Stuani, el "alma" de un Girona que ya acaricia la Champions

"Stu, me ha dicho: ‘Tú, mete el balón en el área que somos dos delanteros en el área y vamos a meter gol’". Agonizaba el partido bajo una lluvia sin fin en Montilivi con el marcador igualado (2-2). Entonces, Stuani se acercó a Miguel y solo le pidió que llevara lo antes posible el balón a su casa porque el tiempo se escurría entre la cortina de agua. Al área del Betis.

Allí habita un delantero sobrenatural, al que dentro de un tiempo se le levantará una estatua en cualquier lugar de Girona, la ciudad que está haciendo inmortal con su fútbol el equipo de Míchel, que roza ya la Champions, instalado en un estadio que se ha transformado en un lugar de procesión. Da igual que haga sol o la tarde sea terrible, con viento, lluvia y frío. Allí suelen ir más de 12.000 personas para asistir a una de las revoluciones más impactantes en los últimos tiempos del fútbol español.

"Quizá no fue mi mejor centro", admitió humilde el lateral zurdo del Girona, quien hizo caso a la recomendación/orden o sugerencia del capitán uruguayo. El centro desde la izquierda, con esa cortina de lluvia infinita, sobrevoló Montilivi hacia el área de Rui Silva, el meta del Betis, intimidado como estaba por la doble amenaza de Dovbyk, el ‘Pichichi’ de la Liga, junto a Bellingham (Madrid) y Budmir (Osasuna), quien le había marcado dos goles y suma ya 16, y Stuani.

"Pero ahí estaba él para hacer bueno mi centro". Tal cual. Era el minuto 91.40 cuando el balón salía de la delicada pierna izquierda de Miguel, ese lateral moderno y atrevido que llama la atención no solo del Madrid, que se guardó una opción de repescarlo e igualar las ofertas que ya recibió el Girona por él. Dovbyk quiso recoger la pelota, pero se le escapó. Aunque cumplió con la primera función: intimidar y distraer a dos defensas del Betis.

Entonces, el balón, de forma nada caprichosa, llegó al pie izquierdo de Stuani, cuyo primer remate topó con la felina mano derecha del meta del Betis. Y en el segundo, ya con la pierna derecha de forma tan acrobática como eficaz, metió suavemente la pelota en la red andaluza burlando el saltarín pie izquierdo de Rui Silva. Minuto 91.45. Visto y no visto.

En cinco segundos, el delirio en Montilivi, un viejo estadio (fue construido en 1970), que no puede resistir tantas emociones. Un lugar donde Stuani ha construido una historia irrepetible y suceden cosas ciertamente asombrosas.

Jugó el delantero apenas ocho minutos. "Le estoy dando menos minutos de los que merece ,es el jugador más importante de la historia del Girona", admitió después Míchel tras ese épico 3-2 que le mantiene arraigado a la zona Champions. En ocho minutos tocó cuatro veces el balón. Y en dos de esos cuatro toques firmó dos remates a puerta. Todo en la misma jugada. El primero, con la izquierda; el segundo, con la derecha.

32 remates, 16 a puerta, ocho goles en Liga

Tiene 37 años y como dice Míchel juega poco. Apenas 730 minutos en la Liga y anotó al Betis su octavo tanto. O sea, uno cada 91 minutos saliendo siempre desde el banquillo. Tipo extremadamente fiable, que instala su sofá en el área pequeña (cuatro de los ocho tantos son ahí ,lo más cerca posible del meta rival), con una puntería que no envejece: 32 remates, 16 tiros a puerta y ocho tantos.

"El primer día del Girona en Europa Stuani llevará el brazalete de capitán. Es el jugador más importante de la historia de este club. Es el alma del equipo"

Míchel

— Técnico del Girona

O sea, uno de cada dos disparos entre los tres palos acaban con el uruguayo galopando por el césped loco de alegría. Como ese domingo lluvioso de Montilivi que permite al Girona atisbar la Champions, donde algo quedó claro. "El primer día del Girona en Europa Stuani llevará el brazalete de capitán. Es el alma del equipo,y del club", confesó Míchel. Y ese día está cada vez más cercano.