César Indiano: "Asfixiar a un escritor y periodista es fácil"

El escritor y comentarista político César Indiano huyó hace seis meses de su país, Honduras, vencido por –dice– "el miedo, el asco y la rabia". Personaje mediático y muy conocido en el país centroamericano, su abierto posicionamiento en contra del Gobierno de Juan Orlando Hernández y la publicación de artículos y libros que han puesto al descubierto los entresijos corruptos del poder lo han puesto, literalmente, en el punto de mira. "Me han amenazado de muerte", afirma. Indiano está en Barcelona. En casa de un amigo. Su situación económica está lejos de ser holgada y ha tenido que remangarse y hacer pequeños trabajos de carpintería. Está tramitando el asilo.

-¿Cómo se encuentra?

-Bueno... En cuestión de semanas pasé de ser uno de los comentaristas más conocidos de Honduras a ser un obrero. Pero así son las cosas. Lo primero que hice al llegar fue aceptar que tenía que trabajar en cualquier cosa. Pero lo asumo como un mientras tanto.

-¿Un mientras qué?

-Mientras me ubico, mientras reconozco el medio, mientras me forjo un camino. Barcelona es una ciudad fértil para hacer cosas.

-¿Lo amenazaron?

-Amenazas disfrazadas de otra cosa. Por ejemplo, que tu mejor amigo te diga: "Mejor te moderás porque es peligroso". Y Honduras es un país donde, la verdad, la vida de un ser humano vale menos que la de un pollo. Cualquiera mata, cualquiera muere. El nivel de insensibilidad es atroz.

-¿Qué es exactamente lo que lo ha llevado a esta situación?

-A esta situación me ha llevado mi posición en contra de cualquier dictadura, y lo que ha comenzado en mi país es una dictadura. Ya lo había denunciado en tiempos de Manuel Zelaya, pero es que Zelaya no lo supo hacer bien.

-¿Qué quiere decir?

-Intentó perpetuarse en el poder sin cambiar la Constitución. El actual presidente sí cambió la Constitución y ganó las elecciones del 2017 haciendo fraude. Todo el mundo lo sabe. Nos dirigimos a un modelo como el de Venezuela, el de Bolivia, el de Nicaragua…

-Son acusaciones muy serias.

-Aquí en España no se habló mucho de ello. Pero la OEA recomendó repetir las elecciones.

-Los libros que ha escrito tampoco le han granjeado muchos amigos que digamos.

-Así es. Dos biografías que escribí también contribuyeron a  mi salida del país. Una sobre Alfredo Landaverde, un asesor de seguridad que descubrió las relaciones entre los cárteles, los políticos y los empresarios que fue asesinado hace unos años. Y la de Berta Cáceres, una defensora del medio ambiente a la que mataron en su casa. Soy el autor de dos libros sobre dos mártires.

-¿Quién es su enemigo?

-Mi principal enemigo es la corporación política. Para mí, detrás de estos crímenes está el Estado. En Honduras, la gente que está al frente del Estado es gente que básicamente sabe hacer dinero. No saben hacer nada más.

-Las presidenciales tuvieron lugar a finales del 2017. Usted huye del país en julio del 2018. ¿Qué pasó entretanto?

-Después del fraude salí a la calle, como muchos, pero la protesta no prosperó. Entonces hice pública mi ‘Carta abierta para un país en llamas’. Ese fue el detonante. A partir de ahí ya viví con miedo.

-¿El detonante de qué?

-Decidieron empobrecerme, y cuando deciden empobrecer a un individuo… Asfixiar a un escritor y periodista es fácil. Todas las fuentes de empleo se te cierran. Fui expulsado de varios medios, y de otros la verdad es que yo mismo me expulsé. Llegué a un nivel de pobreza que no sabía de qué iba a vivir.

-¿Por qué Barcelona?

-Porque aquí está mi amigo. Y él me dijo: "Aquí tienes un colchón y comida". Él es carpintero autónomo y me da trabajo… Cosas sencillas que hasta yo puedo hacer. La parte positiva es que estoy aprendiendo.

-¿Ah, sí?

-Me empapo de política local y de literatura. Leo mucho, y también aprovecho el tiempo para escribir. Por supuesto, he adelgazado. También mantengo activos mi blog y mi facebook, donde suelto riflazos que aún son muy leídos en mi país.

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-¿Se siente solo?

-La soledad es abrumadora. He pasado semanas caminando sin rumbo. Se puede estar muy solo en una ciudad de cinco millones de personas.