Nueve años en Barcelona

Soy nicaragüense, y luego de nueve años ya en Barcelona, que se dice pronto, he de decir que nunca he tenido ninguna incidencia de tipo racista, más que algún que otro comentario fuera de lugar; quizá porque soy de piel más blanca, aunque mis rasgos son latinos y alguna vez me han confundido con un asiático. Lo primero que hice al llegar fue aprender catalán; estudié durante ocho meses. Para mí era inconcebible vivir aquí sin conocer el idioma.

Mi padre estudió en la Escola Industrial de joven, cuando la Revolución sandinista. Algunos de sus amigos se casaron con catalanas y viven aquí; sin embargo, él regresó a Nicaragua.

Inicié a estudiar un grado universitario en turismo, hice prácticas profesionales en Turisme de Barcelona, en un hotel de cuatro estrellas, y justo antes de acabar la carrera ya tenía trabajo. Mi actitud siempre ha sido de superación personal.

Durante la carrera hice buenos amigos y amigas, es por esto que el 90% de mis amigos son catalanes y catalanas; no es el mismo caso de otros latinos estudiando en el mismo sitio, ya que se sentían apartados o simplemente no quisieron integrarse, teniendo las mismas oportunidades que yo. Llevar la idea predeterminada de que la gente es racista por defecto es un error y nos limita grandemente.

Durante cenas, actos y alguna que otra fiesta, sí que a mis amigos se les escapa algún comentario como 'sudaca', 'panchito'... Y me ven y nos echamos unas risas. Creo que si el caso fuera opuesto y ellos estuvieran en Nicaragua nosotros allí les llamaríamos 'gallegos' o nos reíríamos del acento, pues es algo que ya he vivido. Siempre me tomo todo de forma positiva, algunas veces les digo que soy de Centroamérica, que ahora se han jodido, tendrían que decir 'centraca' y no queda tan bien. Quitando el que a veces en determinados entornos escucho este tipo de comentarios, la vida aquí es muy normal.