PATRIMONIO HISTÓRICO Y CULTURAL
La Sedeta inmortal
Desde el 2000, coincidiendo con el centenario de su inauguración, la antigua fábrica La Sedeta (Sicília, 321) ha sido objeto de numerosas exposiciones, tertulias y documentales. La colaboración de los extrabajadores de esta factoría, pionera en la producción de tejidos de seda cruda, fue clave para recuperar todo tipo de objetos del día a día en sus naves, como pinzas, batas de trabajo y cartillas de racionamiento.
Con el objetivo de enriquecer, ampliar y conservar el patrimonio histórico y cultural del barrio de El Camp d'En Grassot i Gràcia Nova, representado por la desaparecida fábrica, la Associació d'Amigues i Amics de La Sedeta (AAS) ha impulsado, con la ayuda del distrito y otras entidades del barrio, un proyecto para recuperar la memoria oral.
«Ya tenemos localizadas a 12 personas, pero con este nuevo proyecto esperamos llegar a más gente», explica la vicepresidenta de la asociación, Isabel Ainoza, quien reconoce que el tiempo corre en contra del proyecto.«Los hijos de los trabajadores también pueden aportar objetos de la época, pero ahora nos urge identificar a los testigos directos porque ya son muy mayores y no queremos perder sus recuerdos»,añade Albert Jaime, también miembro de la entidad, fundada en el 2010.
Entrevistas en vídeo
En paralelo al llamamiento de nuevas voces que den más detalles sobre la vida en la fábrica, los impulsores del proyecto han preparado un guion para las entrevistas en profundidad con la colaboración de dos historiadoras.«La idea es grabar en vídeo a los participantes y preparar un documental o una página web para darle mayor difusión», explica Maricruz Martín, jefa de proyectos del departamento de Serveis a les Persones del distrito, quien detalla otras acciones relacionadas como la digitalización de nuevos documentos y la señalización histórica del edificio del centro cívico a partir de las imágenes disponibles.
La Sedeta está cargada de simbolismo. Por un lado, recuerda el pasado industrial del distrito de Gràcia, cuando las ruidosas máquinas tejedoras de la empresa textil Pujol i Casacuberta empleaban a miles de mujeres. Por otro, la fuerza de un vecindario unido. Y es que el actual conjunto de servicios formado por un centro, una escuela, un instituto y una plaza pública deben mucho a la lucha de unos vecinos que forzaron a finales de 1978 al ayuntamiento a comprar el solar a sus antiguos propietarios, la entonces llamada Caja de Ahorros de Catalunya, quienes tenían previsto levantar un edificio de ocho plantas con más de 260 pisos.
Conocer el pasado para comprender el presente y afrontar el futuro. Bajo esta máxima, la entidad pretende ahondar en la historia.«Traían a los bebés a las naves para ser amamantados por sus madres. Así conciliaban la vida familiar y laboral»,cuenta Ainoza, quien también recuerda que las trabajadoras se vendaban con sumo cuidado al cortarse para evitar echar a perder el tejido.«Nos han explicado que si manchaban una tela se la descontaban del sueldo»,añade la vicepresidenta.
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