Emprendimiento

Nómadas digitales: una ciudad como base y el mundo como oficina

España prevé atraer a este tipo de trabajadores a través de una nueva 'Ley Beckham' que garantiza a los extranjeros que vengan a este país beneficios fiscales

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El Periódico / Karla Vanessa López / EFE

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Solo necesitan una mochila, su ordenador portátil y el móvil con internet para recorrer el mundo mientras generan ingresos. Inquietos, arriesgados, amantes de lo exótico, alejados de lo rutinario y con un trabajo a remoto. Así son los nómadas digitales que, desde diferentes partes de España y otros países, tienen el mundo como oficina y a Madrid como base. En mayo pasado, España puso en marcha el Proyecto de Fomento del Ecosistema de las Empresas Emergentes, o "Ley de Startups" que incluye una nueva 'Ley Beckham', para, entre otros fines, atraer empresarios digitales y nómadas digitales al territorio español con beneficios fiscales y un permiso de residencia por un año, además de agilizar los trámites para la creación de nuevos negocios. El Pleno Senado lo aprobó el pasado miércoles 23 de noviembre, aunque ahora continuará su tramitación de nuevo en el Congreso al haberse incorporado varias enmiendas transaccionales durante su paso por la Cámara Alta. 

Hace tres años Alfonso Mena, que vive en Madrid, reemplazó el tradicional trabajo de oficina, el tráfico mañanero y tener que seguir un protocolo de vestimenta por la aventura de entrar a las reuniones en zapatillas, contestar correos desde las cafeterías o trazar nuevas estrategias bajo la brisa del mar en una paradisiaca isla de Grecia. "Decidí emprender, empecé haciendo trabajos para amigos, colaborando con startups y después para una empresa de Estados Unidos, 100% en remoto. Ahí empezó todo", cuenta a EFE, mientras disfruta de un desayuno en un restaurante semivacío, mientras la mayoría trabaja en oficinas.

En los últimos diez años el freelancing (trabajadores por cuenta propia) en España ha crecido en un 40%, hasta sobrepasar los 753.000 profesionales, según el estudio de Panorama Freelance Europa 2021, de la consultora BCG & Malt. Alfonso tiene 35 años, es consultor financiero y freelance. Desde que decidió trabajar de manera remota se ha convertido en un nómada digital, un aventurero que se mueve por el mundo de modo que ya conoce más de 60 países, de ellos 25 gracias a su trabajo. "Puedo trabajar desde cualquier parte del mundo. Me conecto del wifi de las cafeterías, de los hoteles o de los Airbnb… Este verano, mientras trabajaba, estuve con mi padre en Cádiz, con mi madre en Huelva y con mi hermana en Inglaterra. Todos disfrutaron de sus vacaciones conmigo", detalla.

Según el estudio del portal digital Passport-photo 'Estadísticas y tendencias sobre nómadas digitales 2022', casi el 29% de los nómadas digitales en el mundo visitan entre tres y cinco países al año mientras trabajan y otro 17% visita más de cinco naciones. Este mismo estudio señala que esta especie de trabajadores tienen escenarios predilectos para 'vivir' o, más bien, para hacer base y España está entre los seis primeros junto a Portugal, Colombia, México, Tailandia e Indonesia. Y el estudio de Panorama Freelance Europa también señala que ocho de cada diez freelancer de España residen en Madrid o Barcelona.

Ventajas: Buen clima y bien conectada

Aunque es oriundo de Sevilla, Alfonso ha hecho de base a Madrid, por ser "una capital europea con buen clima y bien conectada por su aeropuerto, necesario para los viajes". Como él, otros nómadas digitales, como Carlos Benítez, nativo de México, de 40 años y experto en telecomunicaciones, ven a la capital española como una excelente ciudad para vivir. "En Madrid se tiene una buena calidad de vida, buen clima, seguridad y buena conexión con otros países y la vida social es muy activa", acota.

Carlos trabaja desde hace 10 años desde diferentes países y desde entonces prefiere gestionar su trabajo desde casa o en lugares más propios para pasar vacaciones. "Para ser un nómada necesitas ser autónomo, tener mucha confianza en ti y no necesitar que alguien te supervise. Da igual que el trabajo lo hagas en una cafetería o frente a la playa, si se entregan los resultados, no hay problema", explica.

Desventaja: la interacción social

El trabajo en remoto también atañe a la interacción social con los compañeros de proyectos, de ahí que, para muchos nómadas digitales, ésta sea la gran desventaja de esta forma de ganarse la vida. Para compensar ese desierto, los nómadas digitales han diseñado sus propias formas de reunirse a través de la herramienta que más conocen: la tecnología. En el caso de Alfonso por ejemplo, las conexiones con sus compañeros, de diferentes partes del mundo, consisten en reuniones 3D de realidad virtual, donde crean avatares con sus similitudes físicas, que juegan e interactúan entre sí.

"A través de esos muñecos jugamos a los bolos, por ejemplo. También tenemos un Pizza Party, donde una vez al mes compramos pizza, nos sentamos delante de la webcam y charlamos. Son pequeñas acciones, pero que nos ayudan a mantener la cohesión del equipo", narra Alfonso. En otros casos como el de Carlos, la necesidad de interacción física, se vuelve una nueva excusa para un nuevo viaje. "Quedamos de vez en cuando con algunos colegas para encontrarnos en alguna parte del mundo".

Se convierten en buhos

Viviendo mayormente en Madrid y trabajando para empresas extranjeras, en su mayoría estadounidenses, estos nómadas digitales deben a menudo trabajar en horas de madrugada, así que muchas veces deben convertirse en 'búhos'. Pero el horario es cuestión de costumbre, concluyen. Una vez que se adaptan, rinden igual o más que en horario matinal. Además, trabajar de 'búhos' tiene sus ventajas al día siguiente: "poca gente en el gimnasio, supermercados semivacíos, facilidad de trámites en organismos públicos", entre otros, enumeran.

"Me encanta este trabajo en el que puedo ser un nómada digital, descubrir el mundo, vivir siempre nuevas experiencias y enriquecer mi conocimiento de diferentes culturas", concluye Alfonso mientras se prepara para ingresar a una reunión virtual y finiquitar los planes de sus próximos viajes: pasar parte del invierno en Estados Unidos y en playas blancas de República Dominicana.