Los cinco grandes nombres y las ausencias del Mundial de Fukuoka

Fukuoka espera la mejor versión de Ledecky, de 26 años, uno de los grandes fenómenos de la natación desde Michael Phelps, con siete títulos y una decena de medallas olímpicas y 19 títulos mundiales a sus espaldas, que compite en sus sextos Mundiales consecutivos. La estadoundiense que se ha mostrado intratable en los recientes selectivos de Indianápolis con una victoria arrolladora en los 800 metros (8.07.07), el tercer mejor tiempo de la historia, su mejor marca desde los Juegos de Río 2016, y también en el 1.500, donde marcó con 15.29.64 la sexta mejor marca de todos los tiempos. En el Mundial, intentará convertirse en el primer nadador en ganar el mismo evento en seis campeonatos mundiales. Ya es la primera en reclamar cinco títulos consecutivos.

Entre las razones que explican el regreso de la Ledecky más competitiva está la aparición de la nadadora australiana Ariarne Titmus, de 22 años, su némesis desde los Mundiales del 2019 en Corea del Sur, donde la derrotó en los 400 libres. Con esa victoria, Titmus rompió la hegemonía de la deportista estadounidense en la media y larga distancia desde los Mundiales de Barcelona en el 2013. No solo eso. Transmitió la imagen de que Ledecky era vulnerable. En los Juegos de Tokio dio el golpe al imponerse en la final de 400, relegando a la estadounidense a la segunda plaza. Titmus dobló oro en la final del 200, pero acabó por ceder ante Ledecky en la final del 800 para colgarse la plata. También ha sido la primera en arrebatarle un récord del mundo a la estadounidense: el de los 400, en los campeonatos australianos del 2022 (3.56.40).

Una de las últimas sensaciones adolescentes del mundo de la natación, que irrumpió en los Juegos de Tokio con 14 años para clasificarse cuarta en la final de 400 libre y que se confirmó hace un año en el Mundial de Budapest con sus títulos mundiales en 200 mariposa, 400 estilos y una plata en los 400 libre y un bronce en el relevo 4x200. En su historial ya luce un récord del mundo, el de los 400 libre, que consiguió el pasado marzo en las pruebas de selección canadiense para los Mundiales (3.56.08) adelantado en el ránking la marca de Ariarne Titmus y mejorando su marca personal en más de tres segundos. McIntosh lleva camino de convertirse en la estrella de la natación en la próxima década si no sucede nada extraño y su presencia promete emociones fuertes en Fukuoka.

Fue la sensación de los Mundiales del pasado año, campeón mundial en los 200 y los 400 estilos y plata en los los 200 mariposa y buena parte de las miradas en Fukuoka estarán puestas en este nuevo talento de la natación francesa. En Budapest impactó su actuación en la jornada inaugural, en la que firmó el segundo mejor tiempo de la historia con 4.03.84, acercándose al récord mundial de 4:03.84 del estadounidense Michael Phelps, que perdura desde el 2008. que se ha mantenido prácticamente intacto desde que se estableció en 2008. Detrás de su preparación en Arizona State, está el gurú estadounidense Bob Bowman, el 'coach' que guió la carrera de Phelps. Marchand intenta mantenerse ajeno a las comparaciones y a la presión, pero su posible impacto en estos Mundiales y la cercanía de los Juegos de París solo harán que aumente sobre este deportista nacido en Toulouse.

Es el fenómeno que viene. A sus 18 años, el futuro es de Popovici. Finalista en Tokio con apenas 16 años. Campeón del mundo de 100 y 200 libres hace un año en el Mundial, récordman mundial de los 100 libre, o lo que es lo mismo el nadador más rápido del planeta después de rebajar en el Europeo de Roma del pasado agosto en cinco céntesimas (46.86 segundos) la marca lograda por César Cielo en 2009 con un bañador de poliuretano, ahora prohibidos por su flotabilidad. Amante de la filosofía, hijo de una psicóloga, Popovici acaba de matricularse en la Facultad de Psicología de Bucarest, una ciudad por la que le gusta pasear en bici y a la que dice no le falta nada, rechazando las numerosas ofertas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos para reclutarlo. Espíritu libre, puro talento en el agua, Popovici emerge como un unicornio de la piscina, en un país de mucha tradición gimnástica, pero escasa tradición acuática.