Red ortogonal de TMB

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Un bus H12, justo en pleno 'Efecto Cortina Rasgada', a punto de ser adelantado por otra unidad de la misma línea.

Un bus H12, justo en pleno 'Efecto Cortina Rasgada', a punto de ser adelantado por otra unidad de la misma línea. / JORDI OTIX

Carles Cols

Carles Cols

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A 7,3 kilómetros por hora llega a viajar el autobús H12 entre la plaza de las Glòries y la de Espanya, según ha comprobado este diario. Los datos oficiales sitúan la velocidad media en 11 km/h. Forma parte de la llamada red ortogonal de transporte público Barcelona, estrenada hace 10 años para mejorar la fluidez y acortar los tiempos de viaje. Con buena predisposición y una condición física ordinaria, esa es casi la velocidad a la que puede caminar un humano adulto. Sin que haya una estadística que apoye esta afirmación, de la H12, sentido Llobregat, se postula como línea más lenta de la ciudad. Que en las pantallas de información que hay a la vista de los pasajeros dentro de los vehículos se publiciten las virtudes de la línea X1, que cubre los 4,5 kilómetros que separan Francesc Macià de Glòries en menos un cuarto de hora, hasta parece una mofa de mal gusto.

Las cifras pueden variar según el día y la hora, pero no demasiado. El resumen que viene a continuación es solo un ejemplo, puede que ni siquiera el peor de todos.

El bus llega a la parada situada frente al centro comercial de Glòries a las 9.45 horas de la mañana. La parada elegida es esta porque es la puerta de acceso al Eixample. En línea recta, o sea, la distancia más corta entre dos puntos, cruza todo el distrito hasta dejarlo atrás en la parada de plaza de Espanya, frente a la boca de los Ferrocarrils de la Generalitat. Se abren las puertas ahí a las 10.26 horas. El vehículo ha empleado 41 minutos en cubrir una distancia de cinco kilómetros. Solo a modo de apunte, el récord mundial de atletismo de los 5.000 metros está establecido en los 12 minutos y medio.

Un taxi ralentiza el viaje de un H12 a su paso por la plaza de Tetuán.

Un taxi ralentiza el viaje de un H12 a su paso por la plaza de Tetuán. / JORDI OTIX

La cuestión más interesante es, no obstante, que de esos 41 minutos el bus ha estado detenido, entre semáforos y paradas, más de la mitad del tiempo. En ruta solo ha sido posible cronometrar 16 minutos.

El trayecto total de la línea, desde el barrio de Besòs hasta el del Gornal, en L’Hospitalet, se realiza en una hora y media. Es el tramo central, sin embargo, el más desesperante, como mínimo desde el punto de vista de los pasajeros. El conductor, preguntado al final de la ruta, dice que, por su parte, es solo cuestión de gustos. “Entre ir y volver ya han pasado tres de las ocho horas de la jornada laboral”. Es una manera de encararlo que, por supuesto, pero de nada sirve para los usuarios. Según Miguel Ángel Arias, represente de la UGT entre los trabajadores del bus, lo que sucede con el H12 no puede ni debe minimizarse. Es, desde su punto de vista, la clave de bóveda del debate de fondo. "La velocidad comercial del transporte público tiene que ser atractiva para el usuario", dice. Si no, se derrumba toda defensa del uso del bus frente al del coche.

Las razones de esa exasperante lentitud son varias. La principal es que el H12, cuando viaja con destino al Gornal, es como un salmón, nada contra la corriente de los semáforos. Muy raro es que el vehículo encadene dos semáforos en verde. La Gravía es una calle de dos sentidos, siempre un quebradero de cabeza para gestionar el tráfico. Transports Metropolitans de Barcelona lo sabe y lo sufre. Preguntada esta empresa pública sobre el caso concreto del H12, dice esencialmente dos cosas. Primera, que trabaja mano a mano con el Ayuntamiento de Barcelona para mejorar la secuencia semafórica en sentido Llobregat. Y, segunda, que la velocidad media habitual registrada, según sus datos, es de 11 km por hora, una cifra tampoco muy comercial y que, en cualquier caso, corresponde al conjunto de la ruta, es decir, que incluye los extremos, donde la velocidad es más alta que en el Eixample.

Hay, además, cruces complejos. Sortear Glòries, la calle de Marina, la plaza de Tetuán, Roger de Llúria y Espanya no solo tiene en contra que la onda verde beneficia al tráfico que va en sentido contrario, sino que, además, en esas intersecciones el conductor tiene que ceder primero el paso a vehículos que giran en dirección montaña.

Una pasajera hace un gesto frecuente en el H12: mira el reloj.

Una pasajera hace un gesto frecuente en el H12: mira el reloj. / JORDI OTIX

Así las cosas, esos 16 minutos en los que realmente el autobús se mueve tampoco proporcionan alegría si se tiene prisa. A veces, el semáforo se pone verde y el bus solo avanza 50 metros hasta la parada. Puede ser peor. Se cierran las puertas, el bus arranca y vuelve a detenerse porque el semáforo siguiente acaba de ponerse rojo.

No hay obstáculos en el camino. Entre Glòries y Espanya, el bus no comparte el carril con el resto del tráfico, solo con los vehículos que tienen como destino alguno de los aparcamientos de la fachada montaña de la Gran Via. Ocasionalmente, algún transportista aparca con la mitad de la furgoneta sobre la acera y la otra mitad sobre la calzada. Fastidia así a peatones y a pasajeros del bus. En el análisis llevado a cabo, eso no ha sucedido. Es decir, los registros podrían ser peores.

Paul Newman y Julie Andrews, en la escena del bus de 'Cortina rasgasda'.

Paul Newman y Julie Andrews, en la escena del bus de 'Cortina rasgasda'. / .

Lo que sí ha quedado anotado en las notas de este viaje es algo que sucede de forma habitual y que merecería ser bautizado como el ‘Efecto Cortina Rasgada’, en homenaje a una de las más tintinescas películas de Alfred Hitchcock. Paul Newman y Julie Andrews tienen que desplazarse de Leipzig a Berlín Este en tiempos de la temible República Democrática de Alemania. Lo hacen a bordo a un falso autobús de la resistencia. El problema es que por una serie de contratiempos, vamos, el pan de cada día en la H12, el verdadero bus de la línea atrapa, un detalle que tiene en vilo a todos los pasajeros, del primero al último miembro de la resistencia. Eso ha sucedido durante la prueba a la altura de plaza de Espanya. En situaciones como esta, desde la central dan órdenes de que el conductor deje pasar al autobús que viene por detrás, porque probablemente irá más vacío.

En resumen. 41 minutos para ir de Glòries a Espanya. Velocidad media, 7,3 kilómetros por hora. El test con cronómetro podría haberse llevado más allá de los límites del distrito del Eixample, por ejemplo, hasta la Ciutat de la Justícia, más que nada por ver qué magistrado está de guardia para un robo de tiempo como este.