Entrevista

Marco Martella: "El amor por los jardines viene de una nostalgia ligada a la infancia"

Director de la revista ‘Jardins’, única en su género, que publica anualmente y que aborda el concepto de jardín desde el punto de vista filosófico, poético y existencial, Martella, escritor y jardinero, acaba de publicar en España ‘Fleurs’ (Elba), un libro de relatos que refleja con arte y delicadeza su pasión. Como todo artista de su género, sabe que un jardín es algo más que una prosaica colección de plantas.

Marco Martella.

Marco Martella.

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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-Señor Martella, escribe que todos los jardines que ha hecho le han transportado al jardín de su madre, en Conca d'Oro. ¿El amor por los jardines es una cuestión de nostalgia?

-Creo que el amor por los jardines viene de una nostalgia ligada a la infancia, sí. La nostalgia no es necesariamente un sentimiento positivo, pero en el caso del jardín es distinto, porque un jardín siempre es futuro. Creamos un espacio, lo cultivamos, lo cuidamos y lo proyectamos a futuro. Si planto un árbol que mide 50 centímetros, un árbol joven, pienso en cómo será cuando sea grande, viejo, dentro de 100 años, cuando yo no exista. Es una forma de proyectarse hacia el futuro, y en mi opinión, un futuro favorable, positivo.

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-Hábleme de ese jardín de su madre. Ese vergel de limoneros, como lo describe en el libro.

-Sí, claro. Era un jardín de Sicilia donde mi madre pasaba el tiempo cuando era pequeña, durante la Segunda Guerra Mundial. El jardín era un oasis de paz, un lugar de apaciguamiento y seguridad en un momento muy difícil, en medio de una guerra. Encontré familiares en Sicilia que me contaron la historia de este jardín de naranjos y limoneros, y descubrí que tengo antepasados que cultivaban limones en el siglo XIX, y quizás un ancestro que inventó una variedad de limones. En mi caso, creo que ahí está el origen, mi sueño del jardín, que es un poco el sueño de toda la humanidad: la búsqueda de un lugar habitable para ser feliz.

“Visitar un jardín es como abrir el libro de un autor desconocido”

-¿El jardín es la representación más accesible del paraíso perdido?

-Sí, naturalmente, es lo que más se acerca a ese viejo sueño de la humanidad. Después de la ruptura entre el hombre y la naturaleza, el jardín representa el reencuentro. El jardinero y los que frecuentan jardines saben que hay momentos en los que uno recupera ese pacto.

-“Tal vez, pensé, los hermosos jardines solo sirven para eso, para hacernos aceptar lo inaceptable”, escribe. ¿El jardín es un antídoto contra la muerte? ¿No es algo paradójico, un jardín, que habla de la vida y de la muerte al mismo tiempo?

-Quizá lo que hace el jardín es recordarnos que la vida y la muerte siempre van juntas. El jardín vive y muere constantemente, las plantas mueren, luego renacen… Siempre me ha interesado mucho ese nexo entre la vida y la muerte en el jardín, y pienso en un artista, Derek Jarman, que a finales de los 80 supo que tenía sida. No había tratamiento y tenía los días contados, así que se puso a hacer un jardín. La jardinería ocupó el centro de su vida y de su actividad artística, y es un ejemplo de cómo el jardín es un antídoto cuando la muerte se acerca.

"Un jardín nos recuerda que la vida y la muerte siempre van juntas"

-Como Jacob Petersen, ¿no? Me gustó mucho el personaje de Petersen por varias razones, entre ellas porque demuestra que un buen jardinero no es necesariamente una persona que sabe de botánica y de plantas. ¿Qué hace a un buen jardinero?

-Creo que lo más importante es la familiaridad del jardinero con las plantas, con los animales, con la tierra… Es muy importante conocer la tierra, sentir la tierra… y también el agua, y la luz… Un buen jardinero es alguien que es capaz de sentir las cosas vivas. Es un atributo animal, en cierto modo, y también poético. Al final, es una adhesión al mundo vivo. Y es algo que se puede adquirir, uno se puede convertir en un buen jardinero con el paso del tiempo.

- Supongo que cada uno tiene sus propias motivaciones, pero, según su experiencia, ¿qué busca el jardinero en su jardín?

-Es una pregunta compleja. Según mi experiencia, es un poco como cuando abro un libro que he comprado o que me han regalado, un libro de un autor que no conozco: siempre está la esperanza de que ocurra algo. Cuando visito un jardín o cuando empiezo a hacer un jardín siempre tengo la esperanza de que se produzca una experiencia personal que me conecte con el mundo. Creo que un jardín, como la literatura, como el arte, ayuda a la gente a salir de sí misma, a mirar el mundo de los seres vivos de otra manera.

"Un buen jardinero es alguien que es capaz de sentir las cosas vivas. Es un atributo animal, en cierto modo, y también poético"

-Hablemos del capítulo donde aparece Vila-Matas. Es un gran juego, ese capítulo. Vila-Matas, usted, su heterónimo Teodor Ceric…

-Sí, claro. Con Vila-Matas el juego es casi obligatorio.

-¿Ocurrió realmente todo como lo cuenta ahí?

-Eh… Veamos: ¿quiere la verdad o…?

-Tiene razón. Dejémoslo así.

-Nos divertimos mucho, eso es cierto.

-Cambiemos de tema. ¿Le gustaría hacer una lista de tres jardines que tengan un significado especial para usted? ¿Tres jardines que le guste visitar?

-Sí, por supuesto. Sin mucho pensar, espontáneamente, se me ocurren… Bueno, hace un rato hablé del jardín de Derek Jarman, que se encuentra en Inglaterra, en Kent… Es un pequeño jardín, ¿eh?, pero lo encuentro absolutamente magnífico. Para mí es una fuente de inspiración constante. Pienso también en el jardín de Bomarzo, en Italia. Fue un jardín que me impresionó mucho. Mis padres me llevaron cuando era niño y recuerdo que había estatuas monstruosas por todas partes. Las estatuas daban miedo, pero de una forma bastante lúdica. Desde entonces me gustan los jardines originales, singulares, un poco desestabilizantes.

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-¿Y el tercero?

-Y en tercer lugar, a ver, a ver… Ah, sí. Hay un jardín sobre el que he escrito mucho, un jardín que se encuentra cerca de París, el jardín de Gilbert, que fue habitado por Jean Fautrier, uno de los grandes pintores franceses del siglo XX. Es una especie de jardín salvaje, una jungla florida absolutamente suntuosa que me impresionó mucho. Lo estudié mucho, ese jardín. El tema del jardín abandonado es muy rico poéticamente hablando, y estéticamente también.

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