HISTÓRICA DEL FESTIVAL

Lys Assia, la gran dama de Eurovisión

Fue la primera ganadora del festival. A sus 92 años, la cantante suiza recuerda cómo vivió esa noche y reflexiona sobre qué queda del ADN de aquel certamen que ella inauguró en Lugano en 1956.

La cantante suiza Lys Assia, en una fotografía reciente. Abajo, cuando ganó el primer Festival de Eurovisión, hace 60 años.

La cantante suiza Lys Assia, en una fotografía reciente. Abajo, cuando ganó el primer Festival de Eurovisión, hace 60 años.

CARLES SAVALLS

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Los músicos toman posiciones mientras que en el escenario, decorado con una simple cortina y muchas flores en el suelo, ella recoge emocionada los ramos que le entregan dos niños y que la acreditan como vencedora. Ha superado a los otros seis países que participaban en el 'show' y está a punto de volver a interpretar 'Refrain', tema con el que ha ganado y con el que representaba a su país, Suiza. El público, vestido de gala, la ovaciona educadamente. Es Lys Assia, la primera artista en inscribir su nombre en el largo palmarés del Festival de Eurovisión. Sucedió en 1956. En una entrevista reciente concedida a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, Assia, de 92 años, recuerda que en aquel momento la traicionaron los nervios. «Estaba tan emocionada que olvidé la letra y tuve que repetir». Eran tiempos en que «nadie sabía qué era el festival, ni cómo se llamaba ni qué iba a pasar con él. Que haya durado tantos años ¡es fantástico!», declara.

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Conocida como la Gran Dama de Eurovisión, no faltará, el próximo fin de semana, a la cita de Estocolmo invitada por la organización. «El festival significa tener amigos en todo el mundo; es una gran familia en la que no importan las fronteras», comenta la cantante. En eso, según ella, el 'show' ha sido fiel a su espíritu inicial: un proyecto de Suiza, «que quiso que se abrieran las puertas de Europa después de la guerra; que la gente viajara y conociera otras culturas. ¡La idea es sensacional!», afirma. A su edad, no le importaría volver al concurso. «¿Por qué no?; ¡la voz todavía la tengo bastante bien!», afirma. Ya lo intentó en 2012 y 2013. Ese último año en una colaboración con New Jack, una banda de raperos de origen africano con quien interpretaba el tema 'All in your head'. «La idea era buena y la canción tenía mensaje; intentaba transmitir unos valores». Desde entonces, la artista ya ha recibido un par de canciones más para volver a probarlo, «pero no eran de mi estilo», se excusa.

MÚSICA ENLATADA

«Eurovisión, es parte de mi vida», asegura Assia. Ella no se ha perdido ni uno solo de los 60 festivales celebrados hasta la fecha. Hoy, las orquestas han dejado paso a la música enlatada en un 'show' donde toman parte 42 países. En los escenarios hay fuegos artificiales y la grada jalea enloquecida a los artistas. El año pasado, el trofeo al ganador lo libró una mujer con barba. «El festival ha cambiado, naturalmente; hoy las canciones tienen más ritmo y participan muchos jóvenes; ¡está muy bien!». A diferencia de lo que pasaba en los 50, donde «todo era más 'amateur'», en el festival de ahora «hay un gran trabajo detrás de los tres minutos que dura cada canción; el público no se da cuenta de ello, pero así es». Por eso, añade, «Eurovisión es muy caro; hay que hacer muchísima inversión para participar». Cree Assia que «si dejaran votar únicamente a los telespectadores, sería mucho mejor. Creo que no es necesario un jurado de profesionales; ¡el público no es estúpido!», asegura. Tampoco le gusta la progresiva extinción de las lenguas nacionales en el show. «Al menos tres cuartas partes, o la mitad de cada canción, deberían ser interpretadas en el idioma nacional, porque la idea de Eurovisión era reunir a los países, sus lenguas, ¡sus particularidades!; eso lo hemos conseguido pero es una lástima que hoy todo se cante en inglés porque se pierde parte de ese carácter internacional».

ESTRELLA CONSAGRADA

Lys Assia aterrizó en el festival a los 32 años siendo una estrella totalmente consagrada. «Empecé de muy joven a aprender idiomas y música». Estudió ballet y fue alumna del conservatorio. «Cuando eres capaz de cantar en ocho lenguas distintas, es mucho más fácil hacer bolos fuera de tu país», explica en un español perfecto. Desde 'O Mein Papa', su primer 'hit' en 1950, la artista triunfó en Europa, Norteamérica y Oriente Medio, habiendo trabajado «junto a todas las grandes vedettes» del momento, incluida Josephine Baker. Entonces, cuando Eurovisión ni tan solo era un proyecto, Assia también había dejado rastro en España. Debutó en Barcelona en 1946 cantando bajo la batuta de Bob Huber en El Cortijo, un restaurante de lujo ubicado en la Diagonal y desaparecido en los 60. A partir de entonces, fue una habitual de su escenario, cantando con la orquesta de la radio suiza, que tenía contratada una serie de bolos con el local. Después, triunfó en otros escenarios selectos de la ciudad; el Folies Chez-Demon, La Bodega del Calderón, el Ritz, el Talía… y llegó a gozar de su propio espacio musical en las emisoras barcelonesas, que programaban su repertorio habitualmente.

CASA EN BARCELONA

«Fue una época fantástica; todo el tiempo que pasé en España fue el mejor de mi vida», confiesa. Llegó a tener casa en Barcelona, S'Agaró, Madrid y Mallorca. Modistos de París, Barcelona y Madrid confeccionaban en exclusiva para ella los vestidos de sus galas. «Yo nunca me he puesto dos veces el mismo vestido para una actuación. Siempre se los daba a otras artistas jóvenes que no tenían dinero para comprarse ropa», recuerda. Eran otros tiempos.

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«El estilo de música era otro; también el ambiente, mucho más tranquilo, más suave, con más decoración en los escenarios. Los artistas entendíamos de otra manera la música. No nos interesaba tanto vender discos y tampoco había tantas estrellas como ahora», dice Lys Assia, y concluye: «Hoy, si hay alguien que dice 'yo pago y tú haces esto', cualquier persona puede triunfar. Hoy manda el márketing; ¡todo el mundo puede cantar la misma cosa! Y esto, no me gusta. En mi época, la música era mucho más personal. El artista la vivía más; el repertorio de cada cantante era más sincero, estaba hecho con el corazón. Tenía personalidad propia y transmitía más valores».