Fórmula polémica

La conflictividad laboral lastra la imagen del 'unicornio' alemán Gorillas

La empresa de reparto, valorada en más 1.000 millones de dólares tras solo un año de vida, genera titulares por las protestas de trabajadores

Un repartidor de Gorillas

Un repartidor de Gorillas / Cedida

Andreu Jerez

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Los consumidores alemanes nunca habían comprado tanto a golpe de click como durante esta pandemia. Las restricciones de la vida pública y el miedo al contagio en ciertos sectores de la población han supuesto una auténtica oportunidad para el comercio digital y el sector de transporte y paquetería. Cada hogar alemán recibió una media de 63 paquetes sólo durante 2020, tres veces más que hace una década, según cifras de la asociación de empresas de logística BIEK.

En este contexto, y mientras muchas compañías de otros sectores como la restauración o el turismo luchan por sobrevivir, el ámbito digital da luz a nuevas empresas y genera empleo. El de Gorillas es un caso paradigmático: esta empresa fundada en Berlín en el verano de 2020, y recientemente desembarcada en el mercado español, tiene desde el pasado marzo una valoración de más de 1.000 millones de dólares, lo que la convierte en un “unicornio”.

Su aplicación digital ofrece entregar en menos de 10 minutos una compra que habitualmente se haría personalmente en el supermercado del barrio. El precio del servicio es menos de 2 euros. Con este modelo que sustituye la compra de proximidad por una digital, la start-up ha contratado a 10.000 personas en el plazo de un año. Según un reciente estudio de la consultora Ernst & Young, Gorillas recaudó más de 240 millones de euros de inversores durante los primeros seis meses del 2021.

“No somos gente de negocios que ha montado una empresa de reparto, somos gente del mundo del reparto que ha creado una empresa”, asegura la compañía en uno de los manifiestos colgados en su web. El autor de la cita es su fundador y presidente ejecutivo, Kağan Sümer.

Huelgas y protesta digital

La comunicación digital y la actividad de Gorillas se ha multiplicado durante las últimas semanas en las redes sociales: la empresa intenta contrarrestar la efectiva campaña de protesta que un grupo de sus trabajadores protagoniza desde hace meses por la mejora de las condiciones de trabajo. Las huelgas y protestas están siendo coordinadas por el Colectivo de Trabajadores de Gorillas (GWC, en sus siglas en inglés), que no tiene estatus de sindicato pero ha peleado por establecer un comité de empresa dentro de la start-up.

El GWC exige desde hace semanas 19 medidas, entre las que destacan: el pago puntual de los salarios – la empresa reconoce que hubo retratos en junio, pero que afectaron a menos del 2% de la plantilla, y promete que está trabajando para que “algo así no vuelve a ocurrir” –, mismo pago por mismo trabajo en todos los almacenes, bicicletas en buenas condiciones y ropa de reparto para cualquier tipo de climatología, que los cambios de los horarios de los turnos sean avisados con al menos 4 días de antelación y la reducción del tiempo de prueba de los nuevos empleados – actualmente, de seis meses –.

Trabajadores con contrato

A diferencia de otras empresas del sector de aplicaciones digitales de reparto a domicilio, Gorillas apuesta por contratar a sus riders – como se conoce en la jerga startupera a lo repartidores en bicicleta –. De hecho, la empresa berlinesa hace gala de ello y niega que su modelo de negocio se base en la gig economy – es decir, en el trabajo de repartidores autónomos que cobran por obra y servicio, y tienen que asumir los gastos derivados de su actividad laboral–. La gerente general de la empresa en España aseguraba incluso el mes pasado a EL PERIÓDICO que la Ley Rider “no es una traba” para ellos

Gorillas paga a sus empleados al menos el salario mínimo interprofesional en Alemania – 10,50 euros brutos la hora – y dice respetar jornadas de un máximo de 8 horas y media. El pasado mes de abril, y tras acceder a una nueva ronda de financiación, la empresa asegura haber repartido un bonus de un millón de dólares entre los empleados de sus almacenes y sus riders. Si las condiciones son relativamente buenas, ¿cuál es el origen de la conflictividad?

“Alguien dentro de la empresa, que no sé realmente quién es, ha cambiado en numerosas ocasiones mis horarios de trabajo y con muy poca antelación a través de la aplicación de gestión de personal”, explica a El PERIÓDICO Víctor, pseudónimo tras el que se esconde un rider latinoamericano que combina su trabajo de medio tiempo en Gorillas con otro en un restaurante. El tiempo que le queda libre lo dedica a estudiar un máster. El pluriempleo descrito por él es habitual en el sector servicios de Alemania, el más afectado por la precariedad. 

“Hubo un colega que tuvo un accidente”, prosigue el repartidor, “y estuvo esperando el dinero de su recuperación más de 2 meses. Hay gente que tiene contratos de 40 horas y recibe un salario como si estuviera trabajando 20 horas a la semana”, explica. El colectivo de trabajadores de la joven empresa está conformado fundamentalmente por migrantes del sur de Europa y de otros países extracomunitarios. Ello genera miedo a perder el trabajo y también desconocimiento del derecho laboral alemán.

En campaña

Tras la repercusión en las redes de las protestas de los trabajadores de Gorillas, el ministro federal de Trabajo, el socialdemócrata Humbertus Heil, incluso se reunió con el colectivo GWC. “Como ministro no puedo intervenir directamente en luchas laborales, pero sí informarme”, dijo Heil, al que algunos trabajadores acusan de electoralismo por la proximidad de kas elecciones federales el próximo septiembre. 

Mientras, la imagen de Gorillas parece perder enteros al calor de la conflictividad laboral: según una reciente encuesta realizada por encargo del diario berlinés Der Tagesspiegel, la startup es la empresa más conocida en el sector de reparto, que tiene su hábitat natural en el mercado urbano de Alemania. Sin embargo, más de la mitad de los encuestados tienen una imagen negativa de ella. 

Desde Gorillas no se muestran preocupados: “La vida de mucha gente es cada vez más espontánea. Con nuestro modelo de negocio rompemos las estructuras del comercio de alimentación tradicional, lento e inflexible, y conseguimos una nueva experiencia de consumo. Nuestros clientes recuperan así su valioso tiempo”.

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