Empleo

La industria desaparece de Barcelona tras la crisis

Nueve de cada diez trabajadores tienen su empleo en el sector servicios, mientras que la del resto de actividades residualizan en una década todavía más su peso en la economía de la ciudad

Un camarero atiende a los clientes de una terraza de la plaza Reial de Barcelona.

Un camarero atiende a los clientes de una terraza de la plaza Reial de Barcelona.

Gabriel Ubieto

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La crisis económica se podría sintetizar en Barcelona con la metáfora que representa la sustitución de los polígonos industriales, como los que caracterizaron al Poblenou, por 'co-workings', restaurantes o consultoras. La fotografía 'post crisis' deja una ciudad que fía prácticamente toda su economía al sector servicios y en la que todavía trabaja el mismo número de personas. Y entre las que lo tienen, este es de una peor calidad que una década atrás. Así lo muestra un informe publicado este jueves por el Consell Económic i Social de Barcelona (CESB), que constata que, a nivel de barrios, el paro ha bajado en todos ellos, pero a costa de expulsar a personas o bien del país, mostrándoles que su futuro estaba lejos de casa, o bien del mercado de trabajo.  

Una brecha de 54.600 trabajadores menos separan la población de barceloneses ocupados que había en el 2008 con la del 2017, según la Encuesta de Población Activa (EPA). El CESB señala el riesgo que ello comporta para la sostenibilidad del estado del bienestar, en global, y del sistema de pensiones, en particular. Si antes de estallar la burbuja había un pensionista por cada 2,9 trabajadores, en el 2017 la ratio bajaba a 2,3.

En Barcelona hay menos parados que antes de la crisis, pero también hay menos gente dispuesta a trabajar. El desempleo ha disminuido en todos los distritos y Sant Martí cerró el 2017 con el mayor número de desempleados, un total de 11.693. No obstante, en relación a la población activa, Nou Barris es el distrito con mayor porcentaje de parados, del 9,7%. Unas cifras que revelan una evidente desigualdad entre territorios, pues en Sarrià-Sant Gervasi, el distrito con menos paro, hubo en el 2017 casi tres veces menos de desempleados, el 3,8%. La media de ciudad es del 7%.

El tejido productivo que emplea a los que sí tienen una ocupación remunerada ha mutado en la última década y ha aumentado su, ya dominante, dependencia en el sector servicios. Según los datos de afiliados a la seguridad social de la provincia de Barcelona, el 89,9% de los cotizantes están ocupados en el tercer sector, mientras que los de la industria equivalen al 7,4% y los de la construcción al 2,7%. En el 2007 el sector servicios ocupaba al 83,7% de los trabajadores de Barcelona.   

Unos salarios el 23% más altos que en España

Un barcelonés cobró en el 2016 de media 29.176 euros brutos al año, lo que equivale en 14 pagas a 2.084 euros mensuales, según datos de la Agencia Tributaria. La cifra fue el 23,2% superior a la de la media española y el 14,5% superior a la catalana. No obstante, alrededor de 1,5 millones de barceloneses, el 62% de los trabajadores de toda la provincia, cobraron un salario más bajo, de 1.470 euros brutos mensuales.

El informe del CESB constata diversas desigualdades a nivel salarial entre colectivos. Por un lado, la brecha intergeneracional. Una persona menor de 24 años cobra en Barcelona 4,3 veces menos que una que tiene entre 55 y 59 años. La veteranía se nota más entre hombres que entre mujeres pues en el caso de los primeros es de 4,6 veces y entre las segundas de 3,9 veces.

Peor ocupación

La creación de ocupación que se ha creado en Barcelona sigue los mismos patrones, según el CESB constata en su informe, que en el conjunto del mercado español. Y una de las características principales del escenario ‘postcrisis’ es el aumento de la temporalidad. Ello se plasma concretamente en la ciudad de Barcelona con un incremento de los contratos de un mes o menos de duración. Si en el 2007 estos representaban el 27,9% del total de nuevos contratos formalizados, en el 2017 dicho porcentaje ascendió hasta el 40%. Si tenemos en cuenta aquellos que contemplan una duración inferior a seis meses, más de la mitad de los contratos firmados en la capital catalana, concretamente el 56,8%, dan una estabilidad al trabajador de menos de medio año.

Un aumento de la temporalidad que el CESB alerta que puede tener "efectos negativos sobre la productividad y la competividad". El estudio destaca que las actividades con mayor grado de temporalidad, "por encima del 90%" se concentraron en los sectores sanitarios, de servicios sociales, culturales o de gestión energética o de residuos. Si bien la temporalidad ha aumentado con más intensidad desde la crisis que tanto en el resto de España como de Catalunya, la tasa de población ocupada con contratos indefinidos es mayor que en la primera y sustancialmente mayor que en la segunda. No habiendo, además, una brecha entre hombres y mujeres en favor de los primeros, como sí se constata en una escala más amplia.

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