Radiografía térmica

El 'microclima' de la Superilla de Barcelona, a examen: sorpresas en pavimento, bancos y parterres

Los bancos de la 'superilla': 54 grados al sol, 30 a la sombra

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Consell de Cent vs. Aragó. ¿Dónde hace más calor?

El experimento de EL PERIÓDICO con el termómetro láser. / Vídeo: Manu Mitru y Patricio Ortiz

Carles Cols

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A 33 grados escaló el termómetro en el Eixample el pasado 19 de julio, miércoles, una de las jornadas más calurosas de lo que va de verano y, por ello, una ocasión perfecta para poner la lupa sobre la nueva calle de Consell de Cent. Bueno, en realidad, no la lupa, sino un termómetro infrarrojo con puntero láser, homologado y profesional, un invento con mil aplicaciones distintas, seguro, pero en este caso ideal para comprobar que un banco al sol está 20 grados más caliente que uno a la sombra (y eso que son de madera, no de metal), que los parterres de virutas de tronco están más ardientes de lo que cabría suponer (casi 50 grados si les da el sol), que algunos elementos del mobiliario urbano tal vez deberían ser reevaluados (los llamados ‘lacasitos’ de la plaza de Girona, por ejemplo), pero que, en términos generales y pese a todo, es un invento ideal para certificar que el nuevo Consell de Cent funciona como refugio climático al aire libre.

Lo decía Indiana Jones (y se equivocaba) en la tercera de sus aventuras. Le contaba a sus estudiantes de arqueología que nunca una X marca donde está el enterrado el tesoro, y luego en Venecia, varias escenas más tarde, resulta que justo un 10 gigante en números romanos señalaba el camino a explorar. Algo así se puede decir del hecho de que justo en la calle de Consell de Cent, entre el paseo de Gràcia y Pau Claris, más céntrico imposible, esté Raig, la tienda decana de Barcelona dedicada a la comercialización de dispositivos científicos, que dentro de tres años, por cierto, será centenaria. De ahí ha salido el termómetro infrarrojo empleado en este trabajo de campo, tecnología alemana, en este caso un modelo 330 de la marca TFA, capaz de tomar temperaturas a todo tipo de superficies en una escala que va desde los 50 grados Celsius negativos a los 330 positivos. Margen, por lo tanto, más que suficiente.

A 32 grados en el punto central de la calzada de Consell de Cent, nada que ver con los 46 registrados a la misma hora en Aragó.

A 32 grados en el punto central de la calzada de Consell de Cent, nada que ver con los 46 registrados a la misma hora en Aragó. / MANU MITRU

Nada mejor que comenzar el trabajo de campo con los mencionados ‘lacasitos’. De las cuatro plazas que se han generado cada vez que interseccionan dos ejes verdes, la más expuesta a la luz del sol, es decir, la menos arbolada y menos umbrosa, es la de Girona con Consell de Cent. Eso tiene una explicación. El subsuelo está ocupado por una estación de metro de escasa profundidad y, así, las soluciones de arquitectura y paisajismo posibles eran muy limitadas. No obstante, lo que el termómetro revela allí invita a un par de reflexiones.

Los ‘lacasitos’ (así se refieren a ellos los responsables del proyecto) son esos bloques gigantes de piedra, de una altura perfecta para sentarse, vamos, para lo que fueron instalados, y que ocupan el círculo central de la plaza. Los hay negros y los hay beige. A mediodía, los primeros superan por décimas los 50 grados. Los segundos no alcanzan los 40, 37 grados en el mejor de los casos. La diferencia es notable. En cierto modo, podría decirse que esa es la manera en que cada uno de esos bloques contribuye o no a la confortabilidad de la plaza. Una cosa es la temperatura ambiente, lo dicho, 33 grados a la sombra el miércoles, según las mediciones meteorológicas oficiales, y otra muy distinta qué papel interpreta en mitad de la canícula cada elemento del mobiliario urbano.

Los ‘lacasitos’ negros son un fogón. Los árboles plantados en la mitad superior de la plaza, menos afectada por el metro, aliviarán dentro de dos o tres años la situación. Habrán crecido. Pero los vecinos y, sobre todo, los dueños de los negocios a pie de calle, están algo quejosos sobre el resultado final de ese cruce de calles.

Carles Serra, copropietario de Raig, tienda de referencia que en 2026 será centenaria.

Carles Serra, copropietario de Raig, tienda de referencia que en 2026 será centenaria. / MANU MITRU

No es solo porque lo pueden comparar con las más arboladas intersecciones de Enric Granados, Borrell y Rocafort, más verdes y así más frescas, sino porque creen que la decisión de que el círculo central de esa plaza sea de tierra y no de granito y panot, como en el resto de Consell de Cent, es un engorro cada vez que sopla el viento. ¿Es al menos una superficie menos cálida, que sería al menos un consuelo? Tampoco. El termómetro revela que está exactamente a la misma temperatura que el resto de la plaza cuando pega el sol, unos 37 grados.

El gran qué de Consell de Cent es la exuberante presencia de vegetación, más en unos tramos que en otros, pero términos generales merece sin duda el calificativo de eje verde. A las dos de la tarde, con la ciudad hecha un horno, las losas graníticas de Consell de Cent (uno de los nueve tipos de pavimento de esa calle) están, mide el termómetro, a 27 grados, o sea, cinco por debajo de la temperatura ambiente. El paisaje, en cierto modo, corrobora lo que revela el puntero láser. Basta alzar la vista. Pasea la gente preferentemente por la sombra, pero la calle no es a esa hora solo un lugar para ir de aquí para allá. También es un lugar en el que estar, como si fuera un parque. Los bancos, y son muchos los que hay, están mayoritariamente ocupados. Sobre todo, claro, los que están en la sombra. Y con razón. Una de las sorpresas que proporciona el termómetro es que las maderas de los bancos al sol están lejos de cualquier confortabilidad. 54 son muchos grados. El mismo modelo de banco bajo la sombra de un árbol está 20 grados menos caliente.

Aunque de madera, los bancos 'arden' irradiados por el sol.

Aunque de madera, los bancos 'arden' irradiados por el sol. / MANU MITRU

Esta diferencia invita a explicar un aspecto poco conocido de los ejes verdes. La mayor parte de los árboles, o sea, los que estaban allí antes de la reforma, dan más sombra a las antiguas aceras y a las fachadas de los edificios que a la zona central, la preferida ahora para el paseo. El plan, a medio y largo plazo, es que cualquier árbol que fallezca y deba ser sustituido no sea relevado por un nuevo ejemplar en el mismo alcorque que ha dejado el finado. La superficie de los parterres instalados permitirá resituarlos en un lugar más centrado. La sombra será mayor. Con todo, el termómetro infrarrojo permite ya comparar el punto central de la calzada de Consell de Cent con idéntico punto de Aragó.

El punto central del asfalto de Aragó, a 46 grados, y a ratos, incluso más.

El punto central del asfalto de Aragó, a 46 grados, y a ratos, incluso más. / MANU MITRU

Son vías paralelas, separadas por apenas 100 metros, pero distanciadas urbanísticamente de forma abismal. El punto central del pavimento de Consell de Cent estaba a 32 grados. Tres minutos después, o sea, el tiempo de llegar hasta allí y accionar el puntero láser, la temperatura en mitad de la calzada de Aragó era de 46 grados. En tiempos de olas de calor, el asfalto es casi una sartén. Quince grados más y sería posible freír un huevo.