APUNTE

Los pequeños detalles del duelo Luis Enrique-Xavi

Luis Enrique y Xavi se abrazan tras el triunfo del Barça sobre el PSG en el Parque de los Príncipes.

Luis Enrique y Xavi se abrazan tras el triunfo del Barça sobre el PSG en el Parque de los Príncipes. / Yohan Valat / Efe

Jordi Puntí

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Hubo un instante en la rueda de prensa de Luis Enrique, tras la derrota del PSG en París, cuando no dijo lo que quería decir, él que nunca se calla nada y responde a bocajarro, con convicción. Lo que calló, quizá porque tras la derrota habría sonado a excusa, quizá por estrategia, es que su equipo había jugado con el estilo Barça —sin especular— y el Barça de Xavi, no. En el ambiente todavía resonaban sus palabras de la previa del partido, al afirmar que “sin ninguna duda” él representaba mejor ese estilo. 

Aunque en realidad sí lo dijo de forma velada, sin nombres, pero se le entendió todo. Cuando le preguntaron en qué le podía haber sorprendido Xavi, respondió: “Sorprendido en nada, claramente, pero ya sabemos cual es la manera de superar una presión alta, sobre todo teniendo un portero como Ter Stegen y un delantero como Lewandowski, utilizando claramente la posibilidad de jugar con la última línea para dejar de cara; las entradas de segunda línea es algo que todos sabemos que los rivales hacen”, y remató con aires de provocación: “Nosotros vamos a seguir jugando de la misma manera, presionando alto, intentando estar más acertados”.

Yo creo que sí estaba sorprendido, y picado, por eso parecía que hablara de la táctica de un equipo menor, tipo el Mallorca, con Muriqi arriba bajando balones. Es cierto que el Barça perdió la posesión, igual que en el 3-1 contra el Nápoles que le clasificó para cuartos de final, pero esta es la paradoja: que Xavi, el gran predicador del ADN Barça, haya ganado a otro de los alumnos de Cruyff con unas ideas más básicas, un juego más vertical, pero con unos jugadores con más ilusión y temperamento. 

En el fondo, Xavi ganó también la batalla mental al no entrar en el envite de Luis Enrique, cuando el día antes le instaba a ser más cruyffista que él. El entrenador del Barça comprendió que, en un partido de estilos parecidos, el PSG tendría ventaja, y por un día decidió emular a Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”. Como les gusta decir a los entrenadores, son esos pequeños detalles que deciden un partido de Champions.

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