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Reactivada la rehabilitación de las casas bajas del Clot

La curiosidad empujó a Carles Albert Ledo a enviar una carta a la sección ENTRE TODOS. A menudo pasea por la calle del Clot y quería saber por qué se paralizó la rehabilitación de cuatro de las 18 casas históricas, incluidas en un plan especial de protección del patrimonio histórico de la ciudad. El Ayuntamiento se ha comprometido a completar las reformas.

Casas bajas de la calle del Clot, en Barcelona. La mayoría fueron rehabilitadas hace unos años con la ayuda del Ayuntamiento.

Casas bajas de la calle del Clot, en Barcelona. La mayoría fueron rehabilitadas hace unos años con la ayuda del Ayuntamiento. / Jordi Cotrina (EPC)

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Luis Benavides
Luis Benavides

Periodista

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Las 18 casas históricas de la calle de Clot, en el distrito de Sant Martí, fueron construidas en fila, una pegada a la otra, a principios del siglo XIX. Estas viviendas estaban afectadas por el plan general metropolitano (PGM), pero la presión vecinal consiguió salvaguardarlas mediante una modificación del plan y su inclusión en el catálogo patrimonial del ayuntamiento en el 2013. “Las fachadas fueron reparadas a instancias del Ayuntamiento e incluso se hizo una fiesta en el 2015 para celebrar su rehabilitación”, recuerda en su carta un vecino del carrio, Carles Albert Ledo, quien lamenta que cuatro piezas presenten actualmente “un aspecto lamentable”.

Ledo se pregunta cómo puede ser que seis años después de esa celebración cuatro de las casitas, de tres plantas, una de ellas semienterrada, sigan deteriorándose y afeando el conjunto. El Ayuntamiento, sostiene el lector en su misiva, “se llena la boca hablando de patrimonio histórico” pero “no ha conseguido armonizar las fachadas”.

Las casas bajas del Clot, catalogadas como patrimonio histórico de la ciudad, la semana pasada.

/ Jordi Cotrina

Fuentes municipales consultadas por EL PERIÓDICO recuerdan que el Ayuntamiento ofreció ayudas a a través del Institut Municipal de Paisatge Urbà i Qualitat de Vida (IMPU) en el 2013 con una propuesta de conjunto y de color. Asimismo, “se gestionaron acuerdos con las compañías para ordenar el cableado e integrarlo y se acompañó a los propietarios para llegar a acuerdos que hiciesen posible toda la actuación”. Con todo, si quedaron cuatro fincas por rehabilitar es porque “en dos casos no se encontraba a la propiedad y en los otro dos casos el proceso topó con la negativa de la propiedad”, aseguran las mismas fuentes.

El Ayuntamiento ha activado la “ejecución subsidiaria”, explican a este diario, de manera que se harán cargo de la reforma de las casas pendientes y a través del Institut Municipal d’Hisenda “se cargará el pago a la propiedad”.

Tres de las casas rehabilitadas pertenecen a Manuel Gaya, de 86 años. Y celebra que el consistorio finalmente tome cartas en el asunto. “El exterior es importante por la estética, pero la seguridad debería ir por delante”, apunta este aparejador jubilado, preocupado por el estado del interior de dos de los cuatro inmuebles pendientes de reforma, actualmente ‘okupados’. “Como no han hecho ningún trabajo en las cubiertas son un peligro para las demás. Las vigas de madera podrían ser atacadas por termitas”, alerta este vecino, que por otra parte disculpa a los dos propietarios que no colaboraron: subvención al margen, el importe total que debe desembolsar cada uno tiene cuatro ceros.

Seis generaciones

El bisabuelo de Gaya fue uno de los primeros inquilinos de estas casitas con unos cinco metros de fachada. “El primer documento del que se tiene constancia data de 1837, cuando se construyeron”, subraya el vecino, que lo guarda con sumo cuidado en el sótano, convertido durante el pandémico 2020 en una suerte de casa-museo con fotografías, objetos antiguos, árboles genealógicos y manuscritos de compra-venta que mantienen vivo el pasado de este singular rincón de Barcelona.

Fons i Gaya, en su salón, con la torre Glòries al fondo.

/ Jordi Cotrina

Gaya nació y creció en esas casas. Como sus hijos y sus nietas. En total, seis generaciones de moradores. Y esto es un pequeño milagro teniendo en cuenta que tuvieron la espada de Damocles encima desde prácticamente el primer día, mucho antes que el PGM. Primero fue por su ubicación en una “zona polémica”, denominada así por estar al alcance de los cañones durante la guerra de la Independencia (1808-1814), con constantes combates a escasos metros; y una pila de años después por la construcción de varios equipamientos educativos que a punto estuvieron de echar abajo estas singulares construcciones. “Mi suegra siempre nos inculcó el amor por estas casas; le daba besos a las paredes, nos decía que no las dejáramos nunca”, recuerda la mujer de Gaya, Mercè Fonts, que se instaló en la calle del Clot al poco de casarse.

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“Desde que el ayuntamiento las catalogó como patrimonio de la ciudad en el 2013, mi madre puede descansar tranquila ”, dice aliviado Gaya, galardonado ese mismo año con la medalla Cultural de los Premis Sant Martí por sus investigaciones sobre las casas bajas del Clot. Ahora que la pandemia empieza a remitir quizá abra las puertas de su pequeño museo y comparta el fruto de muchos años de estudio y conservación. “Ya veremos. Por el momento solo está abierto a amigos y gente de confianza”, puntualiza con una sonrisa juguetona que traspasa la mascarilla.


Actualización

Este diario se ha puesto en contacto con vecinos de la calle en marzo de 2022, meses después de la publicación de este reportaje, y siguen sin noticias de la rehabilitación pendiente en esas cuatro casas.