AVENTURA EN EL MEDITERRÁNEO

Taronjí llega a Cerdeña y está a punto de zarpar para la isla desierta de Le Galité (Túnez)

La travesía en kayak entre Algeciras y Estambul en solitario depende del viento favorable hacia el sur

EDUARDO LÓPEZ ALONSO / Barcelona

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Quico Taronjí ha llegado a Cerdeña en su kayak. Lo para algunos es un suplicio sin sentido, para este aventurero es cumplir un sueño personal y un viaje envidiable. Nada menos que ir de Cartagena a Estambul en un kayac a vela y en solitario. Este periodista y presentador de televisión ha llegado a Cerdeña y tiene su objetivo en una isla en mitad del MediterraneoLe Galité, próxima a las costas de Túnez. Atrás queda una singladura entre Mahón y Cerdeña. Muchas horas en el mar, noche interminable bajo la luz de las estrellas. "Aquí es donde verdaderamente me siento expuesto", dice Taronjí a oscuras sobre su aparentemente endeble embarcación. Se orienta gracias a las estrellas, "con situar la estrella polar basta", en un marco que él define como una "negrura inquietante". El viaje pasa a ser aventura en ese momento de "soledad absoluta", en ese desamparo aparente solo enmendado en teoría por equipos de comunicaciones vía satélite con los que podría pedir ayuda en caso de extrema necesidad.

La travesía entre Menorca y Cerdeña se prolonga por la noche, quedarse parado y dormido sería correr un riesgo excesivo, el peligro de un abordamiento (colisión) con algún mercante para el que el catamarán de Taronjí no es más que un objeto flotante no identificado.

El mayor inconveniente de la travesía a Cerdeña ha sido como siempre la amenaza de quedarse sin viento y tener que recurrir a los pedales. Pese a ello, la singladura requiere atención porque una ola inesperada puede llegar a volcar la embarcación. El calado del Hobbie Cat es de apenas 70 centímetros por lo que puede sin problemas rodear la costa, llegar a la orilla y mirar el fondo de posidonias desde la superficie. Pero sin un baño. Después de tres días, Taronjí ha llegado a tierra, con su basura a bordo, y ha podido quitarse por fin el traje de aguas que pegado a la piel le permite superar la travesía sin parecer un náufrago desamparado. Un atuendo compuesto de capas de latex, goretex y hasta silicona, de culera y rodillas acolchadas, un traje de astronauta del mar.

Ahora queda la travesía a Túnez, previo paso por el archipiélago de Le Galité, a unas 100 millas de Carloforte. Una isla desierta como objetivo. "Dormiré en un saco sobre tierra mullida, alzaré la vista al cielo, y más allá del cinturón ceñido de Orión encontraré la maravilla de Las Pleiades, y echaré a volar de nuevo mi cabeza de niño chico: dragones y princesas, castillos sobre el mar, mazmorras y fosos, barcos piratas...", escribe Taronjí en su cuaderno de bitácora