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40 años de la entrada de España en la OTAN | + Historia

Hoy lunes hace 40 años que España ingresó la OTAN, algo que marcó la política del país durante la Transición y la primera legislatura del PSOE. Ahora que la OTAN vuelve a ser actualidad, queremos recordar ese episodio.

El encargado de Negocios de la Embajada de España, Alonso Álvarez de Toledo, haciendo entrega del documento de adhesión a Walter Stoessel, entonces secretario de Estado de Ronald Reagan. 

El encargado de Negocios de la Embajada de España, Alonso Álvarez de Toledo, haciendo entrega del documento de adhesión a Walter Stoessel, entonces secretario de Estado de Ronald Reagan.  / EFE

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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1982 es un año importante para la historia reciente de España y no solo porque Naranjito fuera la mascota del Mundial de fútbol. Está considerado el momento de inflexión que marcó el final de la Transición y el principio de la nueva etapa democrática, cuando en octubre de hace 40 años el PSOE ganó las elecciones generales. Ahora bien, en el ámbito de las relaciones internacionales, cinco meses antes sucedió un hecho importantísimo que ayuda a explicar la victoria socialista: el 30 de mayo de 1982 España se convirtió en el decimosexto miembro de la OTAN.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte nació en 1949 por iniciativa de una docena de países occidentales. Su finalidad era la defensa mutua en caso de que sus integrantes fueran objeto de agresión exterior. Los fundadores fueron Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Bélgica, Dinamarca, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega, Islandia y Portugal. Tres años más tarde se incorporaron Grecia y Turquía y en 1955 la República Federal Alemana.

El evidente cariz militar de la OTAN sirvió para acentuar la división del mundo en dos bloques durante la Guerra Fría. Así, mientras los países de la órbita occidental y capitalista quedaban alineados en la OTAN, el sector soviético dominado por Moscú en 1955 creaba el Pacto de Varsovia, con la participación de ocho países: Albania, Bulgaria, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Rumania, República Democrática Alemana y Unión Soviética.

Mientras, la dictadura de Franco intentaba encajar en ese mundo. En 1945, después de la derrota de Hitler y Mussolini, se había quedado sin los aliados que le habían ayudado a ganar la guerra civil en 1939. En el nuevo escenario global, el régimen nacionalcatólico logró salir del ostracismo internacional jugando la carta anticomunista con una expresión que se hizo famosa y que muchos lectores todavía recordarán: Centinela de Occidente. Gracias a ello pudo establecer unas relaciones especiales con EEUU. Para Washington poco importaba si ese país del sur del Mediterráneo era una dictadura, mientras pudiera utilizarlo de base de operaciones.

Tras la muerte de Franco, el presidente Adolfo Suárez pese a reforzar los lazos con los americanos también dio pasos para solicitar la entrada en la Comunidad Económica Europea (la predecesora de la actual UE). El problema fue que en junio de 1980 el presidente francés Giscard d'Estaing ralentizó el proceso de integración de España en el club europeo.

Entonces tomó fuerza la idea de entrar en la OTAN, idea que en marzo de 1978 ya había presentado ante el senado el ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja. Creía que así se daría una imagen de solidez frente a los vecinos del Viejo Continente y abriría las puertas de la CEE de una vez por todas. En cambio, el presidente Suárez no estaba convencido de ello. Era partidario de mantener un perfil más neutral. De hecho hay algunas teorías que sostienen que el golpe de estado del 23-F tenía por objetivo echarle de la Moncloa porque frenaba los intereses atlantistas en España. Sea como fuere, su sustituto al frente del ejecutivo, Leopoldo Calvo-Sotelo, sí inició los trámites formales para que España fuera admitida en la OTAN.

La incorporación se hizo efectiva el 30 de mayo de 1982. Ahora bien, a diferencia de otros temas de la agenda política de esa época, no todos los partidos estaban de acuerdo. El más beligerante fue el PSOE, que lo convirtió en un arma de desgaste contra el gobierno. Los socialistas eran partidarios de la neutralidad, espoleada por un creciente antiamericanismo de una parte de la sociedad española, que seguramente recordaba la buena sintonía entre la Casa Blanca y Franco. Hay que tener presente que el bloque soviético todavía no se había desintegrado y la URSS se presentaba como régimen idílico.

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“OTAN, de entrada no” fue el eslogan popularizado por el PSOE, que ganó las elecciones en 1982 con la promesa de convocar un referéndum sobre la permanencia de España en la Alianza Atlántica. Pero eso no ocurriría hasta 1986. Cuatro años que sirvieron a los socialistas para acomodarse en el poder y reorientar su posicionamiento.


Nuevo protagonismo

Con el intento de invasión rusa de Ucrania, la OTAN ha recuperado protagonismo y vuelve a ser un importante actor de la política internacional. Países tradicionalmente neutrales como Suecia y Finlandia han solicitado su ingreso al organismo. Al igual que antes ya lo habían hecho la mayoría de estados que habían formado parte de la órbita de la extinta URSS.

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