JAVIER ARCOS, EL ARTESANO DE LOS ROBOTS

"Un día leí que solo un 7% de la población vive de lo que le gusta, y creo que en la vida hay que ser parte de ese 7%"

Este creador da vida a pequeños robots mediante el reciclaje de variopintos objetos, desde piezas de radio antigua hasta una lata de atún. Una forma de unir el mundo analógico con la robótica.

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Este creador da vida a pequeños robots mediante el reciclaje de los más variopintos objetos, desde las piezas de una radio antigua hasta una lata de atún

Javier Arcos con sus robots.

Javier Arcos con sus robots. / economia

Nieves Ruiz

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Esta es la historia de cómo una pasión va más allá de los sueños hasta convertirse en una realidad y un modo de vida. Javier Arcos soñaba con los robots desde su más tierna infancia. Desde pequeño veía en la televisión la serie de ciencia ficción Perdidos en el espacio, mientras fantaseaba con tener algún día un amigo como B9, el robot de la ficción.

Maravillado con la posibilidad de hacer realidad su sueño, comenzó a coleccionarlos, hasta que un día decidió ir más allá y empezar a crearlos él mismo. Cualquier objeto que cae en sus manos, termina convirtiéndose en un robot, tras un proceso manual de transformación mecánica y reciclaje. “Uso piezas de los años 50 y 60, viejas cámaras de fotos o piezas de coches. A veces desmonto un viejo reloj y extraigo los engranajes de dentro, y desde ahí comienzo a crear mi personaje. Hay empresas que me piden por encargo un determinado robot y se lo creo”, nos cuenta. Telefónica, Iberdrola, Lomography, Ecoembes, Doritos o IBM son algunas de las compañías que le han pedido su colaboración.

En un principio confeccionaba robots como afición, hasta que un día, hace cuatro años y medio decidió hacer de este hobby un nuevo modo de vida. Dejó de lado su trabajo como publicista para crear su propia empresa, Pitarque Robots. “Un día leí que solo un 7% de la población vive de lo que le gusta, y creo que en la vida hay que ser parte de ese 7%”, nos comenta. “Además cuando trabajas en publicidad hay mucho estrés y me di cuenta que ponerme a atornillar y crear mis pequeños robots me relajaba muchísimo”, añade.

Mientras hablamos no deja de trabajar y esbozar sus diseños. Una regla, una cartulina y un lápiz van creando el boceto de la que será su nueva criatura. Sus manos de artesano también cuentan historias. “En el mundo en el que vivimos, va todo demasiado rápido, y trabajar con las manos te devuelve la paz. No tenía idea de hacer una empresa, era un proyecto más bien personal, pero se ha convertido en eso sin yo pretenderlo”, nos cuenta.

"Lo importante es saber encontrar el equilibrio entre los valores humanos y la tecnología”

Javier trabaja solo en su taller situado en la madrileña calle de Santa Hortensia. Allí sus ‘criaturas’ como él mismo les llama, ven la luz. En ese pequeño taller de magia y ficción, te puedes encontrar simpáticos personajes como Ortiz, un pequeño robot creado con una lata de bonito del norte y el casquillo de una lámpara, Ópel, un robot con cara de bonachón que nació de un logo de Opel que Javier se encontró en el suelo, o Fina-Delta, una pequeña androide amable y bienintencionada creada del reciclaje de una lata de aceite de motor, muelles de amortiguador y el velocímetro de un antiguo turismo.

Su sueño de convivir con los robots, va camino de ser una realidad. Los expertos afirman que dentro de 25 años el 47% de los empleos estarán robotizados. Una situación que Javier considera que será ventajosa. “No debemos preocuparnos, si esto sucede más bien será una convivencia. Durante una época trabajé de diseñador gráfico, sin embargo cuando llegó el ordenador me hizo la vida mucho más fácil. El acceso a los ordenadores e internet también nos supuso un mayor estrés pero hay que saber manejar los nuevos adelantos. Los ordenadores son maravillosos e internet es maravilloso. Lo importante es saber encontrar el equilibrio entre los valores humanos y la tecnología”.

Por el momento las criaturas de Pitarque Robots son totalmente analógicas. Su estética da un guiño a un pasado que se niega a perder su esencia frente a la evolución tecnológica. “La gente me llama pensando que hago robots de Inteligencia Artificial, pero al final el mundo analógico y la Inteligencia Artificial pueden ir de la mano. Mi gran proyecto es conseguir esta unión, y dotar de inteligencia artificial a mis criaturas. Sueño con que una empresa que cuente con un software avanzado, se una con mis criaturas y juntos podamos hacer creaciones”.

Exactamente el mismo sueño que tenía de niño cuando veía su serie favorita. Mientras ese momento llega Javier sigue creando, construyendo nuevos mundos y nuevas vidas. Una forma de hacernos ver que los robots también pueden llegar a ser nuestros compañeros de viaje y de vida.