'Superilla Eixample'
Nace una plaza sin nombre, Girona con Consell de Cent
La futura plaza de Enric Granados, el Vergel de la Discordia
'Superilla Eixample': más madroños que en la Puerta del Sol
Carles Cols
Periodista
Las ciudades crecen hacia poniente. No está del todo clara la causa, pero, salvo obstáculos naturales (un río, el mar, un acantilado…), los historiadores del urbanismo así lo certifican. Habitualmente, crecen hacia poniente. En Barcelona, la primera extensión de la muralla cumplió esa norma no escrita, creció la ciudad hacia donde extramuros había nacido lo que luego sería el Raval, y hacia levante, al menos en época romana, se enterraba a los muertos. Algo tendrá poniente que hasta el kiosko de Consell de Cent con Bruc, reacomodado tras las obras, mira hacia la puesta del Sol, pero, lo que son las cosas, como excepción que pretende confirmar la regla, de las cuatro nuevas plazas previstas en la ‘superilla Eixample’, la primera que está prácticamente lista para ser usada como nuevo espacio es la más levantina, la de la intersección de Girona con Consell de Cent.
Cuando el proyecto fue presentado en público, con las habituales recreaciones virtuales generadas con un ordenador, pudo parecer un exceso verbal llamarlas plazas. Ya no. A la primera en tener aspecto de tal le quedan solo detalles por terminar. Un par de ingenios de juego infantil, algunos bancos, repasar detalles… Nada que no impida que desde esta misma semana ya funcione como plaza, tanto, que hasta se hace extraño que no tenga nombre. Consultadas las fuentes municipales oportunas, no se descarta que en un futuro próximo haya que bautizarlas.
Por orden de estado de las obras, la de Enric Granados con Consell de Cent (siete manzanas más a poniente) será la siguiente en ser abierta al público. Su observación a vista de pájaro ya permite intuir el resultado final.
A pie de acera, los trabajos continúan para convertir los parterres en un hogar adecuado para las decenas de especies de plantas que está previsto que echen raíces. 51 distintas, se anunció en su día. Algunas de ellas aguardan en tiestos junto a las vallas el momento en que serán trasplantadas.
Más imaginación exigen, porque aún están patas arriba, las otras dos nuevas plazas de Consell de Cent, en la intersección con Borrell, la primera, y en el cruce con Rocafort, la segunda.
El examen definitivo (la crítica paisajística, podría decirse) no será posible hasta dentro unos días, un par de semanas, con las dos primeras, algo más si se trata de las dos últimas. Más allá de la nota que reciban, lo que parece indudable es que marcarán un punto de inflexión en la historia del urbanismo barcelonés, que hace solo cuatro décadas predicaba la nueva fe de las plazas duras y, hoy, todo lo contrario.