"Nuestro trabajo consiste en generar estados de ánimo"

Alfredo Gazpio Irujo ayuda a incrementar la capacidad de influencia de sus clientes, lo que se conoce comúnmente como hacer 'lobby'

Alfredo Gazpio Irujo, nacido en Pamplona el 1984.

Alfredo Gazpio Irujo, nacido en Pamplona el 1984. / periodico

GERMÁN PACHECO

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Alfredo Gazpio Irujo (Pamplona, 1984) ayuda a incrementar la capacidad de influencia de sus clientes. Es lo que se conoce comúnmente como hacer lobby. Aunque se licenció en Periodismo en la Universidad de Navarra, le apasionaba la política, quizás, como él mismo reconoce, por el hecho de "provenir de una tierra tan políticamente agitada". Durante una estancia en Londres, empezó a estudiar Ciencias Políticas, hasta que le surgió la oportunidad de hacer un máster de Comunicación Política y Corporativa. A partir de unas prácticas, conoció "casi a regañadientes" el mundo del lobby y desde entonces se ha afianzado como consultor de asuntos públicos. Hoy, pese a su corta edad, es director del departamento de Public Affairs de la consultora sueca Kreab. La capacidad de influencia, la opacidad y falta de transparencia de la que en ocasiones se acusa a la industria del lobby en nuestro país, y las diferencias con otros países de nuestro entorno donde éste se encuentra más desarrollado, son cuestiones que un experto como él nos ayuda a comprender en esta breve pero provechosa entrevista.

Eres licenciado en Periodismo, ¿Qué te hizo entrar en el mundo de la consultoría y de los asuntos públicos?

Con 18 años tienes claras muy pocas cosas. Me gustaba escribir y la inercia me llevó a estudiar periodismo, aunque siempre tuve interés por la política. Al acabar la carrera fui a Londres por un tiempo y desde allí empecé a cursar Ciencias Políticas a distancia. Tuve la suerte de hacer el máster y desde entonces me dedico a una tarea apasionante, aunque desconocida para mucha gente. Lo cierto es que llegué a este mundo casi por casualidad. Y con el tiempo empecé a encontrarlo tremendamente divertido, porque te permite observar y vivir algo tan apasionante como la política ‘desde el burladero’; suficientemente cerca del debate público pero sin la exposición y el desgaste que sufren sus protagonistas.

Coméntanos un poco en qué consiste tu trabajo como consultor de asuntos públicos.

Creo que a la consultoría de Asuntos Públicos le acompaña un halo de misterio y sospecha que supera con mucho una realidad bastante más sencilla. En Kreab ayudamos a nuestros clientes -grandes corporaciones, organizaciones sectoriales e incluso gobiernos extranjeros- a leer y traducir la realidad política, a interpretar sus códigos y construir un posicionamiento que les permita una mejor defensa de sus intereses. Punto. La actual situación en España despierta enorme interés en el exterior y esto supone más trabajo para este sector. Recuerdo que el pasado mes de febrero celebramos el primer desayuno con empresarios y representantes de Podemos. Y, al día siguiente, aquella cita minoritaria salió publicada ¡en el Financial Times! Nuestro cometido pasa por saber quién y cómo se toman las decisiones y, más allá de la cobertura que ofrecen los medios, profundizar en asuntos más técnicos y anticipar, en la medida de lo posible, el devenir de los acontecimientos.

¿Hasta qué punto está desarrollado el lobby en España? ¿Qué diferencias hay con sitios como Bruselas, donde se toman las decisiones más relevantes sobre políticas y regulaciones en Europa?

Se trata de una cuestión fundamentalmente cultural. Para que te hagas una idea, frente a las once personas que componen el equipo de Public Affairs en Madrid, nuestra oficina en Bruselas cuenta con 60 personas que trabajan en contacto permanente con las instituciones europeas. Como todo, es una cuestión de dimensión y tiempo. Durante muchos años, lo que en España se entendía como lobby se limitaba a la actividad de personas ‘influyentes’, en muchos casos salidas de la administración y con una agenda telefónica muy jugosa. Ahora, sin embargo, esta profesión es muy diferentey aborda el proceso legislativo desde una óptica multidisciplinar. Hoy el contacto ya no es importante -todo el mundo tiene acceso a las instituciones- y el valor añadido pasa por la capacidad de análisis y, sobre todo, la creatividad. Es cierto que en el caso español la ausencia de una ley que defina el terreno de juego contribuye a alimentar cierta presunción de culpabilidad. En Bruselas, en cambio, crearon un registro de transparencia hace varios años y la figura del lobista como especialista en asuntos regulatorios está mucho más reconocida y valorada.

¿Qué le dices a aquellas personas que recelan del lobby y que lo ven como una manera de incidir por debajo de la mesa y de forma poco transparente?

Les diría que, más allá de las etiquetas que acompañan al sector, son los profesionales del lobby los primeros interesados en promover una mayor transparencia. Como en cualquier otro sector, nuestra premisa debería ser: “No hagas nada que no puedas contarle a un periodista”. Lo cual me hace pensar que son otros -políticos, empresarios, etc.- los menos interesados en transparentar y normalizar esta práctica. A los que piensan mal les diría que no conozco una sola profesión que, de manera individual u organizada, renuncie a defender sus intereses: Profesores, ONG, médicos, toreros o la propia Iglesia. El lobby no deja de ser una herramienta de participación democrática cuyo acceso es tristemente asimétrico. Una empresa puede contratar los mejores abogados y consultores, mientras una persona de a pie lo tiene más difícil para elevar sus inquietudes ante la Administración. Pero esto ocurre en el lobby, en el fútbol y en cualquier otro sector. El lobby es un ejercicio de comunicación que, a través de información, persigue influir en el proceso de toma de decisiones públicas. Se trata de una actividad legítima que, lejos de restringirse, sería positivo extender a otros colectivos; democratizar su acceso.

¿Por qué terminan muchos exministros o altos cargos del gobierno de consejeros en grandes empresas?

Es indudable que, tal y como ha sucedido en fechas recientes, las malas prácticas de algunos solo han servido para profundizar en el divorcio entre ciudadanos e instituciones. Sin embargo, una aproximación más fría al asunto me lleva a pensar que un sistema democrático maduro no debería renunciar al capital humano y relacional que atesora una persona que ha salido de la administración. Máxime en un escenario globalizado y competitivo como el actual. En cualquier caso, coincido con aquellos que defienden que se deben respetar unos tiempos estipulados por ley. E incluso cabría plantearse extender los periodos de incompatibilidad que existen actualmente.

Eres especialista en relaciones gubernamentales y análisis legislativo ¿Crees que ayuda el lobby a la política?

Kreab cuenta con oficinas en 25 países, lo cual nos ofrece una visión un tanto privilegiada del mundo; tanto desde un punto de vista político ('politics') como legislativo ('policy'). La experiencia nos dice que las medidas adoptadas en otros mercados pronto aterrizan en España, o viceversa, en una suerte de efecto mariposa. En este sentido, cuando un tema no ha llegado a España, tenemos la oportunidad de mirar al exterior e importar experiencias de éxito. Ocurre que la Administración no tiene capacidad ni recursos para desarrollar estudios de este perfil y, como cualquier institución, valora nuevas fuentes de información. Ésta es sin duda la mejor puerta de entrada para nuestros clientes en su aproximación al regulador. El trabajo del lobista termina ahí y, a partir de ahí, Ejecutivo y Legislativo son los responsables de contrastar la información de los grupos de interés y de tomar decisiones equilibradas e independientes.

Este próximo miércoles 30 de septiembre tendrá lugar la I Conferencia Internacional de Comunicación Política Digital

La sociedad es cada vez más consciente de que su responsabilidad política va más allá de unas elecciones. Creo que estamos en momento de cambio, todavía en ciernes, en el que plataformas como Change o Kuorum.org van a conseguir que la voz de los ciudadanos se escuche cada vez más fuerte. Como dice Daniel Innerarity en su último libro: "Nunca en la historia ha habido tantas posibilidades de acceder, vigilar y desafiar a la autoridad". Para un consultor es imprescindible entender y adaptarse a este fenómeno porque, además de construir argumentarios, hoy nuestro trabajo consiste en generar estados de ánimo.

(Germán Pacheco es periodista y trabaja para Kuorum.org)