Entender + las relaciones y la sexualidad Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La ninfomanía es un invento

El verdadero problema clínico del que hablaba aquel grupúsculo de estudiantes universitarios es la adicción al sexo, un tema muy serio al implicar todas las conductas que una persona adicta hace

Imagen del video de los estudiantes de un Colegio Mayor en Madrid: Putas, salid de vuestras madrigueras

Imagen del video de los estudiantes de un Colegio Mayor en Madrid: Putas, salid de vuestras madrigueras / EPC

3
Se lee en minutos
Elena Crespi Asensio
Elena Crespi Asensio

Psicóloga especializada en sexualidad.

ver +

Estos días hemos escuchado de nuevo la palabra ninfómana. A gritos. Un grupo de estudiantes universitarios utilizando una palabra caducadísima, en pleno siglo XXI. Está claro que ellos, seguramente, también están muy caducados.

El machismo que destilaban los cromañones que gritaban por aquellas ventanas era de una caducidad clarísima, aunque algunos hombres y otras personas crean que solo era un juego puramente inocente o de apareamiento. ¿Apareamiento? ¿Gritar “putas” y “ninfómanas” a un grupo de chicas es una estrategia de apareamiento? No sé en qué mundo animal es una estrategia válida, la verdad. Yo pensaba que los humanos éramos animales racionales e inteligentes. Veo que no, al menos algunos.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

Volvemos a los insultos caducados. Ninfómana. Una palabra que no tiene traducción en masculino. Bien, según las leyes patriarcales una mujer con un deseo sexual insaciable es una ninfómana y un hombre con un deseo sexual insaciable sencillamente es un hombre. Esta palabra es un invento de la sociedad patriarcal que tiene miedo a que las mujeres descubramos verdaderamente cómo funciona nuestro deseo y que dejemos volar nuestra curiosidad e imaginación en cuanto a nuestra sexualidad. Es por eso que siempre se nos ha educado (todavía hoy) para ser objetos de deseo, pero no para ser sujetos de deseo. Objetos de deseo del hombre cisheterosexual, evidentemente. Un objeto que debe obedecer a lo que el otro nos manda y que debemos responder a la manera de desear que han enseñado al otro.

Y no podemos ser sujeto de deseo, es decir, entender y vivir el deseo en nuestra propia piel porque sino quizás descubriríamos que esto de la sexualidad no es tan cromañón como hemos aprendido, que tiene muchos matices y aristas. Y que es mucho más rico que solo pensar en la penetración vaginal y en un hombre que no puede controlar ni sus deseos ni sus gritos irrespetuosos.

Escribo esto sintiendo todavía la rabia que sentí el día en que se hizo público aquel vídeo de la residencia de estudiantes de Madrid. Rabia porque todavía hay quien dice que exageramos cuando hablamos del modelo de sexualidad y de educación sexual machista que aprendemos. Pero también animada para seguir trabajando, al ver la respuesta que esta salvajada recibió. 

Es cierto que algún cromañón salió en defensa de este grupúsculo de machos (y sí, algunas chicas también les han defendido pero esta defensa también es fruto del modelo patriarcal que aprendemos que nos hace poco asertivas y, a menudo, poco conscientes de la violencia que recibimos), pero la mayoría de respuestas que recibió esta noticia hacía evidente que estas 'tradiciones' no son más que 'machiruladas' estúpidas.

Noticias relacionadas

Hace unos días, después de la aparición del video, una madre me decía que estaba preocupada porque no sabía cómo educar a su hijo para que no se convirtiera en un cromañón de este tipo. Y, para mí, este es el auténtico reto: que los chicos cuestionen esta masculinidad machista que la sociedad, por muchas vías, les enseña. Y esto se consigue no solo hablando de sexualidad, sino enseñando a los niños los mismos valores que enseñamos a las niñas. Ellos también tienen que aprender sobre cuidados, emociones y respeto.

Vuelvo a la palabra ninfómana: quien todavía se crea que utilizando una palabra caducada se insulta a un colectivo (el de las mujeres, en esta ocasión) debería reciclarse un poco. Primero, porque la ninfomanía no existe, es un invento patriarcal. Y, en segundo lugar, porque el verdadero problema clínico del que hablaban, sin saberlo, aquel grupúsculo es la adicción al sexo. Una adicción al sexo implica todas las conductas que una persona adicta hace y esto es un tema muy serio. Demasiado serio como para banalizarlo a golpe de grito caducado. La adicción al sexo hace que muchas personas quieran paliar su angustia teniendo relaciones sexuales compartidas o con la masturbación, hace que muchas personas tengan conductas de riesgo para poder tener sexo compartido de cualquier manera, hace que algunas de estas personas con adicción al sexo no tengan en cuenta la voluntad de la otra porque la adicción les gobierna. Y esto es un tema muy serio. Sobre todo porque, además, la adicción al sexo afecta mayoritariamente a hombres, hombres que han aprendido este modelo de masculinidad machista, como los de los cromañones que gritaban desde las ventanas. Un modelo de masculinidad que deberíamos erradicar para construir uno que realmente permitiera disfrutar de la sexualidad en todas sus dimensiones.