LA TRANSFORMACIÓN

De tornillos a tortillas

La histórica ferretería Casa Rafols reabre como restaurante de tapas junto al Arc de Triomf

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ALBERTO GONZÁLEZ / Barcelona

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Si bien el cierre de negocios históricos en Barcelona es una triste noticia para la memoria de la ciudad, se agradece que, al menos, los que los sustituyan tengan la delicadeza de respetar parte de su pasado. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, en Casa Rafols (Ronda Sant Pere, 74), la que fuera una de las ferreterías más emblemáticas de la capital (desde el 1911), que el pasado junio reabrió como restaurante, conservando no solo el mismo nombre, sino también algunos elementos característicos del antiguo negocio, como la forja de la entrada.

Tras unos primeros meses de discreto rodaje, el establecimiento ya se encuentra al 100% para comunicar su propuesta con la seguridad de estar haciendo un buen trabajo (no en vano, el número de clientes del establecimiento, incluso entre semana, es muy alto).

La suya es una carta que invita a compartir, con platillos que se ajustan al concepto de tapa, elaborados 100% en su cocina, a partir del producto fresco que se compra a diario. Una cocina de mercado donde se preparan desde unos ricos espárragos con verduras a la brasa, unas intensas croquetas de jamón ibérico o las sardinas marinadas en casa. La carta –que también reserva un apartado a los huevos estrellados y a las tortillas– recoge diferentes tablas de embutidos y quesos, ensaladas, arroces y pastas para compartir y una amplia variedad de pescados y carnes. Entre los primeros destaca el ceviche de lubina y aguacate con chile verde; o el salmón marinado al gintónic con remolacha. Entre los segundos, la carrillera de vaca braseada con polenta (se deshace en la boca); los tacos de solomillo con panceta ibérica, hongos y foie; y, sobre todo, un lomo bajo de vaca vieja (madurado durante cinco semanas) que quita el sentido. En cuanto a los postres, no se puede dejar de probar la leche frita, al estilo de la abuela.

Además, el restaurante cuenta con una excelente red de proveedores de proximidad, entre los que se encuentra la 'bacaladería' Rafols, su proveedor de anchoas o la familia Solà de Argentona, panaderos desde 1615.  Respecto a este último producto, el local cuenta con un espacio adaptado como panadería, donde vende este delicioso pan artesano también de forma independiente. También cabe mencionar su 'tap station' de San Miguel, con seis cervezas de barril sin pasteurizar, inspiradas en distintas ciudades del mundo, donde el 'blend' se hace en el momento de tirar cada caña a partir de tres barriles y un depósito de 1.500 litros de cerveza base.

Y para los que quieran seguir la fiesta después de cenar, el sótano de Casa Rafols (donde durante la guerra civil hubo un comedor oculto) encierra el clandestino Club 61, un espacio para degustar cócteles de autor acompañados de la mejor música.