Abro hilo

Victoria Beckham: creada por los ricos, robada por los pobres

Las seis sedes de la Copa del Mundo de 2030, la serie de Netflix sobre el matrimonio Beckham y la cumbre europea de Granada centran el interés en las redes

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Daniel G. Sastre

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Una obrera en Rolls-Royce

La escena lleva unos días dando la vuelta al mundo. Se acaba de estrenar la serie 'Beckham', que consta de cuatro capítulos sobre la vida del conocido exfutbolista. Enseguida se ha colocado entre los productos más vistos de Netflix, lo que da cuenta del interés que sigue suscitando entre el público. Son en total más de cuatro horas en las que se repasan sus orígenes humildes, su temprano amor por el fútbol, su rápido ascenso al estrellato, su golazo contra el Wimbledon a los 21 años, su paso por el Real Madrid, su vida actual... Pero también su relación con Victoria, la excomponente de las Spice Girls con la que se casó hace 24 años y con la que tiene cuatro hijos.

De hecho, la escena en cuestión, la que se ha hecho sin duda más famosa de todo el contenido, es una que comparten ambos. Está Victoria hablando de sus respectivas familias, de cómo David le gustó porque ambos vienen de familias que "han trabajado mucho". Pero después va más lejos: "Nuestros padres trabajaron mucho. Somos de clase obrera". En ese momento, aparece la inquisidora cabeza de David Beckham por la puerta del comedor. Y el diálogo que se desarrolla a continuación, en el que él desmonta los supuestos orígenes humildes de ella, es lo que ha convertido este trozo del documental en viral: 

-Sé honesta.

-Estoy siendo honesta.

-¿En qué coche te llevaba tu padre al colegio?

-Bueno, mi padre...

-No, responde. Da una respuesta. ¿Qué coche?

-No es una respuesta fácil. 

-¿En qué coche te llevaba tu padre al colegio?

-Depende.

-No, no, no, no.

-Vale. En los 80 mi padre tenía un Rolls-Royce.

-Gracias.

Y la cabeza de David Beckham desaparece del plano.

David y Victoria Beckham, en la presentación en Londres del documental de Netflix

David y Victoria Beckham, en la presentación en Londres del documental de Netflix / Netflix

El Mundial de las migajas

Nadie entiende muy bien qué pasa con el Mundial de fútbol de 2030. Primero optaban a organizarlo España y Portugal, la llamada "candidatura ibérica". Meses después se les unió Marruecos, y el torneo pasó a ser el de "los dos continentes". Pero la propuesta aprobada finalmente esta semana ya es mucho más innovadora. Tres selecciones sudamericanas, Argentina, Uruguay y Paraguay -que también aspiraban a albergar el campeonato de 2030- disputarán sus partidos iniciales en el Mundial en sus respectivos países. Así que ahora el torneo se celebrará en tres continentes y seis naciones.

Como sucede cuando intentas cortar un pastel en tantos trozos que a los comensales solo les llegan migajas, nadie está contento con la decisión salomónica de la FIFA. Nadie excepto dos colectivos de dirigentes: los de la propia FIFA y los de los países que albergarán algún partido, que intentan colgarse medallas por llevar una pequeña parte del gran espectáculo del fútbol internacional a unos ciudadanos que deberían estar agradecidos. Pero las redes sociales les dejan clara la situación: la mayoría piensa que, de tanto estirar el negocio, se lo están cargando, que organizar así un Mundial pierde mucha gracia.

Algunos mensajes recuerdan aquella histórica pancarta, aparecida por primera vez en Túnez hace unos años: 'Created by the poor, stolen by the rich'. Creado por los pobres, robado por los ricos: justo lo que muchos aficionados piensan que ha pasado con el fútbol y el Mundial de 2030. Así lo resume el periodista de ESPN Fernando Palomo: "Hacen con el Mundial lo que quieren. Con todo derecho: es la Copa del Mundo DE LA FIFA. Primero dos sedes, después una ciudad en el desierto, después tres países y de ahí tres continentes y seis países". Al menos todos los anfitriones están clasificados de antemano.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en una foto de archivo. EFE/ Rubén Peña

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en una foto de archivo. / EFE/ Rubén Peña

Pasión en la Alhambra

No hay ninguna duda de que la Alhambra es uno de los lugares más bonitos del mundo. Por eso parece de entrada un acierto que Pedro Sánchez haya elegido ese singular monumento de Granada para albergar una cumbre europea en la que han sucedido varias cosas importantes, empezando por la presencia inesperada de Vladímir Zelenski. El presidente ucraniano ha recordado al resto de líderes que su país sigue sufriendo la invasión rusa, y que la ayuda de la Unión Europea es más necesaria que nunca. 

Pero no ha sido esa intervención de Zelenski la que ha concentrado los focos de las redes sociales, sino otra: el discurso de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen (del Partido Popular) durante la clausura de la cumbre: "Quiero agradecer al presidente Sánchez, querido Pedro, por los maravillosos anfitriones que sois tú y tu país por traernos a este increíble lugar. Vaya experiencia". Estas palabras, el tono de arrobo con el que las pronuncia Von der Leyen, y diversas fotografías y vídeos en los que se la ve extasiada ante los fabulosos mosaicos de la Alhambra han levantado la jocosa sospecha de que la máxima mandataria europea está rendida a los encantos del presidente español. A quien, por cierto, le ha salido un competidor por el trono de líder más guapo de la izquierda europea tras la entronización en Syriza de Estéfanos Kasselakis.

Von der Leyen estaba tan contenta en Granada que intimó con una de las guías de la Alhambra, Sumaya Abdelbi. La presidenta de la Comisión Europea se fascinó con el pañuelo que la guía llevaba mientras le explicaba qué podía encontrar en el monumento nazarí. Ante tanto interés, Abdelbi se lo acabó regalando después de la cena oficial del jueves. Von der Leyen lo agradeció mucho; tanto, que al día siguiente lo llevó al cuello durante toda la jornada de clausura.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente en funciones, Pedro Sánchez, en la cumbre europea de Granada.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente en funciones, Pedro Sánchez, en la cumbre europea de Granada. / REUTERS /Jon Nazca

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