Crisis en el Barça

Los personajes que han sido clave en el adiós en diferido de Xavi

Xavi anuncia su adiós del Barça: "Me voy el 30 de junio, es lo mejor"

Viaja a la noche en que Xavi claudicó

Laporta: "Acepto esta fórmula porque me la propone Xavi, es una leyenda"

Alejandro Echevarría, el poder que emerge de la sombra

Xavi, abatido, en la banda durante el Barça-Villarreal en Montjuïc.

Xavi, abatido, en la banda durante el Barça-Villarreal en Montjuïc. / Jordi Cotrina

Marcos López

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No hay precedentes de un entrenador que tenga contrato que abandone el Barça. Pero no ahora, sino en junio. Y que lo haga público. Xavi firmó su renovación hasta 2025 en septiembre pasado, pero ya tiene fecha de caducidad. Se la ha puesto él mismo, tras el 3-5 que le endosó el Villarreal. Se la puso él y no el club.

Será el próximo 30 de junio culminando meses de recelo y desconfianza, que anidaban en la cúpula del club, aunque la derrota ante el conjunto de Marcelino, unido a la Supercopa y Copa del Rey perdidas, dinamitó en una noche que devolvió al barcelonismo a los tiempos de Gaspart o Núñez. Al siglo pasado.

Estos son las personajes clave de la historia que ha terminado de mala manera con uno de los grandes símbolos del club, como pasó en su día con Messi y Koeman. Y con Laporta, el presidente que en su segundo mandato vio marchar a Leo al PSG y despidió al 'héroe de Wembley', asistiendo desde el palco a un derrumbe histórico que provocó la airada reacción de un sector de Montjuïc: "¡Barça, sí! ¡Laporta, no!".

Yuste, vicepresidente deportivo del Barça, y Joan Laporta, en el palco de Montjuïc durante el Barça-Villarreal.

Yuste, vicepresidente deportivo del Barça, y Joan Laporta, en el palco de Montjuïc durante el Barça-Villarreal. / Jordi Cotrina

Laporta, comprensivo

Se le va su entrenador. Y no había dicho nada el presidente del Barça hasta el día siguiente. Bajó el sábado al vestuario de Montjuïc, cruzó la puerta del despacho del entrenador y escuchó de éste que se quería ir en junio. No solo eso. Que lo iba a decir esa misma noche abriendo un escenario tan insólito como peligroso. Laporta ni compareció con el técnico. Ni acudió a la sala de prensa porque prefirió abandonar el Estadio Olímpico junto a Enric Masip, su asesor deportivo de máxima confianza.

Horas más tarde comparecía Laporta en un mensaje institucional divulgado a través de los canales oficiales del club. "Acepto esta fórmula porque me la propone Xavi, que es una leyenda que ama el club y es una persona honesta", ha dicho el dirigente, lamentando, eso sí, que "una plantilla mejorada" con respecto a la pasada temporada no haya respondido a las expectativas.

Laporta se encuentra hoy como hace tres años. Entonces estaba en campaña electoral. Y no tenía proyecto deportivo alguno. O, al menos, lo ocultó durante su ruta hacia el triunfo electoral. El segundo Laporta ya ha batido al primer Laporta, quien en siete años de mandato solo tuvo dos técnicos: Rijkaard (2003-08) y Guardiola (2008-10).

Ahora, sumará tres entrenadores en tres años: Koeman, despedido en el avión de vuelta de Vallecas, Xavi, que se va antes de que el presidente tenga la tentación de echarlo, y el que está por venir. Nunca quiso Laporta al técnico de Terrassa, aunque terminó aceptando, muy a su pesar, porque no le quedaba otro remedio.

Perdido el paraguas de Xavi, las miradas irán directamente hacia el palco. Allí habita un presidente que no se reconoce con el que fue en el 2003 cuando activó el círculo virtuoso. Entonces, tenía la mirada genial y la voz cómplice de Johan Cruyff como asesor y la inteligencia de Txiki Begiristain como secretario técnico. 

Nada de eso tiene en el 2024.

Xavi, abatido durante el Barça-Villarreal en Montjuïc.

Xavi, abatido durante el Barça-Villarreal en Montjuïc. / Jordi Cotrina

Xavi, aliviado

Cansado de soportar una presión insostenible, pensó en él y en su familia. Y se fue. No se ha ido, pero ya se ha marchado. "La sensación de ser entrenador del Barça es muy cruel, desagradable", denunció Xavi, quien se sintió aliviado al comunicar algo que había ido gestando en las últimas semanas.

Claudicó. Se rindió. Pero a Xavi no le derrota el entorno. A Xavi le derrota su equipo, que ha dilapidado en seis meses el capital futbolístico que le dio Liga y Supercopa. A Xavi le abate la imagen de un Barça caótico, desordenado y ruinoso. A Xavi no le vence la prensa sino un Barça que nunca jugó como él tenía en la cabeza. A Xavi se lo lleva por delante su equipo, su desfigurado equipo, sin defensa alguna ni identidad futbolística. Ese es su mayor pecado. Vino para rescatar la esencia y no hay ni rastro de ella.

<strong>Se va siendo un incomprendido, víctima como denuncia de un terrible entorno</strong>, palabra que ha recuperado para el universo culé, que le ha hecho, en su opinión, la vida imposible. "Sientes que te faltan al respeto, sientes que no te valoran el trabajo y eso es un desgaste terrible. ¡Terrible!", exclamó el técnico azulgrana.

Curiosa contradicción. Quien más y mejor conocía ha sido quien peor lo ha gestionado, tal si fuera un recién llegado a esta volcánica institución. "Y lo es a nivel de salud. De salud mental, de estado de ánimo", reveló luego Xavi, quien no podía soportar por más tiempo esa exagerada presión. Exagerada y, según opina él, injusta. "Soy un tipo muy positivo, pero la energía va bajando, va bajando, va bajando hasta el punto de que dices: ‘¡No tiene sentido, no tiene sentido continuar!’".

Queda liberado el técnico, pero falta saber si el club también. Y la gran duda es la respuesta de los jugadores ante un entrenador que ha iniciado la cuenta atrás para irse. Él se libera porque saca lo que había larvado "desde hace tiempo como mis más cercanos ya sabían".

Se refería a Nuria Cunillera, su esposa, y Òscar Hernández, su hermano y segundo entrenador. Las dos únicas personas que asistieron a su despedida en la sala de prensa. A Laporta ni se le vio. A Deco, tampoco.

Laporta mira hacia la grada de animación, con Deco, director deportivo, y Bojan, miembro de la dirección deportiva, en Montjuïc durante el Barça-Villarreal.

Laporta mira hacia la grada de animación, con Deco, director deportivo, y Bojan, miembro de la dirección deportiva, en Montjuïc durante el Barça-Villarreal. / Jordi Cotrina

Deco, vigilante

Poco más de cinco meses ha convivido con Xavi, quien sintió la marcha de Mateu Alemany y Jordi Cruyff, sus verdaderos ejecutivos de confianza. Llegó Deco, y a pesar de que el técnico reveló el viernes pasado que estaban planificando la nueva temporada, la relación nunca fue igual.

El nuevo director deportivo del Barça mantuvo una actitud mucho más vigilante hacia el trabajo del entrenador, quien echaba de menos la complicidad que tenía, sobre todo, con Jordi Cruyff. Pero éste decidió renunciar por voluntad propia a su cargo en la estructura del Barça.

Llegó Deco y Xavi estaba más expuesto que nunca, agravada su posición por los malos resultados del equipo. Detectó el ejecutivo que no llegaban las soluciones desde el banquillo para reactivar a un Barça moribundo, que desperdició su mayor capital (Liga y Supercopa) en un arranque de temporada desastroso.

A Deco, que estrenaba en agosto su condición de director deportivo, algo que no había hecho nunca antes, le toca ahora encontrar al nuevo entrenador. Es una decisión capital porque afecta a la estabilidad del mandato de Laporta, que cumplirá en marzo su tercer año en la presidencia retornando al km 0. La noche en que Xavi anunció su adiós tampoco se escuchó a Deco, quien se marchó del estadio junto a Alejandro Echevarría.

Alejandro Echevarría y Enric Masip, asesor deportivo del Barça, charlan con Laporta antes del partido con el Villarreal en Montjuïc.

Alejandro Echevarría y Enric Masip, asesor deportivo del Barça, charlan con Laporta antes del partido con el Villarreal en Montjuïc. / Jordi Cotrina

Alejandro Echevarría, el poder oculto

No tiene cargo alguno en el Barça. Ni pertenece a la directiva como sí ocurrió en el primer mandato de Joan Laporta. Ni tampoco es ejecutivo. Pero fue la persona clave para suavizar las relaciones entre Laporta y Xavi en aquel otoño de 2021.

<strong>Sin Alejandro Echevarría, el fichaje del técnico habría sido muy complejo.</strong> Pero ejerció de bisagra entre el presidente y el entrenador, que estaban distanciados por el compromiso que tenía éste con Víctor Font, el candidato que perdió las elecciones.

No veía Laporta a Xavi aún preparado para el primer equipo, y así lo hacía saber tanto en privado como en público, porque sostenía que debía pasar antes por el Barça Atlètic, siguiendo el camino trazado en su día por Guardiola (2007) y Luis Enrique (2008).

Pero el de Terrassa saltó directamente desde Qatar al Camp Nou, donde su relación con Echevarría se intensificó. Era una cuestión de necesidad. Laporta despidió a Koeman (octubre de 2021) y no tenía nada más, estirando incluso más de la cuenta la interinidad de Sergi Barjuan en el banquillo.

Por eso, Echevarría estaba el sábado por la noche en ese despacho de Montjuïc. También estaba Rafa Yuste, vicepresidente deportivo, pero sin tanta influencia como él. En Echevarría, y su tradicional silencio, se esconden muchas de las claves. Primero de la llegada y luego del adiós en diferido de Xavi. Está en la mesa donde se debaten todas las decisiones, sean deportivas o no, pero nunca habla.

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