El método 'Sampaolillo'

El técnico Jorge Sampaoli celebra uno de los goles del Sevilla al Dinamo de Zagreb en la Champions.

El técnico Jorge Sampaoli celebra uno de los goles del Sevilla al Dinamo de Zagreb en la Champions. / periodico

ÁLVARO RAMÍREZ / SEVILLA

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Cuando el mesías del SevillaRamón Rodríguez Verdejo, Monchi, anunciaba tras la marcha de Unai Emery que su sustituto iba a ser Jorge Sampaoli, muchos por Nervión se llevaron las manos a la cabeza. La apuesta era arriesgada. El club pasaba de un entrenador que había demostrado sabérselas todas, experimentado, a uno que pisaba por vez primera Europa; de un entrenador que había logrado lo inimaginable, ganar tres Europa League consecutivas, a uno que por primera vez dirigía un equipo español; de un técnico que había devuelto al conjunto sevillista a sus momentos de gloria de hacía una década a otro que confundió a Monchi con otra persona al aterrizar; un preparador que había sacado lo mejor de sus hombres a través de orden y disciplina a uno que quería aportar ideas casi revolucionarias. El cambio de persona, de idea, de filosofía, de método era radical.

Unai Emery era un técnico muy trabajador, incansable, obsesivo, muy defensor del grupo y del equilibrio, y sus éxitos lo respaldan. Jorge Sampaoli llegó con un aura muy diferente. Amante del fútbol de Bielsa, admirador de Guardiola, aterrizó con una vitola de técnico estrella, con un refuerzo mediático desde Suramérica que para nada correspondía con la realidad en Europa, y con unos métodos muy diferentes a los del ahora entrenador del PSG.

Para empezar, Sampaoli llegó  con un cuerpo técnico extenso, muy de su confianza. A día de hoy trabajan hasta 10 personas, unos directamente con él, otros atados al club desde hace años. De su confianza directa, por ejemplo, son Jorge Desio, preparador físico y ayudante directo, y el técnico Juanma Lillo. Desio es algo más que un preparador, es el que impone las reglas de trabajo, los horarios, el que para lo bueno y lo malo es más cercano a  los jugadores. Lleva 10 años al lado de Sampaoli. En cuanto a Lillo, se unió a él en su última etapa en la selección chilena y desde entonces se ha convertido en su segundo, además de un nexo de unión con el fútbol español.

También forman parte de su equipo Matías Manna (periodista, docente en la Universidad de Chile y autor del libro 'Paradigma Guardiola'), Martín Tocalli, Íñigo Domínguez, ayudantes, Jesús Olivera, analista, Javi García como entrenador de porteros y los preparadores Moisés de Hoy y Sergio Domínguez.

LA ESENCIA 'AMATEUR'

Con esos mimbres humanos Sampaoli empieza a confeccionar su área de trabajo con la intención de arropar mucho al futbolista y sobre todo de inculcarle su idea: el amateurismo. Esto es, que el jugador se sienta como cuando daba sus primeros pasos en el fútbol, que juegue como lo hacía en la calle, con sus amigos, que sienta el equipo como suyo, que sienta esa adhesión y fidelidad. No es extraño que eso se traduzca en mensajes como «diviértanse», que pueden escucharse en los entrenamientos, o «no sean funcionarios del fútbol».

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La idea es que el jugador tenga un carácter alegre en su juego, desde el portero hasta el delantero, y en los entrenamientos se traduce en balón, en mucho cariño a la pelota y en intentar que todos enfoquen esa misma idea. «Quiero colonizar las mentes», dijo al poco de llegar sobre sus futbolistas. Sus entrenamientos arrancan siempre con charlas, luego con espacio para que Desio asuma el protagonismo, y luego con el momento para Lillo. Él interviene cuando considera necesario reforzar una idea o tratar especialmente a algún futbolista.

EL PAPEL DE LA PSICOLOGÍA

Sampaoli es casi un psicólogo, o quiere serlo con sus jugadores. Para llegar a instalar su idea es capaz de todo, y no teme en recurrir a todos los métodos por poco ortodoxos que parezcan. Desde supersticiones a charlas de personas ajenas al fútbol (llegó a invitar al vestuario en la Universidad de Chile a un guionista de películas argentino), desde el misticismo a vídeos innovadores más parecidos a videojuegos que a la realidad, todo con tal de intentar que sus jugadores atiendan en el vestuario. No es técnico de pasar horas y horas en la ciudad deportiva, ni de obsesionarse con los rivales, es más de trasladar a los futbolistas lo necesario para que desarrollen su fútbol. Y ahora lo hace por primera vez en Europa.

Para la cantera también tiene una dedicación especial. Más que un seguimiento milimetrado del filial como Emery,  Sampaoli no tiene problemas en enfrentar al primer equipo con otros de categorías inferiores.  Ahí detecta a los mejores canteranos y les empieza a infundir sus ideas.

Es un entrenador peculiar, hermético, que apenas abre las sesiones a la prensa, y a quien muchos empleados del club admiten que tras meses casi ni conocen. Pero tiene una idea clara. Pasados los primeros meses, su Sevilla triunfa, pelea en la cabeza de la Liga y está a un paso de cerrar el pase a octavos en la Champions. Los buenos resultados llegaron primero, y el buen juego, cierto que con algunas correcciones tácticas, empieza a ser costumbre por Nervión. El Sevilla de Sampaoli empieza a reconocerse y la afición empieza a estar encantada del método 'Sampaolillo'.