economía post covid-19

El turismo rural pronostica una buena campaña de verano

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Guillem Tapia

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Tras dos meses de parón obligado, los propietarios de casas rurales coinciden en que la temporada de verano "pinta bien". Al contrario de lo que sucede con buena parte del sector turístico, cuya actividad tiene una gran dependencia del visitante extranjero, los establecimientos de agroturismo catalanes confían en que los próximos meses serán buenos para el negocio.

"Cuando se decretó el estado de alarma mandamos a todos los huéspedes a casa. Han sido más de dos meses en los que no hemos tenido ingresos, pero en junio ya empezaremos a recibir visitantes otra vez", explica Laura Mestres, propietaria del Mas Ramades en Torroella de Montgrí (Baix Empordà). Además, el hecho de que en estos momentos el sistema de fases de la desescalada no permita la movilidad entre provincias, también ha servido para atraer a clientes que habitualmente no optaban por este tipo de viajes. "Tenemos reservas de gente de la Garrotxa que quieren venir a pasar unos días a en la costa”, indica Mestres.

Más allá de estos casos de turismo intraprovincial, se espera que el punto de inflexión se alcance en julio. "El gran repunte de la actividad lo prevemos para cuando la gente de Barcelona pueda empezar a moverse libremente", pronostica Teresa Vilà, gerente de la Associació de Cases Rurals de Girona-Costa Brava i Pirineu. Además, la organización afirma que la mayoría de reservas para julio y agosto se están manteniendo. "Aunque se están produciendo algunas cancelaciones, no está costando reemplazarlas por nuevos clientes, ya que hay mucha demanda", afirma Vilà.

La Associació de Cases Rurals de Girona-Costa Brava i Pirineu -que agrupa a más de 250 masías- se ha mantenido en contacto permanente con sus afiliados y asegura que la mayoría de ellos son optimistas de cara a la temporada de verano. “De todos los asociados tan solo uno me ha comentado que su negocio podría tener problemas para seguir siendo viable”, afirma Vilà. Se trata de un panorama muy positivo, sobre todo si lo comparamos con la afectación que la crisis del Covid-19 está teniendo en otros sectores. En el caso de la hostelería en la capital catalana, por ejemplo, el Gremi de Restauració de Barcelona augura que el 25% de los negocios del ramo cerrarán antes de la Semana Santa del 2021.

Dificultades post pandemia

Aunque el sector del agroturismo es optimista en general, los negocios tendrán que buscar la fórmula para sortear algunos obstáculos. Uno de los principales retos será el de mantener la rentabilidad con un aforo máximo que, en el caso de las casas rurales, ha pasado de 15 a 10 personas. En este sentido, las masías cuya actividad depende de las reservas de grupos numerosos sufrirán más que las que alquilan habitaciones a diversas familias o parejas simultáneamente.

"Mucha gente ha visto sus planes para el verano trastocados. No saben cuando podrán coger vacaciones, su economía se ha resentido... Ahora mismo poder coordinar un grupo de 10 personas para alquilar un espacio como el nuestro es complicado", reconoce Arnau Portavella, cuya masía en Les Lloses (Ripollés) se alquila íntegramente a un solo grupo. A pesar de este handicap, el empresario afirma que su establecimiento ya tiene reservadas el 60% de las fechas de julio y el 80% de las de agosto.

Una situación algo más difícil se les presenta a las casas rurales de la provincia de Barcelona, que llevan cierto retraso en la desescalada respecto a las del resto de Catalunya. "Tras cinco ejercicios llevando el negocio, este año nos iba a servir para asentarnos, pero el coronavirus ha dado al traste con todo", se lamenta Catalina, que regenta Can Canal en Llinars del Vallés (Vallés Oriental). En su caso, la situación es bastante complicada, y afirma que se plantearía traspasar el negocio si surge una oportunidad. "Aunque esperamos que las reservas de última hora nos permitan salir adelante", confía.

Más allá de algunos casos puntuales, lo cierto es que las casas rurales presentan cierta 'inmunización' contra los efectos más nocivos de la crisis económica derivada del coronavirus. "La gente tiene ganas de estar en contacto con la naturaleza, en un ambiente seguro y sin aglomeraciones. Y esto es algo que los establecimientos de agroturismo podemos ofrecer", celebra Laura Mestres de Mas Ramades.

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