Una restauración histórica

La fachada posterior de la Casa Batlló recuperará sus insospechados colores originales

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Una lona cubre la fachada posterior de la Casa Batlló y muestra, de paso, cuál será el resultado final de la restauración.

Una lona cubre la fachada posterior de la Casa Batlló y muestra, de paso, cuál será el resultado final de la restauración. / Zowy Voeten

Carles Cols

Carles Cols

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La Casa Batlló renacerá (podría decirse sin exagerar demasiado) a principios del próximo verano, justo cuando acaben las obras de restauración de la fachada posterior del edificio, donde un exhaustivo trabajo previo de investigación a cargo del arquitecto Xavier Villanueva ha deparado notables sorpresas cromáticas. Lo que ahora es negro era blanco, lo que ahora es blanco era verde y lo que es amarillo era gris hollín. No son pocas las fincas del paseo de Gràcia que presumen de fachadas cara al público, o sea, al de la calle, y que son tristes y casi suburbiales vistas por detrás. Nadie debería dejar de visitar el ‘culo’ de las Cases Rocamora, ahora que el antiguo cine Novedades es un interior de manzana visitable. Vayan y vean. Jamás podía ser ese el caso, sin embargo, de una obra de Antoni Gaudí, detallista hasta extremos insospechados, y por supuesto, no en una obra capital como fue la Casa Batlló, que, lo dicho, renacerá probablemente en julio.

Recreación del antes y el después previsto.

Recreación del antes y el después previsto. / Casa Batlló

Se cumplen este 2024 los 30 años de una restauración histórica, la de la Capilla Sixtina. Fue, para los que recuerdan aquel día, un puñetazo inesperado de colores de repente luminosos, nada que ver con lo que se mostraba hasta entonces a los visitantes. Hubo que retirar de los expositores todas las postales e imprimir otras nuevas. Aunque las distancias son muchas, la Casa Batlló, como mínimo su fachada posterior, va camino de dar una sorpresa equivalente.

El 'trencadís' de la fachada posterior de la Casa Batlló, en plena restauración.

El 'trencadís' de la fachada posterior de la Casa Batlló, en plena restauración. / Casa Batlló

Gaudí, explica Villanueva, concibió esa pared como una suerte de jardín vertical ‘avant la lettre’, es decir, sin vegetación real, pero que simulaba serlo. Si la fachada, sin un exceso de imaginación, parece ser, en una de sus posibles versiones, un estanque de nenúfares en el que sobresalen los huesos de un dragón, coronada con un tejado que es la piel escamada del animal y en el que la empuñadura de la espada que lo ha matado adquiere unas formas gaudinianas, la contrafachada pretendía ser un espacio en el que una supuesta vegetación trepaba desde el patio familiar de los Batlló.

Los colores previstos, en un detalle de la lona.

Los colores previstos, en un detalle de la lona. / Zowy Voeten

Los análisis químicos y el trabajo de los restauradores ha permitido descubrir que las maderas de los balcones y ventanas eran verdes y no blancas, y que el hierro forjado que durante años se ha dado por hecho que era negro, porque de ese color estaba pintado, o quiso Gaudí de color blanco. Incluso la piel del edificio, hasta ahora de un amarillo cremoso, fue gris en su origen. El mundo al revés, dice Villanueva. Y es cierto. Los colores originales se perdieron probablemente a finales de los años 20. Eran poco sufridos para una época en la que el tren circulaba aún a cielo abierto por la calle de Aragó y el carbón era el combustible habitual de la calefacción de muchos hogares. Aquella fachada se repintó sin respetar su aspecto original y, además, en una época en la que los testimonios de cómo era quedaban registrados en blanco y negro. La tarea de recuperar un relato sobre los colores que eligió Gaudí ha sido un apasionante trabajo, dice Villanueva, que ha combinado el laboratorio con la búsqueda de textos descriptivos en cartas y oras fuentes literarias de la época.

Un restaurador trabaja en uno de los balcones. originalmente blancos.

Un restaurador trabaja en uno de los balcones. originalmente blancos. / Casa Batlló

Cinco equipos de artesanos especialistas en restauraciones trabajan en esa fachada para que recupere su aspecto primitivo, en lo que será, sin duda, toda una noticia gaudiniana cara al verano.

Los trabajos, de paso, han permitido descubrir detalles insospechados, como el original sistema de vigas con el que el arquitecto de Reus sostenía los balcones. Es un puzle atornillado, por lo tanto sin soldaduras, en el que el sistema de tensado descansa sobre perfiles helicoidales, una más de tantas soluciones que Gaudí encontró, mano a mano con Josep Maria Jujol, para resolver los retos que le planteaba su imaginación.