Carta desde California: si no nos impiden a propósito votar, lo parece

Llevo varios años residiendo fuera de España. El voto para los  residentes en el extranjero siempre ha sido un calvario. En los  primeros años de mi estancia, el sobre que te enviaba la Junta  Electoral para introducir la papeleta de voto era tan pequeño que no  había espacio para que la oficina de correos local estampara el sello  de certificado, ni casi para los sellos, pues la dirección postal de  la Junta Electoral, que ya venía impresa, ocupaba casi toda la  superficie del sobre.

En otras ocasiones, la documentación para votar  llegaba fuera de plazo. Pero desde que cambió el sistema de voto  para residentes en el extranjero, que impide votar en las elecciones municipales, las cosas han  empeorado de tal manera que ya no recuerdo la última vez que pude  hacerlo. Ahora hay que solicitar previamente por escrito a la Junta  Electoral tu intención de votar; después hay que recibir la  confirmación de tu intención y, finalmente, la documentación para  votar. Desde que cambió el procedimiento, nunca he recibido esta  última, a pesar de haberlo solicitado y recibir previamente la  confirmación en todas las ocasiones. Estas elecciones generales no han  sido una excepción. Si no lo hacen a propósito, lo parece.