Estado del bienestar

La zona cero del crac de las pensiones

En Asturias y en Galicia apenas hay 1,4 trabajadores por cada pensionista, mientras la diferencia entre las cotizaciones a la Seguridad Social y el gasto en subsidios de jubilación crece a un ritmo de 5.500 millones al año

Pensionistas de Asturias inician en Gijón una marcha hasta Madrid en defensa de pensiones dignas, en el 2017.

Pensionistas de Asturias inician en Gijón una marcha hasta Madrid en defensa de pensiones dignas, en el 2017. / periodico

Juan Oliver / A Coruña

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El modelo español de pensiones públicas es deficitario desde hace años, pero en algunas comunidades autónomas ya está en la práctica en situación de quiebra técnica. En todas, salvo en Baleares y en Ceuta y Melilla, se recauda menos en cotizaciones sociales de lo que se gasta en pensiones. Pero si hubiera que señalar una zona cero, el ejemplo del crac estaría en Asturias y en Galicia. Son las dos autonomías con menos trabajadores por cada persona con derecho a subsidio. Además, Asturias es la primera en el listado de comunidades con mayor diferencia entre ingresos por cotizaciones sociales y gasto en pensiones, un ránking en el que Galicia ocupa el cuarto lugar. Y eso que en esta última comunidad se cobran los subsidios más bajos del país, sólo por debajo de los que se perciben en Extremadura.

Según los últimos datos de ejecución del presupuesto de la Seguridad Social del año pasado, el déficit del sistema en Asturias ronda los 173 millones de euros mensuales, con un agujero acumulado entre enero y noviembre de 2.250 millones de euros. Se ingresaron por cotizaciones sociales 1.552 millones y se pagaron en pensiones más de 3.880 millones. En Galicia la diferencia también es de casi el doble: por los 3.718 millones aportados por las cuotas de los trabajadores afiliados al sistema, se pagaron 6.488 millones a los pensionistas. Es decir más de 2.770 millones en números rojos, o, lo que es lo mismo, 213 millones de déficit acumulado cada mes. Cuando la Seguridad Social cierre la liquidación del ejercicio del 2017, el agujero de las pensiones gallegas sumará casi 3.000 millones de euros, y el de las asturianas, alrededor de 2.500 millones.

Pensiones más altas en Asturias

Las asturianas están entre las más altas del país, en torno a los 1.100 euros mensuales, casi al nivel de las del País Vasco y Madrid y muy por encima de la media españolas (apenas 932 euros en la última paga de febrero). Probablemente se deba a las condiciones del régimen de la minería del carbón, que permitió la jubilación anticipada de miles de mineros cuyas nóminas eran relativamente elevadas en el momento en que se calcularon sus subsidios. Pero no sucede así en Galicia, donde la pensión media es de 788 euros mensuales. Sólo Extremadura, con 774 euros, rebaja esa cifra.

Las perspectivas para la sostenibilidad del sistema no son buenas, y hacen pensar que el modelo no podrá recuperarse por sí solo. Porque la relación entre trabajadores afiliados a la Seguridad Social y pensionistas disminuye año a año desde hace lustros. En el 2005 había 1,4 cotizantes por cada pensión pagada en Asturias y 1,6 por cada una abonada en Galicia. Ahora son  1,3 y 1,4, respectivamente. El número de afiliados al sistema en ambas comunidades apenas ha crecido en 500 personas en 13 años, es decir un 0,04%. Pero el de pensionistas se ha disparado en más de 80.000, un 9,4%.

Malas perspectivas

Los indicadores demográficos, además, indican que el problema se agravará aún más en el futuro. Galicia y Asturias son, junto a Castilla y León, las comunidades más envejecidas de España, es decir las que tienen peores tasas de natalidad, las que cuentan con una mayor edad media de su población (en torno a los 46 y 47 años, frente a los 43 de la media nacional) y las que más población pierden de todo el país. A eso se unen los efectos directos de la crisis sobre el mercado laboral: según el Instituto Nacional de Estadística, más de 92.000 gallegos y casi 36.000 asturianos han emigrado al extranjero por falta de oportunidades laborales en su país en los últimos diez años.