Marc Martí.

A mediados de los años 60, el local había sido feudo de la 'gauche divine' catalana capitaneada en el local por el escultor Xavier Corberó y los pintores Hernández Pijoan y Josep Guinovart. “Aquello del Tropical sí eran fiestas, decía Josep Anglada, que había sido antes camarero en Bocaccio. Un día, con la canción 'Yellow submarine' de Los Beatles, salió de pronto un submarino amarillo del mar. Y había un fotógrafo que llevaba un cocodrilo tatuado en el pecho para que quedara clara su estirpe al sacarse el niqui”. Se refería al fotógrafo Oriol Maspons.

Después la noche cambió y Sardà llegó a ella en 1984. El terreno estaba abonado con lo mejor de cada casa y que en aquellos días era, en realidad, el segmento canalla.

-Entonces, Tropical fue su primera sala fija.

-Sí, como director. Una buena época, y después estuve en diferentes sitios pero no me gustaban los directores y me iba.

-¿En qué otros locales recaló después?

-Como director en Oh Barcelona, Standard, Up&Down, Otto Zutz y La Tierra.

-Y llegó Luz de Gas. Cuénteme cómo empezó.

-Estaba en unos grandes almacenes comprando cd´s y me encontré a Ventura Pons, el director y productor de cine, le conocía por mi hermana, Rosa María Sardà. Me dijo “ven a la Belle Epoque porque de 9 a 11 hacemos cine y toca el piano Jordi Sabatés”. Fui y al verlo pensé que con semejante escenario allí había que hacer música en vivo, no podía ser de otra manera.

-La Belle Epoque era una sala muy diferente entonces, más bien un cabaret y lo lideraba la 'vedette' Dolly van Doll.

-Eso es, y estaba casada con Fernando Vila, con el que me asocié y así dejó de ser un cabaret y nació Luz de Gas. Ventura era el padrino y se abrió el 27 de septiembre de 1995 con la actuación de Luz Casal.

-¿De nuevo a dirigir un local?

-Sí, pero entonces ya tenía un porcentaje. Pequeño, pero sí, por primera vez tenía algo mío en un local. Pensé tanto levantar salas y luego tengo que irme, pues quiero algo propio.

-¿Por qué la bautizaron con un nombre de película de 1940?

-En Catalunya era muy frecuente cuando alguien no quería ser tomado por loco, como en aquella película, que dijera “a mí no me hagas luz de gas”. Me lo criticaron, y yo decía que si duraba poco nadie se acordaría, y si funcionaba sería un buen nombre.

-¿Ha cambiado mucho la noche?

-El principal cambio es que hace doce años abríamos de lunes a sábado y ahora de miércoles a sábado. Pero los miércoles porque hacemos cultura y a veces hay más músicos en el escenario que público abajo.

-O sea, se han quedado por el camino dos noches, lunes y martes, y los miércoles no se hace caja.

-No, pero insisto en que hacemos cultura. La gente sale, como siempre, viernes y sábado, pero yo pillo un pellizco del fin de semana y miércoles y jueves para los dos conciertos de cada noche. La cultura hay que hacerla siempre que puedas.

-Está claro que la música en vivo es su tema fuerte.

-Sí porque, mire, hay muchas salas que dan música en vivo de 9 a 12, pero…

-¿Cómo que muchas?

-Bueno, tres o cuatro, no más en Barcelona. Pero salas que hagan una cuota de música en vivo de 1 a 2 de la madrugada, solo nosotros en toda Europa.

-¿Cómo define Luz de Gas?

-Luz de gas es más que un club, es una sala, un club y un teatro, y me interesa más todo lo que representa el local que el dinero que gane.

-Pero gana.

-Mientras haya dinero para vestirse, comer y para algo más, es suficiente.

-¿Se ligaba más en las noches de antes?

-No lo sé, no me fijo en todo eso. Me interesa el producto que doy. La gente viene a bailar y a escuchar música, y esa franja de 1 a 2 de la madrugada se lo pasan en grande. No sé si se liga. Vienen después de cenar.

-Y la estrella líquida de la noche es el gin tonic.

-Es efectivamente la estrella. El whisky, el cubalibre y el raf ya no se piden.

-La estética de la copa balón contra el vaso de tubo.

-Algo hay de esto. El color claro del líquido, hay muchos tipos de ginebra, y eso que dice, la copa balón.

-¿Hay follones en su sala?

-Nunca. Somos nueve porteros viernes y sábados. A la que alguien causa un problema se le saca de la sala, y la violencia de género aquí nunca se ha vivido. Si hay una persona agredida se activa el protocolo, se la aparta y atiende, y al agresor se le retiene hasta que llega la policía.

-¿Cómo controla eso?

-Hay 70 puntos lilas en Luz de Gas. Son trabajadores y colegas, cada uno sabe lo que tiene que hacer en cada momento. Les he dado charlas y los he mandado a los mossos d' escuadra que les han explicado qué hay que hacer. Pero al final es sentido común.

-¿Podría darse un 'caso Alves' en su sala?

-Imposible que se dé un caso Alves en Luz de Gas, no hay privado. La parte de arriba, donde ponemos música latina, tiene lavabos de hombres y de mujeres, no hay confusión. Es la ley y la cumplo a rajatabla.

-¿Algunos famosos que han tocado en su sala?

-Charlie Watts tocó la batería tres días porque él quiso, y los Ramones. Y entre el público hemos tenido a Hugh Grant, Kevin Costner, Mick Jagger, Andy García…

-¿Qué anécdota lleva usted grabada en la memoria?

-Un día que estaba la sala a tope y actuaban Lole y Manuel. Solo una guitarra y una voz y el silencio era sobrecogedor. Era la confirmación, me dije la gente viene realmente a escuchar música en vivo. Impresionante.

-¿Qué significa la música?

-Comes para el cuerpo físico, la música es la comida del alma.

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