Testimonio
Despedido por bajas médicas: "¿Cómo me fío de mi próximo jefe?"
Una cadena de supermercados despide a un joven tras acumular varios días de baja médica; pendiente de operación con un año de lista de espera
Gabriel Ubieto
Redactor
Periodista de economía, centrado en el mercado laboral. He crecido como redactor en El Periódico, pero antes hice prácticas en La Vanguardia y escribí durante seis meses desde Chile para Hemisfèria.cat. Ganador del premio Ramon Barnils (2015) por el reportaje "Els ultres prenen partit".
Gabriel Ubieto
El Tribunal Constitucional avaló el pasado 29 de octubre el artículo 52D del Estatuto de los Trabajadores, que permite el despido por bajas intermitentes aunque justificadas. El fallo del alto tribunal ha conseguido reavivar el debate sobre la reforma laboral del PP y sus efectos sobre la libertad empresarial y el derecho a la salud de los trabajadores. Los sindicatos con representación mayoritaria entre los trabajadores, CCOO y UGT, han protagonizado manifestaciones en toda España contra este artículo este miércoles 27 de noviembre. EL PERIÓDICO ha contactado con varios testimonios para conocer como les afecta en primera persona la aplicación de un despido tras causar bajas.
Hasta un año de lista de espera para una operación le costó, en parte, el trabajo a Unai Granados. Este veinteañero natural del Vallès Oriental fue despedido hace dos semanas tras acumular varios días de baja médicas intermitentes, por un quiste en la zona del sacro que se acabó complicando. "A la espera de operarme, había días que tenía que ir a urgencias para que me hicieran curas por el dolor. El primer interesado en no dejar de ir a trabajar era yo", afirma. Unai compaginaba hasta hace poco su trabajo en una cadena de supermercados con estudios de diseño de videojuegos, su verdadera pasión. "Entre el alquiler y el curso ya iba muy justo. A ver qué encuentro ahora…", comenta.
Con contrato indefinido desde el 2016 y afincado en el turno de tarde para poder estudiar por las mañanas, hace 15 días que a Unai le notificaron el despido. En una carta que, argumentos legales a parte, le llegó acompañada con un reproche: “Su situación prolongada de incapacidad temporal genera dificultades organizativas y mayores cargas de trabajo para sus compañeros". "¿Se están riendo de mí?", cuenta que fue lo primero que pensó, tras más de dos años en la empresa. "¿Cómo me fío yo de mi siguiente jefe? A partir de hora favores los justos, porque está claro que cuando las cosas van mal para ti no tienen problema con dejarte en la calle”, afirma muy decepcionado.
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