Un deporte casi desconocido

El sueño olímpico de un patinador llamado Nil Llop

A los 19 años es una de las grandes promesas en su deporte y ahora es el primer reserva en la prueba de 500 metros de patinaje de velocidad con opciones de ir a Pekín 2022 y ser el primer representante olímpico español en esta modalidad.

Nil Llop

Nil Llop / FEDHIELO

Sergi López-Egea

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Los pasitos para acercarse poco a poco a los Juegos Olímpicos de Pekín, este próximo mes de febrero, se pueden dar de muchas maneras y no necesariamente caminando. Unos lo hacen esquiando, otros a golpes con el palo de hockey o haciendo piruetas con la tabla. Nil Llop, un joven de 19 años de El Prat de Llobregat, quiere acercarse patinando veloz e impulsando su cuerpo sobre el hielo. La puerta para China aún no está abierta, pero sí las posibilidades para convertirse en el primer patinador de velocidad español que acude a una cita olímpica.

De hecho, toda la vida deportiva se la ha pasado patinando, ya sea sobre ruedas o con las cuchillas que marcan el hielo, incluso superando un gravísimo accidente. Está considerado, a nivel internacional, como una de las promesas de este deporte, puesto que todavía se encuentra en edad júnior. Si logra la plaza para Pekín 2022 se lo tomará como una experiencia, para aprender y para fijarse, ojo al dato, en las medallas de 2026. No hay prisa y sí mucho tiempo. Por ahora es el primer reserva en la carrera de los 500 metros, la más veloz y la que mejor controla. A mediados de enero se sabrá si finalmente consigue la clasificación.

Y de qué depende, se le pregunta. "Van 34 patinadores y yo soy el 35 y por lo tanto el primer reserva. Pero cada país dispone de su propia reglamentación para clasificarse. Por ejemplo, los alemanes tienen a tres representantes en este grupo de 34, pero según sus estatutos solo uno de los tres tiene plaza segura. Y hay más casos (Países Bajos, por ejemplo). Por eso, es probable que vaya. En enero lo sabré".

Si alguien piensa que patinar a velocidad es llegar y besar el santo está muy equivocado. En España es un deporte que pasa desapercibido y que solo una medalla futura de Llop puede colocar en el marco mediático, como ha sucedido, por ejemplo, con Carolina Marín y el bádminton. Implica estar 12 meses haciendo los deberes deportivos. Y la mitad del año, y algo más, fuera de casa, porque en España no hay ni una instalación destinada a esta especialidad, que necesita una pista oval de hielo, al estilo de un velódromo, que hay que mimar y preparar para alcanzar las grandes velocidades de los mejores especialistas mundiales.

"Siempre tengo que estar fuera de casa, principalmente en Alemania donde pasamos el invierno, cuando no viajamos a las competiciones de la Copa del Mundo, el equipo español de patinaje de velocidad. Vivimos en apartamentos y todo lo costea la federación". Significa, aparte de patinar, horas de gimnasio que se entrelazan con entrenamientos de ciclismo.

Supone también estudiar el bachillerato a distancia y hacer uso de las vídeo conferencias para hablar con la familia y la novia. "Yo he patinado desde pequeño. Comencé con las ruedas, pero como no era una práctica olímpica, me pasé al hielo para crecer, y conmigo un grupo de compañeros que vamos progresando, a pesar de que practiquemos un deporte minoritario en España".

Obliga también a no solo entrenar sino cuidar el material, esos patines que son un calcetín para los pies. Los grandes países, los dominadores de este deporte, tienen especialistas para este trato. Nil ha aprendido a preparar sus patines y sus cuchillas. "Es importante -cuenta- tratarla para que se agarre bien en las curvas. A base de años he aprendido a afilarlas". Y a base de años, y con la esperanza de patinar en Pekín, Nil Llop aspira a ser una referencia en su deporte.

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