a un paso de la gloria

La profunda huella del elefante

ANTONI Bassas

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Como muchos de ustedes, los sábados por la mañana yo también soy unsoccer dadde campeonato escolar, con la criatura y el coche arriba y abajo. En el último partido, el entrenador del otro equipo llevaba la camiseta del Barça, la azul cielo, con su anuncio de Unicef y su bandera catalana debajo del cuello. A miles de kilómetros, un técnico daba instrucciones mientras lucía nuestros símbolos con esa naturalidad.

CuandoLaporta puso lasenyeraen la camiseta lo vi redundante. Las cuatro barras ya estaban en el escudo y el brazalete del capitán (desde la época deMontal, en una iniciativa que ha sido imitada dentro y fuera de Catalunya). Pero el otro día me hizo pensar en la profundidad de las huellas que dejará este presidente saliente pero sin prisas.

Paradójicamente, el mundo global no ha significado el final de las identidades, más bien al contrario. Y en esta partida, todos juegan sus cartas. Washington me lo recuerda a diario. Es la ciudad con más embajadas, un mar de banderas ondeando en las fachadas en la avenida Massachusetts. Cada Estado se esfuerzan en difundir su cultura. El Instituto Cervantes de Chicago acaba de enviarme el programa de la jornadasPensar en español. El pasado miércoles vi aObama en la Casa Blanca con su pin con las barras y estrellas.

Laporta ha profundizado en la identidad catalana del Barça. Pero no a base de agitar banderitas, ni para disimular los títulos cuando no se gana, ni como excusa victimista. El mérito deLaportaes que ha asociado catalanidad a victoria, a éxito mundial, a juego de excelencia y negocio en los cinco continentes. Lo ha hecho exhibiendo los símbolos sin complejos, demostrando que no es verdad que un producto no se vende si es «demasiado» catalán.Laporta ha mostrado que el mundo abraza los símbolos si son los símbolos de los triunfadores, los elegantes, los solidarios. Por eso ha sido y será un adversario a batir. En un momento en que el país, escaso de liderazgo político, se pregunta por el día siguiente de la sentencia del Estatut,Laporta ha demostrado dentro y fuera que es posible convertir el mundo en la nueva frontera del catalanismo. Solo hay que querer y lo deben hacer los mejores, como los que han inspirado y dirigido el equipo.

Laportase convertirá en expresidente igual que se convirtió en precandidato a lomos de su Elefante Blau: en voz alta.Laporta será entorno. Sus fichajes finales y su presencia en la campaña como si se presentase demuestran hasta qué punto quiere que el Barça siga pareciéndose a lo que él ha modelado. No tendrá más remedio que respetar el tiempo histórico del próximo presidente. Pero su fulgurante huella en la vida el país ha sido tan profunda que ha abierto un nuevo camino.

Corresponsal de TV-3 en EEUU