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Reacciones ante un semáforo en rojo

Una ciclista espera en un semáforo de Barcelona.

Una ciclista espera en un semáforo de Barcelona. / ARCHIVO

JORDI QUEROL

Normalmente, delante de un semáforo rojo, cuando los coches circulan veloces por la calzada, los transeúntes permanecemos inmóviles. No obstante, cuando el rojo de la señal coincide con la ausencia de vehículos, las reacciones son distintas: unos continúan estáticos y otros cruzan la calle.

Yo pertenezco a un tercer grupo. Cuando no hay circulación alguna siempre cruzo en rojo, pero cuando hay más gente esperando, antes de cruzar miro si hay niños o personas ancianas a mi alrededor. Si hay chavales no cruzo, ya que considero que estoy dando un mal ejemplo y, si hay alguna persona muy mayor, tampoco lo hago; recapacito porque los puedo empujar a que me imiten pensando que el semáforo está verde.  

Actuó así desde que un día, en Barcelona, cogiendo de la mano a mis dos nietos -que viven en Suiza-, cruzamos alegremente un semáforo en rojo. De inmediato, mi nuera, que es alemana, me reprendió con energía diciendo: "Has desconcertado a tus nietos. En su escuela, les explican que eso es un delito".

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