UN NUEVO ESCENARIO

Un plan físico para driblar al coronavirus

Frenki de Jong hace un ejercicio de movilidad articular.

Frenki de Jong hace un ejercicio de movilidad articular. / periodico

Joan Domènech

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El coronavirus ha generado una visible consecuencia en el fútbol: la suspensión de todas las competiciones, desde la primera a la última. El cese de las actividades se trasladó a la interrupción de los entrenamientos. De momento, durante quince días. Lo imprevisible es predecir cuánto durará y cómo afectará este parón, recrudecido por las órdenes de confinamiento y la imposibilidad de hacer deporte al aire libre.

La planificación ha saltado por los aires. El calendario de partidos y de entrenamientos ya no sirve. Las pautas de trabajo previstas se han convertido en inútiles, lo que obliga a los clubs al <strong>diseño de un plan preparatorio que palíe los inconvenientes del paralizante coronavirus.</strong>

Los preparadores coinciden en que la epidemia ha desencadenado una situación desconocida para todos. Nunca se había producido un parón en medio de la competición –excepto en casos individuales por lesión- y las repercusiones que tendrá son una incógnita. La ausencia de precedentes en el deporte implica que apenas exista literatura científica sobre las estrategias a seguir más convenientes. Ni para expertos ni para neófitos. Solo está contrastado en la bibliografía que hay un riesgo de aumento de lesiones entre las cuatro y las seis semanas desde que se reanuden los entrenamientos normales.

“A todos los futbolistas, en los entrenamientos en solitario, les faltará el estímulo real del fútbol, los gestos, las reacciones, los giros...”. Adrià Aguirre, Máster en Alto Rendimiento

Una fase anormal

Porque se ha entrado en una fase anormal. Desde ahora, y en cierto modo de improviso, los preparadores físicos se ven en la tesitura de programar planes de entrenamiento individualizados, que serán más personalizados y más supervisados según los medios de que disponga cada equipo. <strong>Los que se han dibujado para los jugadores del Barça, que cuentan cada uno con un controlador gps particular,</strong> no tienen nada que ver con los que se preparan para los de un equipo de Tercera División.

“A todos, a todos, en los entrenamientos en solitario les faltará el estímulo real del fútbol, los gestos, las reacciones, los giros, incluso las carreras interválicas”, explica Adrià Aguirre, licenciado en Ciencias de la Actividad Físca y el Deporte y Máster en Alto Rendimiento. También es el preparador físico del Terrassa, y desde el jueves, desde que el ayuntamiento prohibió los entrenamientos en el campo, que es municipal, anda planteándose el diseño de las sesiones a partir de varios escenarios futuros: si los jugadores han de entrenarse en casa o en un gimnasio particular, si pueden hacerlo en parques o al aire libre o si pudieran reunirse en pequeños grupos.

“No se prescribe lo mismo para un portero, cuya preparación debe centrarse más en los brazos, que a un futbolista de campo con un trabajo de cardio. Más que cargar las pilas, lo importante es que no vuelvan con las pilas descargadas”. Albert Samsó, profesor de la Escuela de Entrenadores de la RFEF y FCF

A estas alturas de la temporada, a falta de entre diez y doce jornadas y un playoff para acabar según la categoría, los equipos andan en una fase de mantenimiento físico. Puede haber variaciones si un equipo ha fijado su punto álgido de forma en marzo o cuando lleguen los cinco últimos partidos. Ante este panorama con la plantilla dispersa, los técnicos solo pueden recomendar una pauta de trabajo con ejercicios que refuercen la fuerza y la resistencia. Una minipretemporada en medio de una temporada. “Con la diferencia de que los jugadores ya tienen una base adquirida”, precisa un técnico de fútbol base.

Rutinas establecidas

“No se prescribe lo mismo para un portero, cuya preparación debe centrarse más en los brazos, que a un futbolista de campo con un trabajo de cardio”, apunta Albert Samsó, profesor de la Escuela de Entrenadores de la federación española y la catalana, actualmente segundo entrenador del Horta. “Más que cargar las pilas, lo importante es que no vuelvan con las pilas descargadas”, añade Samsó, consciente de que los entrenadores deberán fiarse de que los jugadores sigan el plan de mantenimiento que les han enviado.

La incertidumbre se extiende por conocer cómo y en qué condiciones se reanudará la competición

Él se fía. Y Aguirre también se fía. La dedicación de sus pupilos no anda tan lejos de los profesionales de las categorías superiores. “Todos tienen una rutina personal de preentrenamiento en el gimnasio, cuidan su alimentación, descansan…”, asegura Samsó. “Es fundamental que hagan el trabajo para que la vuelta a la normalidad sea lo más segura y rápida”, subraya Aguirre.

Los dos, y todos sus colegas, no importa el nivel, comparten la incertidumbre por ver qué sucederá en cuanto desaparezca la amenaza del coronavirus: cómo se compromirá el calendario, cómo soportarán los futbolistas una mayor exigencia física, cómo responderán los equipos cuando se reparta más el minutaje... El incierto futuro que depara la epidemia mundial.