Un bulevar con nota
Vecinos y comerciantes celebran los primeros seis meses del tramo central del paseo de Sant Joan Nuevos establecimientos mejoran la oferta de la vía, que ahora atrae más turistas
El paseo de Sant Joan, el patito feo de los bulevares de la ciudad hasta hace apenas medio año, brilla ahora con luz propia, seduce a los turistas y convence a la mayoría de sus vecinos y tenderos después de una profunda transformación. Seis meses después de la finalización de las obras en el último tramo reformado, el central, entre las plazas de Tetuan y Mossèn Cinto Verdaguer, los vecinos dan por buenos los 7,5 millones de euros invertidos en este tramo.
"Con estas aceras anchas, la calle invita mucho más al paseo. Ahora sube y baja mucha más gente", explica Joaquim Osuna, propietario del quiosco situado frente al número 53 del paseo. Osuna, al frente del quiosco desde 1983, ha ampliado su surtido tras la reforma para adaptarse a sus nuevos clientes: los turistas. "Desde que reformaron el paseo también vendemos bolsas, gorras y postales de Barcelona. Y vendemos muchas más botellas de agua", explica el quiosquero.
Corredor verde
El paseo, ahora convertido en un corredor verde urbano, ha visto florecer nuevos establecimientos, sobre todo dedicados a la restauración."Abrimos hace tres semanas. Vimos mucho potencial: el paseo de Sant Joan conecta la Sagrada Família y la playa. El mes de junio ha sido fantástico", cuenta Norman Mata, encargado de ChichaLimoná (paseo de Sant Joan, 89), un establecimiento híbrido, con dos entrada diferenciadas para su vermutería y su panadería con servicio de degustación.
Las aceras de 17 metros de ancho, cinco más que antes, y las nuevas zonas de descanso y juegos infantiles también ayudan y mucho a rejuvenecer esta arteria. "Por la mañana quizás no se nota tanto el cambio, pero por las tardes si vemos más familias, con niños pequeños", explica el panadero Andreu Bertrán, propietario del Forn Bertrán (paseo de Sant Joan, 76).
Bertrán abrió el horno en el Eixample un año antes del inicio de la reforma. "Había invertido mucho dinero en este local y cuando parecía que la gente conocía mi producto, me tocó aguantar estas obras", explica el panadero, que venía de Badalona, donde cerró varias panaderías por culpa de la crisis.
Algunos vecinos proponen mejoras. Francisco Saéz, propietario de la Lampistería Sáez (paseo de Sant Joan, 59), echa de menos "unas plazas de aparcamiento de carga y descarga para los repartidores". La vecina Nadia El Maimouni, por su parte, añadiría más juegos infantiles. "En algunos parquecitos como el de Tetuan faltan toboganes y columpios. Solo hay cuatro figuras con muelles para todos los niños", explica.
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