INDUSTRIA EN TRANSFORMACIÓN

Armani: "Ya no quiero trabajar así, me parece inmoral"

El diseñador asume que esta pandemia debería ayudar a cambiar el ciclo de la moda

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Luis MIguel Marco

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La imagen de Giorgio Armani con la mascarilla puesta y entrando por la puerta trasera a su desfile de Milán celebrado el pasado 23 de febrero casi a puerta cerrada, con un puñado de imprescindibles, sin apretones ni alfombra roja, dio la vuelta al mundo. El negocio de la moda, con sus semanas repletas de presentaciones y desfiles, contenía la respiración ante lo que iba a traer consigo esta pandemia. No había más que ver lo que había pasado en China, uno de los grandes mercados de Armani por cierto.

El diseñador y empresario, uno de los pocos a que sus 85 años y con 45 de carrera aún controla personalmente el imperio que levantó hace décadas, ha alzado ahora la voz para proclamar lo que muchos otros diseñadores también afirman con la boca pequeña, que esto no puede continuar así, que el sector del lujo, casi por definición, no puede seguir el ritmo demencial autoimpuesto de colección tras colección y que debe cambiar en vistas a un futuro post-covid 19. 

"Ya no quiero trabajar así, me parece inmoral- El lujo no puede ni debe ser rápido" se ha sincerado Armani en una carta publicada en la revista norteamericana Women's Wear Daily (WWD), el oráculo de las empresas de moda en su faceta más empresarial, menos frívola, digamos.

Al igual que decía el diseñador Roberto Verino en estas mismas páginas hace unos días, en el sentido de que los desfiles de moda tal como los hemos conocido hace tiempo que no tienen sentido -"van a desaparecer, no me cabe la menor duda"- Armani también es tajante. "Basta con la moda como un juego de comunicación, con desfiles en todo el mundo solo para presentar ideas insípidas. Basta de entretenimiento con grandes espectáculos que hoy se revelan como lo que son: inapropiados y vulgares" afirma alguien que ha montado desfiles en un aeropuerto y que ha abarrotado su propio teatro para 'shows' multitudinarios.

Desperdicio de recursos

En este sentido, reniega de toda la huella mediambiental que lleva consigo mover semejante circo de un continente a otro y el "desperdicio" de recursos económicos para llegar a varias pasarelas internacionales. Eso por no hablar de las colecciones crucero para entretener a la prensa y a las clientas y del desajuste de un calendario que califica como "criminal" y que le obliga a presentar su colección de esquí por ejemplo en plena canícula. También echa pestes Armani de la caducidad, de que un traje suyo tenga que dejar paso a otro en el escaparate en menos de un mes, él que siempre se ha vanagloriado de hacer ropa elegante y atemporal. 

"Me parece absurdo que en pleno invierno solo se puedan encontrar vestidos de lino en las tiendas y abrigos de alpaca en verano, solo para satisfacer inmediatamente el deseo de compra. ¿Quién compra un artículo para meterlo en el armario esperando a que llegue la temporada adecuada? Ninguno o solo unos pocos. Esto se ha convertido en la mentalidad dominante, creo que está mal y debe cambiar".

Armani, que vivió su gran despegue internacional gracias a conquistar Estados Unidos gracias a un puñado de películas y estrellas como Richard Gere, analiza la crisis que viene arrastrando el sector. "El declive del sistema de la moda, tal y como lo conocemos, comenzó cuando el sector del lujo adoptó los modos de funcionamiento de la moda rápida con un ciclo de entrega continuo, con la esperanza de vender más. Pero no tiene sentido que una chaqueta o un traje mío esté en la tienda durante tres semanas, que se vuelva inmediatamente obsoleto y sea reemplazado por una nueva mercancía, no demasiado diferente de la anterior", se queja.

Batas para el personal sanitario

Este tótem de la moda italiana, con 4.500 empleados directos trabajando para sus diferentes departamentos, desde la alta costura a la línea más juvenil, Emporio, y desde la ropa de cama a la hotelería, cree que este parón forzoso puede ser también "una oportunidad para volver a dar valor a la autenticidad. El momento que estamos atravesando es turbulento; pero nos ofrece la oportunidad única de arreglar lo que está mal, de eliminar lo superfluo, de encontrar una dimensión más humana. Esta es quizás la lección más importante de esta crisis". 

Desde que en Italia la pandemia enseño los dientes, Armani ha donado 1,25 millones de euros a los hospitales Luigi Sacco y San Raffaele y las fundaciones Istituto dei Tumori (Milán) y Istituto Lazzaro Spallanzani (Roma). En sus talleres se está trabajando además en la fabricación de batas desechables para el personal sanitario. Y personalemente ha dado instrucciones para que su colección de verano pueda permanecer en los escaparates al menos hasta septiembre. La que presentó en Milán a puerta cerrada, la de otoño, como todo estas semanas, deberá esperar.