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20D: Menos debatir y más dialogar

Alejandro Gaya Moreno

Los representantes de los diferentes partidos electos se están centrando excesivamente en desprestigiarse los unos a los otros, con el único fin de captar votos y mejorar sus resultados electorales, y en defender a "capa y espada" unos programas políticos cerrados que no tienen en cuenta el posible escenario de representación política que puede configurarse el día después de las elecciones.

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Las encuestas electorales, más allá de pronosticar cuál será el partido que ganará las elecciones y la cuota de representación que corresponderá a cada "color político" en el Congreso de los Diputados, ya nos están indicando que será un congreso plural y que las principales decisiones políticas que emanen tendrán que ser fruto del consenso entre partidos. En esta línea, el "circo mediático" en que se está convirtiendo esta campaña, de desprestigio entre partidos y de críticas cruzadas poco o nada constructivas entre sus representantes, me hace dudar sobre la capacidad de estos en consensuar políticas comunes que vayan más allá de los intereses partidistas concretos de sus votantes y en beneficio real del conjunto de la sociedad española.

Por primera vez en la historia democrática en España, se prevé que el fin del bipartidismo y la emergencia de las nuevas fuerzas políticas tendrá un papel clave. Este auge de nuevas fuerzas hace evidenciar una evolución de una sociedad española cada vez más compleja, más plural y mejor informada que harta del inmovilismo y la desafección con los partidos políticos tradicionales buscan alternativas para canalizar sus demandas y exigen, mediante el diálogo, soluciones eficaces a los principales problemas políticos, económicos y sociales existentes. 

Así pues, en un espacio político que se prevé plural a partir del  20-D, los partidos políticos tendrían que dejar de discutir, escucharse entre ellos e intentar encontrar elementos de conexión que les acerquen una vez las elecciones hayan finalizado. Las problemáticas que afronta España son complejas y el debate electoral, únicamente canalizado mediante la crítica y no vía el diálogo, nos aleja de la consecución de lo que todos queremos: respuestas consensuadas desde la política que den soluciones eficaces a problemáticas complejas. 

En esta campaña faltan compromisos claros de actuación conjunta una vez finalicen las elecciones, falta voluntad de escucha y diálogo entre las partes. , y hay más interés en destruir al adversario con fines resultadistas que no en acercar posicionamientos y consensuar políticas clave de interés estatal para dar respuestas eficaces e inmediatas a la compleja realidad que vive España

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