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Ramon Vilar: "En algunas iglesias dejan canto gregoriano suave de fondo sonoro"

Dirige la coral Shola Gregoriana de Catalunya e imparte clases de este canto sacro en latín.

Ramon Vilar.

Ramon Vilar. / LUAY ALBASHA

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Carme Escales

Cuando el médico intuyó que aquel parto llegaba complicado envió a su paciente a Barcelona. Traía dos a la vez. Por eso, Ramon y su hermano Julià nacieron en Barcelona, en 1943, pero son hijos de Avinyó (Bages). Con 9 años cumplieron el sueño de su madre: ingresaron en la Escolanía de Montserrat. Antes se tuvieron que preparar bien. Lo hicieron con los mejores profesores de música y canto en Artés, Sallent y Manresa. Fueron un año escolanets bajo la mirada de la Moreneta y luego entraron en los Jesuïtes. El canto gregoriano ya había llegado a sus vidas. Hoy Ramon lo canta y lo enseña a cantar.

—¿Qué le interesaba del canto gregoriano? Quería conocer más a fondo la música de la liturgia católica que todavía se cantaba, porque en ella están también los cimientos de la historia de la música occidental y la polifonía. Es la plegaria cantada, muy simple o con un gran desarrollo melódico, pero así cantada hacía sentir la fiesta, la celebración, era más expresivo que tan solo recitar.

—¿Qué le transmite personalmente? Espiritualidad, introspección, belleza, percepción. Solo escuchar canto gregoriano ya es un beneficio, transmite mucha paz.

—¿Dónde sugiere experimentarlo? En Catalunya hay nueve grupos de canto gregoriano adheridos a la Federació Catalana d’Entitats Corals. Schola Gregoriana de Catalunya que yo dirijo, y Veus del Pirineu, del que también formo parte, son dos de ellos. En la web de la federación se anuncian los conciertos (www.fcec.cat). También existe mucha discografía, y en Youtube hay muchos videos de gregoriano. Y hay algunas iglesias, también en Barcelona, que dejan gregoriano de fondo, muy suave, en horas fuera del culto. Y entrar en ellas entonces es fantástico porque sientes esa paz.

—Como profesor de la diplomatura de Música Sacra de la Facultat Antoni Gaudí –título propio del Ateneu Universitari Sant Pacià en colaboración con la Abadia de Montserrat, ¿A quién tiene como alumnos? Son una decena de hombres y mujeres, aspirantes a una posición laboral como puede ser maestro de capilla; organista o directores de canto y coros. Yo les enseño canto e historia del canto gregoriano.

—¿Hay mujeres intérpretes de canto gregoriano? Sí, Auditexaudi es un coro femenino compuesto en el 2012 en Barcelona que interpreta música sacra, gregoriano y también polifonía y música antigua. Con ellas hemos compartido algunos conciertos.

—También dirige a la trentena de hombres y mujeres de la Coral Preludi d’Amics de la Unesco. Ayuda a que las voces populares no se apaguen, igual que contribuyó a rescatar tradición oral que hoy es parte de la Fonoteca de Música Tradicional Catalana. Recogimos 22.000 fonogramas con información facilitada por personas en pueblos de toda Catalunya. Son sonidos vinculados a la comunicación, como el repicar de campanas o el canto del sereno; también canciones de trabajo para segar, esquilar...; cantos que acompañaban rituales del ciclo vital, desde el nacimiento hasta la muerte, pasando por el carnaval y la Navidad; himnos de instituciones como cofradías, canciones políticas, de guerra o sindicales.

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—Siempre había un motivo para cantar. Además de otras funciones, cantar era una forma de entretenimiento, por ejemplo en las casas de payés, delante del fuego, se cantaban canciones cortas, algunas picantes, obscenas, también romances, más literarias, amorosas o caballerescas.

—Quien canta, su mal espanta. ¿Lo hemos olvidado eso hoy? Creo que el dominio de la tecnología nos ha hecho perder el canto propio. La radio, los discos y mp3, tanta información musical ha apagado nuestras voces, más aún si lo que escuchamos está muy bien.