"Cs nos representaba a los indecisos, pero acabó siendo un partido más"

Ha sido, y aún lo es, un buen nombre para un partido político que nació de forma peculiar, de curso errático y deshonroso declive. Es un buen nombre porque en una democracia de verdad el poder se mantiene y ejerce desde la ciudadanía, derecho que no ejercemos. Lo es también porque la ciudadanía debería ser el sujeto y objeto de quienes, en una delegación parcial de ese poder, ejercen el gobierno para la consecución de un proyecto previamente aprobado por los ciudadanos.

Desgraciadamente, los proyectos, o son papel mojado o no existen. Incluso es un buen nombre, porque el trabajo de los políticos debería ser trabajar por el bien común de los ciudadanos en lugar de por el bien particular de sus partidos o poderes paralelos, lo que no es democracia sino partidocracia.

El nacimiento de Ciudadanos estuvo marcado por una magistral campaña de 'marketing'. Los que veíamos en ese momento una esperanza, desconocíamos que era una esperanza vacía de contenido. Algunos tardamos más que otros en darnos cuenta de que tan solo era un partido más de nuestra particular partidocracia.

No era ese centro que tanto añoramos la mayoría, esos a los que nos llaman peyorativamente "indecisos" y sí, lo somos porque pensamos y analizamos. Por ello nos sentimos orgullosos de ser indecisos. Modifiquen la legislación electoral y permitan un nuevo voto, una nueva papeleta, la de la abstención activa con barrera electoral. Se van a llevar una gran sorpresa.

La mayoría silenciosa de este país está esperando a ese partido que, desde el centro, la responsabilidad, el respeto, la coherencia y la transparencia pueda liderar con buenos profesionales una auténtica regeneración democrática en la península ibérica, ese infinitesimal puntito del Universo donde ridículamente, y a pesar de los siglos transcurridos, los humanos aún no han aprendido a convivir.

Es una pena que un partido con un nombre tan apropiado se autodestruya por la ineficiencia de quienes le han dado vida.