La vida tras la competición
Rafa Muñoz: "No me prepararon ni para gestionar el éxito ni la retirada"
Del deporte a mirar al abismo (o cómo lidiar con la vida después del éxito)
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Tras batir el récord del mundo de 50 mariposa y ganar dos bronces en el Mundial de Roma-2009 le atenazó una depresión que le hizo estar dos veces al borde del suicidio
Roger Pascual
Periodista
Periodista de Deportes. Antes en Cultura y Política. Libros publicados: Desaparecidos en España (Premio 9 de Marzo), Les sectes a Catalunya y L'ombra de les sectes
Roger Pascual
Rafa Muñoz es un tío extrovertido, rebosante de energía, de seguridad en sí mismo. Nadie diría que intentó suicidarse dos veces tras sufrir una depresión en el momento álgido de su carrera. La gran esperanza de la natación española, que había batido el récord del mundo de 50 mariposa, miró con extrañeza los bronces mundialistas que había ganado en Roma-2009 y se preguntó: "para qué sirve esto". "Nadie me había preparado ni para gestionar el éxito ni la retirada".
Colgó el bañador a los 27 y se ha tenido que buscar la vida desde entonces. A los 32, con dos hijos, se levanta a las cinco de la mañana para trabajar en el departamento de logística de una multinacional del ámbito deportivo. Asesora en la confección de bañadores de natación. "De eso algo sé, al menos ponérmelos". Hubiera agradecido que alguien le hubiera dado cierta orientación profesional para el día después de colgar el bañador. "Te preparan para los entrenamientos, para competir, pero ni te forman a nivel mental ni emocional para asimilar una situación buena o mala ni te ayudan para el día de mañana tener un oficio", lamenta.
Se pasó dos décadas dedicándole más de 40 horas semanales a la natación y se encontró a los 27 sin formación ni experiencia laboral y con el primer hijo en camino. "Esto no es el fútbol. Es un deporte que es humilde, requiere mucho esfuerzo: 7 o 8 horas diarias de entrenamientos siete días por semana para competir luego menos de 30 segundos. ¿Compensa? Muchas veces no. Al final haces lo que te gusta y no piensas en lo económico. Pero cuando te retiras piensas 'pues hostia, me gustaría que estuviera más valorado, o que me ayudaran un poco en mi retirada, o que me hubieran encaminado'. No hay apoyo a la reinserción laboral".
A los 32 años, y tras cinco retirado, reclama más ayudas para que los nadadores no se sientan náufragos
Con 16 años dejó su Córdoba natal para entregarse a la natación. "Nunca tuve una charla con alguien que me dijera: 'Ojo, el deporte no es todo bonito. Hay cosas no tan bonitas que son en las que realmente vas a aprender'. Cuando todo va bien es como cuando el coche va cuesta abajo y no tienes que acelerar ni cambiar marchas. La putada es cuando tienes que salir en rampa: allí tienes que jugar con más cosas, tocar más teclas y nadie te las muestra". Cuando se encontró con el éxito y la presión que conlleva sintió el vacío. “Hablar de depresión tendría que ser lo más normal del mundo. En mi caso, no tenía ganas ni de levantarme, nada más estar con los ojos cerrados o beber para olvidarme. Dos veces estuve a punto de suicidarme. La podría haber liado muy gorda”, relata. "La gente quiere ver la cara bonita, la medalla, lo que brilla, no quiere escuchar penas. Ganas la medalla y dices '¿y ahora qué? ¿Sigo entrenando para qué?'. Es cuando te preguntas ¿a quién acudo?".
Con la ayuda de José Carlos Jaenes, yendo durante tres meses cada viernes a Sevilla desde Córdoba para hablar con el psicólogo que le ofreció la federación andaluza, salió a flote y recuperó el gusto por la natación. "No había psicólogos entonces en las concentraciones ni en las competiciones y sigue sin haber. Tiene que haber en el día a día para que tú puedas entrenar y competir mejor. Un psicólogo es como un nutricionista, no vas un día y te solventa la dieta, sino que te hace un seguimiento. Un psicólogo no te arregla en un día, sino granito a granito".
Jaenes fue clave no solo para recuperar a Rafa anímicamente, sino que hacer comprender a FINA por qué había estado desaparecido cuando la agencia mundial antidopaje le buscaba para hacerle un test sorpresa. Llegó aún a tiempo para colgarse un oro continental en 50 mariposa en el Europeo del 2010. Lograría otro en los del 2012 y un oro y una plata en los de piscina corta de ese año antes de retirarse tras el Mundial de Kazán-15, con 27 años, para empezar de cero. Hizo un máster en gestión deportiva y dos cursos de quiromasaje y desde hace tres años se levanta a las cinco de la mañana para trabajar en una empresa de material deportivo, además de dar algunas charlas motivacionales. Le hubiera gustado que la federación le hubiera ofrecido aprovechar su experiencia deportiva y personal para la formación de nuevos nadadores, algo cree que también sería útil para muchos clubs. “Siento que tengo algo ahí que no he explotado. Si he aportado como deportista, ¿cómo no voy a aportar a nivel humano? El tema es a quién y de qué manera”.
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