Los pedófilos de la Iglesia y el misterio de Juan Pablo II

La figura del "abogado del diablo", el encargado de cuestionar si una persona merecía ser declarada beata o santa, fue abolida por el Papa Juan Pablo II en 1983. Su desaparición le permitió realizar casi 500 canonizaciones y más de 1300 beatificaciones, frente a las 98 canonizaciones de sus predecesores en el siglo XX.

Otro dato muy inquietante durante el pontificado de Karol Wojtyla es que el número de casos de sacerdotes que abusaban sexualmente de menores fue creciendo. Y así seguimos: en el peor de los casos, ante evidencias tan abrumadoras que la Iglesia ya no puede seguir encubriendo, el castigo máximo es la prohibición de oficiar misa. "¡Horrible!", deben pensar los que creen en Dios. "¡Que me quiten lo bailado!", deben pensar los que no.

Cabe sospechar que Juan Pablo II eliminó al abogado del diablo en 1983 no sólo para que no metiera las narices en las beatificaciones y canonizaciones sino para que no se hiciera público cierto informe que le pasó: “Santidad, hay un porcentaje importante de pedófilos en el mundo a los que les interesa pertenecer a la Iglesia, y no porque crean en Dios, sino porqué eso les facilita saciar sus perversiones. Debería su Santidad entregarlos a todos a la justicia ordinaria y solicitar además que se incluya en los códigos penales, como circunstancia agravante, el hecho de aprovecharse de su cargo en la Iglesia".

¿Por qué tenía tanto interés la Iglesia en hacer santo tan rápidamente a Karol, sólo nueve años después de su muerte, en el segundo año de pontificado de Francisco I? ¿Y qué chantaje le hicieron a Bergoglio a cambio de hacerlo Papa? Sólo el Espíritu Santo lo sabe, cuando decidió que había llegado la hora de la "fumata blanca".