LECTURAS ESPECIALIZADAS

La economía también es ficción

Grandes obras y personajes de la literatura han anticipado crisis económicas posteriores

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JOSEP-MARIA URETA / BARCELONA

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Para orientar las compras de libros en la jornada de Sant Jordi, dedicada a la relación entre lectores y escritores, la mayoría de periódicos eligen una separación sencilla que distingue entre los libros de ficción y los de no ficción. Los primeros, literatura; los segundos, ensayo, historia y miscelánea inclasificable.La distinción es eficaz, aunque incompleta desde la óptica de la economía, porque su espectro es tan amplio como el de los géneros literarios. Hay economía en grandes obras literarias, clásicas o recientes, que bajo la apariencia de novela, teatro o poesía, hablan de lo que hoy son también tesis de debate público. Ante la duda de si es antes la literatura que la economía o bien una refleja la otra, Jorge Wagensberg la resolvió en su artículo del pasado 8 de abril en EL PERIÓDICO: «Es el huevo el que calienta a la gallina y no al revés… la temperatura del huevo es ligeramente más alta que la de la gallina». Natural, pero más difícil de trasladar a la relación entre literatura y economía. Veamos ensayos recientes que abordan el tema.

LA IMPRONTA DE NARCÍS OLLER

El catedrático de Historia Jordi Maluquer de Motes (UAB) tituló su discurso de ingreso en la Academia de les Bones Lletres (junio 2016) así: Literatura y Economía. Cree que entre ambas hay intersección, más que antecedente y consecuencia, al analizar la novela madre de todas las novelas realistas: La febre d’or, de Narcís Oller. Maluquer de Motes advierte de que esta novela inspirada en el crac bursátil de 1880-1882, junto a L’escanyapobres y El transplantat no tratan solo de la tendencia secular de la codicia. Sí, también hubo entonces subprimes, revestidas de acciones de un quimérico ferrocarril de Barcelona a Vilaniu (Valls).

    Pero mucho más: Oller, a través del personaje Bernat, hermano del protagonista del relato, Gil Foix, aporta descripciones de ciclos económicos, de la importancia de la ciencia (1890, época de grandes innovaciones) y de la acumulación de capital que no serían llevados al análisis económico hasta mediados del siglo XX por John M. Keynes (Teoría del empleo, el interés y el dinero, Fondo Cultura Económica). 

LITERATURA Y ECONOMÍA

En el mismo sentido de separación de vicios y virtudes, Georg von Wallwitz describe en Ulises y las comadrejas (Acantilado) la analogía presente en la Odisea entre los emprendedores (Ulises, con un solo objetivo pero adaptándose a los imprevistos, aunque sea trampeando) frente al comportamientos de las comadrejas –los banqueros– que buscan comida desentendiéndose de todo lo demás. Wallwitz analiza en su ensayo el Cándido de Voltaire, y su tutor Pangloss, una metáfora de los ingenuos captados por especuladores frente a los racionalistas de que todo es limitado. En esta línea, es oportuno recordar que saber reunir en un solo relato y personaje  dos conceptos aparentemente contradictorios solo está al alcance de los grandes escritores como Fernando Pessoa en El banquero anarquista (Pre-textos).

    Literatura y economía (Economía UB) es también el título de un libro dirigido por Joaquim Perramón (matemático) e Iu Pijoan (inspector de Hacienda) que recoge una docena de ensayos de economistas de todas las disciplinas, a partir de sus tertulias en el Ateneu, sobre tema único: escritores que se anticipan. Ahí está Aristófanes, quien hace 24 siglos describió a Pluto como el dios de la riqueza ciego, para discernir si es invidente por su arbitrariedad o por ser inalcanzable para la gente justa y virtuosa. 

EL NUEVO CAPITAL

Thomas Piketty en su consagrado El capital del siglo XXI (Fondo Cultura Económica) deshace la duda2.400 años después y advierte de que la riqueza siempre se adelanta a la virtud. Cabe relacionarlo con la tesis de Pijoan de que El mercader de Venecia de Shakespeare es precursora de la escasez de dinero y el cumplimiento estricto de la ley; y en su contraste, las numerosas referencias de Josep Pla (El quadern gris) al exceso de dinero y la hiperinflación en su visión de pequeño terrateniente ampurdanés. En la misma antología se puede leer desde la revisión del Pequeño Príncipe de Saint Exupery y su hombre de negocios que solo se ocupa de contar planetas sin conocer su utilidad, hasta El billete del millón de libras de Mark Twain, que refleja otro clásico de la economía: ¿dinero efectivo o crédito?

La maldición de las deudas, con sus raíces religiosas, es el eje central del ensayo de Yanis Varoufakis  Economia sense corbata. (Destino). Quien fue ministro de Economía con Alexis Tsipras, hace asequible como pocos –el libro es una carta a su hija adolescente- el análisis económico a través de fábulas griegas, lógico, pero también de obras de la literatura universal. Destaca su advertencia de que Fausto, el que vende su alma a Mefistófeles para disfrutar de todos los placeres pero que luego no puede pagar, tiene dos versiones, con finales distintos: la de Christopher Marlowe en el siglo XVI en que Fausto es perdonado, y la de Goethe en el XIX en que no hay perdón.  Sí, claro, en Grecia conocen tal distinción. Y John K. Galbraith también en su ensayo de referencia El crac del 29. Otra visión divertida sobre impago de deudas en los clásicos franceses es la obra menor El arte de no pagar sus deudas sin gastar un céntimo (Espuela de plata) de Honoré de Balzac. El autor de La comedia humana fue maestro en eludir acreedores. Texto muy difundido en Sudamérica. 

ABEJAS Y HUMANOS

De vuelta a Wagensberg y las alegorías, ¿se organizaron mejor antes las abejas que los humanos? Si nos remontamos 2054  años atrás, así lo mantenía el poeta Virgilio en Las Geórgicas. Pero la larga vida de las abejas en la intersección entre economía y literatura, como propone Maluquer de Motes, hay que agradecerla a Bernard de Mandeville, un psiquiatra holandés nacido en 1714, autor de la más citada metáfora por los economistas de todas las escuelas de pensamiento económico, la Fábula de las abejas (Fondo de Cultura Económica). 

Se subtitula siempre con el aforismo «vicios privados, virtudes públicas», en interpretación de que cuanto más gasten en consumo los individuos en su vida diaria, aunque sea en lujo y servicios innecesarios, más y mejor se beneficia a toda la sociedad. Los socialistas lo justifican en que  habrá más recaudación pública por los impuestos.

 «La búsqueda del propio interés es condición indispensable para la prosperidad”, aseguraba Mandeville, mucho antes de que el escocés Adam Smith redactara (1759) la Teoría de los sentimientos morales. Ya en pleno siglo XX, las tesis de Mandeville las asumió y difundió la escuela austríaca de pensamiento económico, encabezada por Friedrich Hayek (Los fundamentos de la libertad, Unión editorial), inspirador de los neocons que se esparcen triunfantes en todo el mapa político occidental.  

Un inciso. 

    Como la vida de las abejas como analógica de los humanos ha inspirado tanta literatura y economía, vale la pena reparar en los trabajos del biólogo e investigador del CREAF Ferran Sayol. En un conversación reciente aporta más datos sobre la supuesta armonía de la vida en panal. Me advierte de que «la lucha de clases también ha llegado a esa comunidad». 

    «Es cierto que la mayoría de abejas obreras son estériles y su única dedicación es alimentar y cuidar a sus hermanas pequeñas, las hijas de la reina. No obstante, algunas abejas que podríamos llamar anarquistas o anti-sistema optan por reproducirse sin el consentimiento de la reina. Aunque existen también las abejas que hacen de policías y buscan las puestas de las transgresoras para eliminarlas». [Sayol no se refiere, que se sepa, ni a Anna Gabriel ni a Jorge Fernández-Díaz].

EL FUTURO DE ORWELL

Sobre la crisis actual de valores, bursátiles y sociales por el orden que sea, hay que reseñar dos obras históricas y dos actuales: George Orwell en su 1984 (CreateSpace 2015) describe ya en 1949 un supuesto Ministerio de la Abundancia, cuya misión es “planificar para que todos vivan al borde de la subsistencia”. 

Y Aldous Huxley en Un mundo feliz , escrita en 1932 y revisada en 1958, no solo visiona variaciones de la reproducción humana sino el control de la decisión de las personas (hipnopedia) como intuición del modelo socioeconómico actual. En las paradas de libros de hoy, quien quiera conocer a los anticipadores de la sociedad en que vive y que esté reflejada por los clásicos de hoy, que busquen las obras de Petros Markaris (Liquidación final, Tusquets) o de Rafael Chirbes (Crematorio, Anagrama). Cumplen con el principio de que el huevo calienta a la gallina.