Barraca y tangana

Ovación, manteo y colleja, por Enrique Ballester

Contagio de vestuario

Otra temporada salvada

Barraca y Tangana

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Enrique Ballester

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Encaramos fechas de reuniones navideñas y celebraciones diversas. En el vestuario del Athletic de Bilbao, días atrás, celebraron a lo grande la renovación de Nico Williams. Para ello emplearon una fórmula que me gustaría destacar: ovación, manteo y colleja. Creo que leí en la Agencia Efe la secuencia completa. Williams se llevó primero la ovación de sus compañeros por su nuevo y esperado contrato, luego lo mantearon y por último su hermano Iñaki le pegó una colleja. Un poco de todo. Un ritual justo, racional y equilibrado. Acción y reacción. Cariño y firmeza.

Me gustó la fórmula, lo confieso. Ovación, manteo y colleja. En la sencillez radica su grandeza. De hecho, propongo que a partir de ahora la adoptemos todos en nuestras fiestas. Propongo que alumbremos una nueva tradición. La tradición familiar de la ovación, el manteo y la colleja.

Nochebuena, cumpleaños...

Por ejemplo, en la cena de Nochebuena, cuando suena el timbre y asoma la abuela por la puerta. ¿Cómo demostrar nuestros respetos? Muy fácil: ovación, manteo y colleja. O cuando salen los novios de la iglesia, también: ovación, manteo y colleja. Cuando nace un bebé, en el paritorio y durante las primeras visitas: ovación, manteo y colleja.

Cuando llega el protagonista a un cumpleaños sorpresa: nada mejor que ovación, manteo y colleja. Cuando en el Congreso de los Diputados eligen presidente del Gobierno, igual: ovación, manteo y colleja. En poco tiempo, en el extranjero nos conocerían por esta receta.

¿España? El país de los toros y el flamenco, la paella y la sangría, el sol y la siesta, y la ovación, el manteo y la colleja. Los turistas pagarían fortunas por vivir la experiencia. Todos tendríamos un primo trabajando de pegador de collejas. Salvaremos la hostelería incluyendo en el menú del día las ovaciones, los manteos y las collejas.

Ya paro, pero que conste: es una fórmula perfecta.

Los 'uyyy'

El renovado Nico Williams, a todo esto, es muy bueno. Antes ya lo era, pero ahora es todavía mejor, porque está en el camino de superar el corsé de la etiqueta de extremo. Está en el proceso de romper en jugadorazo, ya sea por fuera o por dentro, por la derecha o por la izquierda. Está en pleno tránsito de dejar de hacer jugadas y empezar a ganar partidos en serio. Nico Williams está en el camino de minimizar los ‘uys’ y multiplicar los ‘gol’. Ser todavía mejor. Ojalá un día celebren un gol con ovación, manteo y colleja.

En los campos de fútbol sucede algo extraño con los casi goles, por cierto. Por lo general, la gente se alegra demasiado con los ‘uys’, sobre todo si el partido va 1-0. Mi equipo falla una ocasión de gol y la gente grita ‘uyyy’, aplaude y comenta la jugada entre risas y colegueo, como si el partido ya estuviera ganado, y yo no lo entiendo. A mí los ‘uys’ no me dan risa, a no ser que vayamos ganando 5-0. A mí los ‘uys’ festivos me desesperan.

Nadie actúa de este modo con los casi triples en baloncesto. Asumo que si mi equipo falla una ocasión de gol, no estoy más cerca de la victoria y de la felicidad, sino más lejos. Aún no ha terminado de sonar el ‘uyyy’ y ya estoy pensando que al final del partido nos acordaremos de esa. Cualquier día ocurrirá una desgracia: me veréis por la grada repartiendo collejas

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